En la aldea
11 diciembre 2024

Tareck El Aissami, abogado criminólogo, ex vicepresidente de la República, actual vicepresidente para el Área Económica, ministro de Industrias y Producción Nacional, y de Petróleo.

Tareck El Aissami se afianza como el nuevo zar de la economía

El vicepresidente de Economía aumenta su poder en las áreas clave del país al asumir el Ministerio de Petróleo, en una etapa de más sanciones y menor flujo de fondos por el desplome de los precios del crudo en medio de la crisis global causada por el coronavirus. Aunque Diosdado Cabello perdió una cuota en la industria petrolera, mantiene el poder político y militar.

Lee y comparte
Redacción LGA | 04 mayo 2020

A lo largo de tres años Tareck El Aissami ha aumentado su poder económico al controlar no solo el manejo de las finanzas y fijar las líneas para el área industrial, sino también como cabeza del sector petrolero al ser designado recientemente como ministro del área.

El nuevo rol, que Nicolás Maduro delega en uno de sus más cercanos colaboradores, llega con una reestructuración de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), en momentos cuando la estatal enfrenta un menor flujo de caja y el deterioro de la capacidad de producción, y que, en paralelo, se afianza la alianza con Irán para el suministro de insumos a las refinerías nacionales.

El cambio también implicó la salida de Manuel Quevedo de PDVSA, una figura vinculada al segundo hombre fuerte del oficialismo, Diosdado Cabello. Si bien el presidente de la Asamblea Constituyente pierde una cuota en el área económica, aún mantiene poder militar a través de algunos jefes de las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI) y su poder político mediante varios gobernadores.

La recomposición

La primera incursión. En 2016, Maduro anunció una reestructuración de la industria petrolera que se concretó a inicios de 2017 cuando cambia la junta directiva para crear nuevos puestos e incorporar a funcionarios cercanos a varios grupos de poder. A principios de ese año, Eulogio Del Pino -hoy en día detenido- estaba como presidente de PDVSA y se constituyó un cargo de vicepresidente ejecutivo que ocupó una almirante, Maribel Parra, vinculada a Carmen Meléndez, la actual gobernadora del estado Lara. Además de esa designación, la vicepresidencia de Finanzas le fue dejada a Simón Zerpa, titular del despacho de las finanzas públicas y afín a Maduro y a El Aissami. La vicepresidencia de Comercio y Suministro fue asumida por Ysmel Serrano, también cercano a El Aissami.

Llegan los militares. A fines de 2017, Maduro nombró presidente de PDVSA a Manuel Quevedo, un militar que fue ministro de Vivienda y cercano a Diosdado Cabello. Tras las primeras sanciones de Estados Unidos hubo reajustes en la directiva, con lo cual Zerpa salió del cargo en 2018 y las cuentas de la estatal quedaron a cargo de Iliana Ruzza, una de las fichas del ministro de Finanzas. En la primera mitad de ese año, Maribel Parra también fue cambiada y su puesto lo ocupó Ysmel Serrano por unos meses. Luego de que Maduro le otorgara amplios poderes a Quevedo para revisar la estructura de PDVSA y aumentar su capacidad, el general incorporó en las vicepresidencias y gerencias a oficiales y funcionarios del despacho de la Vivienda. Pero la mala gerencia, junto a los años de desinversión, la falta de personal capacitado, las deudas con proveedores, las fallas en los servicios y el incremento de las sanciones de Washington, mantuvo en declive la producción que hoy día es menor a 700.000 barriles diarios.

La vuelta de El Aissami. En febrero de este año, Maduro vuelve a crear una comisión liderada por El Aissami y Asdrúbal Chávez, presidente de Citgo, para reestructurar la petrolera. Quevedo quedó como miembro de la instancia, lo que empezó a dar indicios de que la gerencia militar terminaba. A los pocos días de publicada la norma, la comisión cambió la junta directiva. En varias vicepresidencias fueron nombradas personas que venían de la industria salvo en dos: Finanzas, que quedó a cargo de Oswaldo Pérez Cuevas, quien es uno de los viceministros del despacho de Zerpa; y Comercio, que está en manos Antonio Pérez, un viceministro de Industrias que responde a El Aissami.

El superministro. En días pasados Maduro designó a Asdrúbal Chávez como presidente de PDVSA y a Tareck El Aissami como ministro de Petróleo, quien aún sigue en la Vicepresidencia de Economía de la nación y con amplios poderes en áreas clave. Cuando El Aissami llegó a la vicepresidencia ejecutiva en 2017 hizo alianza con Zerpa y ambos fueron colocando sus fichas en el Banco Central de Venezuela (BCV), en las instituciones financieras estatales y en los organismos supervisores. Este poder se amplió luego de que fue designado ministro de Industria y Producción, donde varios de sus colaboradores pasaron a ocupar cargos en las empresas estatales. Ahora su mano se extiende al petróleo, en una etapa de más sanciones y menor flujo de fondos por el desplome de los precios del crudo en medio de la crisis global causada por el coronavirus

¿Pierde Cabello? Durante varios años Diosdado Cabello mantuvo cuotas compartidas con Carmen Meléndez en el área económica, especialmente en las materias cambiaria, financiera y control de las importaciones, pero con el ascenso de El Aissami a inicios de 2017 ese poder económico del segundo hombre del Gobierno se redujo hasta que, a fines de ese año, Quevedo llegó a PDVSA y fue el momento cuando los militares asumieron las riendas de la estatal. Sin embargo, durante la gestión militar el deterioro en la industria petrolera se agudizó. Aunque con la salida de Quevedo, y el ascenso de El Aissami y Asdrúbal Chávez, Cabello cuenta con menos poder económico, pero todavía mantiene a su hermano José David Cabello a la cabeza del Seniat. Además, aún tiene dominio político y militar. Preside la Constituyente, la instancia que sigue aprobando las normativas del Gobierno y al menos seis gobernadores responden a él. En el sector militar tiene a sus leales en la Comandancia General del