Resulta una irresponsabilidad decirle a más de 7 millones de venezolanos que todavía no está decidido si van a poder votar en octubre. Tenemos un compromiso con quien ha huido del desabastecimiento, de la angustia que genera ver un sistema de salud desmantelado y de la inestabilidad social y económica. Con quienes también han pagado ese sacrificio que implica migrar: dejar la mitad de su ser, de sus afectos en Venezuela. Hoy, cada uno de ellos debe recibir una respuesta por parte de la Comisión Nacional de Primaria (CNP), pues lo contrario sería imponerles las condiciones del gobierno dictatorial que tanto han sacrificado para dejar atrás.
El Páramo de Berlín, el Tapón del Darién, el Desierto de Atacama y de la frontera entre Estados Unidos y México, y las aún poco estudiadas rutas migratorias por el Caribe, entre otras, constituyen para muchos coordenadas geográficas de un trayecto doloroso que quedó en la memoria de los que han sacrificado tanto para buscar un futuro mejor. Este año, estos valientes individuos tienen el derecho de decir, desde las diferentes latitudes del mundo: “Soy venezolano y mi voto cuenta”. Estos venezolanos no merecen vivir con la incertidumbre de la plausibilidad de su participación, sino de un vivo y caliente debate de cómo y dónde van a poder ejercer su inalienable derecho al voto.
Cuál es el escenario hoy
El 15 de febrero, la CNP anunció que las primarias para elegir al abanderado de las fuerzas democráticas, de cara a los comicios presidenciales, se celebrarán el próximo 22 de octubre y que el reglamento técnico lo publicarán en abril. Desde ese anuncio, las comunicaciones de esta entidad han generado mucha confusión: ¿garantizarán la participación de la diáspora venezolana?
Según la Ley Orgánica de Procesos Electorales, para que los venezolanos en el extranjero puedan votar, deben tener estatus regular en el país de acogida. Sin embargo, y de acuerdo con lo descrito por CEPAZ, esto resulta contrario a la Constitución: “Todos los venezolanos y venezolanas que hayan cumplido mayoría de edad, y no estén sujetos a interdicción o inhabilitación política, tienen derecho a votar. Indistintamente de su lugar de residencia”, refiere la organización. Así, ante esta contradicción hemos encontrado una barrera más, otra lucha que librar.
Y de luchas tenemos tanto que decir. En nuestra historia reciente hemos sufrido todo tipo de violaciones inimaginables a nuestros derechos democráticos: elecciones con comprobados fraudes (Zulia y Bolívar 2017, Barinas 2021, etc.); victorias electorales que se reconocieron la noche de las elecciones, pero que no se les dejó ejercer sus jurisdicciones de gobierno (AN 2015, Alcaldía Metropolitana y Gobernaciones 2008); procesos electorales cancelados arbitrariamente (RR 2016); inhabilitaciones amedrentadoras; cooptación de partidos políticos y pudiéramos seguir, pero resumamos que es un largo etcétera.
Ante la adversidad, se mantiene la lucha
Es evidente que el venezolano quiere un cambio. Está cansado de la situación actual del país y ha mostrado gran interés en que se respete su voluntad ciudadana, como ha sido el caso de las gigantescas manifestaciones de las últimas décadas, la bella experiencia de participación ciudadana que fue el 16 de Julio de 2017, por ejemplo.
Y hoy, para seguir apostando por ese cambio, el debate no debería estar en si movilizar el voto será lo más efectivo. Conviene reconocer que las primarias de las fuerzas democráticas del país generarán una oportunidad para que la sociedad civil se organice, para hablarle a los políticos y estos cumplir con su misión de escuchar y acatar.
Quienes están afuera tienen mucho que sumar a esa demanda hacia la clase política. El creciente flujo migratorio de venezolanos por todo el mundo no solo representa una reubicación masiva de capital humano, sino también un éxodo ciudadano lleno de individuos con valores cívicos y democráticos. Hemos visto en otras latitudes muestras de activismo, compromiso con la asistencia humanitaria y esfuerzo para alcanzar la movilización electoral.
¿Y qué sabemos de estos venezolanos en el exterior? De acuerdo con los datos recopilados por la Red Global de la Diáspora de Venezuela, con los datos más recientemente actualizados de la OIM/ACNUR y Migración Colombia, la diáspora actualmente totaliza 7,6 millones de venezolanos a nivel mundial. De estos, la mayor concentración se encuentra en Colombia (2,9 millones), Perú (1,5 millones), Estados Unidos (545 mil), Ecuador (502 mil), Chile (448 mil) y España (438 mil).
Organizaciones con larga trayectoria en el tema electoral como Súmate, el Observatorio Electoral Venezolano (OEV) y la Red de Observación Electoral estiman que, de este creciente número de venezolanos en el exterior, unos 4.897.709 son mayores de 18 años y potenciales electores. De estos, nada más 107.904 están inscritos en el Registro Electoral actual. ¡Vaya deuda!
Sí somos capaces de organizarnos
La Red Global de la Diáspora de Venezuela también ha mapeado a más de 1.033 organizaciones que ha dividido en 16 categorías. Una de estas está conformada por aquellas que hacen actividades en torno al activismo y defensa de la democracia. Qué encontramos: 81 organizaciones dedicadas a esta loable labor, lo que representa un gran recurso con experiencia.
Para los que tienen la paciencia y el estómago de seguir el debate relacionado con el voto en el exterior, estarán familiarizados con el argumento que nos intentan imponer: que la dificultad para el voto en otras fronteras se debe al poco margen de tiempo, a las complicaciones logísticas y a los recursos.
Y sin embargo, los últimos tres grandes eventos electorales en el exterior (Elecciones Presidenciales 2012-2013, Consulta Soberana 16 de Julio de 2017, y Consulta Popular, 7-12 diciembre 2020) dan clara evidencia de que la sociedad civil, la diáspora venezolana, tiene historia superando estos desafíos.
Si no, volvamos a 2012. Basta con recordar las emotivas imágenes de venezolanos montados en autobuses para embarcarse en un viaje de carretera de más de 14 horas para poder ejercer su derecho al voto en Estados Unidos (viajando desde Miami a Nueva Orleans). Además de la titánica tarea, tanto logística como administrativa, que hicieron la Red Democrática Internacional (RDI), Voto Donde Sea y Aerovotar. Las organizaciones de la sociedad civil para esa coyuntura también se organizaron para aumentar el registro electoral de 57,3 mil a los 107 mil que actualmente comprenden el registro electoral. Puede que se vea bajo, pero esto representa un incremento de 86,7%.
Entonces, ¿todavía dudamos sobre si la diáspora cuenta con la capacidad logística y puede movilizar recursos privados? Pues, no solo eso, sino que puede hacer cosas monumentales como coordinar vuelos privados de Miami a Nueva Orleans para un acto que tuvo lugar fuera de las instalaciones del consulado de Venezuela en la ciudad paradójicamente apodada la Gran Fácil (The “Big Easy”), que no fue fácil para nada.
Sigamos listando esfuerzos y evidencia de nuestra capacidad organizativa: Recordemos la Consulta Soberana del 16 de Julio de 2017. Ante un contexto de protestas que llevaba más de 100 días y más de 100 venezolanos asesinados por ejercer su derecho a manifestarse, sumado al flagrantemente inconstitucional llamado a una Asamblea Constituyente por la dictadura (que años después se disolvió sin hacer nada), la sociedad civil organizó un acto masivo de participación ciudadana que movilizó a 7,2 millones de participantes a nivel mundial, donde 724 mil votos vinieron de la diáspora (aproximadamente un 10% de la participación). Esta hazaña de movilización de la población alcanza otra dimensión cuando se considera que este gran evento se organizó en tan solo 13 días.
¿El logro? Para esta Consulta surgió la Comisión Operativa para los Venezolanos en el Exterior (COVENEX) con el objetivo de organizar este voto alrededor del mundo. Esta comisión estuvo conformada por representantes de los partidos políticos (PJ, VP, Vente, UNT, Causa R), y representantes de la sociedad civil (con organizaciones como Un Mundo Sin Mordaza y Venezolanos Siempre).
Este esfuerzo terminó con la conformación de 639 puntos electorales, en 559 ciudades y 101 países. Los venezolanos en todos estos rincones del mundo se organizaron de gran manera para lograr este acto. Y la verdad es que ese día se dio una verdadera fiesta electoral.
Esta experiencia de participación ciudadana es clara evidencia de que, con seis meses de tiempo, es factible lograr un ejercicio completo para unas elecciones primarias de nivel. La cuestión entonces es cómo involucrar a esos grupos de la sociedad civil con el conocimiento y herramientas para hacerlo posible.
Lecciones aprendidas: el poder de las diásporas
Este relato de lo que ha sido la evolución del voto en el exterior demuestra todo el potencial que este tiene para que los derechos de los venezolanos puedan ser ejercidos. Se cuenta con una serie de manuales de instalación de mesas y sufragios en el exterior, de entrenamientos de voluntarios a nivel mundial y de anécdotas audiovisuales que proveen un excelente punto de partida para esta titánica tarea.
Puede que algunas de estas organizaciones que han tradicionalmente ejecutado la organización de eventos electorales en el exterior estén relativamente inactivas en este momento, pero simplemente hace falta prender la chispa de que este ejercicio ciudadano es posible y que este puede ser la oportunidad que tanto se necesita para libremente elegir a un líder de la fuerza democrática de Venezuela.
Además, esta participación ciudadana también podría ser ejercida para crear conciencia, movilizar, incidencia y presionar en torno a reclamos, propuestas y violaciones que los venezolanos sufren también en los países de acogida. Como, por ejemplo, salvaguardar su derecho a la identidad y propiciar una real integración migratoria.
Además de esa capacidad operativa, también existe un gran potencial de apoyo por parte del talento venezolano que actualmente se está destacando en múltiples sectores a nivel mundial. Uno de estos sectores es el de tecnología, desde donde podría venir la respuesta a la interrogante: ¿cuál sería la plataforma idónea para esta ocasión? Una que brinde transparencia y competitividad. A este talento cautivo hay que sumarle el apoyo que se ha ido cosechando en otros espacios, por ejemplo, el de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Unión Europa.
El voto en el exterior no es meramente un “voto simbólico”, sino una oportunidad para articularnos como sociedad civil. Es una oportunidad para ratificar que hay espacio para todos y que lo más importante va a ser definir cuál es el rol de los diferentes actores.
Políticos venezolanos: ¡a honrar el compromiso!
El Páramo de Berlín, el Tapón del Darién, el Desierto de Atacama, cada terminal y zona de embarque que ha visto cruzar a un venezolano representa un compromiso para la actual fuerza democrática venezolana. El voto en el exterior es una manera de reivindicar los miles de kilómetros de distancia que separan a esos venezolanos del resto de su familia, de su país. Es decirle: “Tú también cuentas, te necesitamos”.
Las elecciones primarias también ofrecen una excelente oportunidad para que los venezolanos podamos ejercer nuestra libertad y nuestros derechos. Es inaceptable pretender que se le quiera imponer a un venezolano que hoy vive libre las reglas de la dictadura. Urge un llamado a la creciente diáspora para que sumen sus talentos, conocimiento e ideas a este proceso y que no se sientan ajenos de este, dadas las diferencias que puedan tener con el sector político. ¡Que no nos gane el desinterés!
Se está construyendo un nuevo país, uno que se expande con estas coordenadas geográficas donde hoy habitan venezolanos. Corresponde tener en cuenta nuestra nueva cartografía para fortalecer la democracia, prevenir el autoritarismo y librarnos del caudillismo.
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*Juan Pío Hernández es el Director Ejecutivo de la ONG Plan País y coordinador de la Red Global de la Diáspora de Venezuela. Ha liderado y participado en múltiples iniciativas internacionales relacionadas con Venezuela y su creciente diáspora alrededor del mundo, incluyendo en la organización de elecciones y actividades de participación ciudadana como miembro de la organización Lucha Democrática en Washington D.C. Tiene una Licenciatura en Administración Internacional con concentración secundaria en Ciencias Políticas de la George Washington University, y una Maestría en Comercio Internacional y Políticas de Inversión de la misma institución.
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*Nota del autor: La autoría y posiciones reflejadas en este artículo representan las del autor como individuo, más no de las organizaciones que representa.
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*Los gráficos fueron facilitados por el autor, Juan Pio Hernández, al editor de La Gran Aldea.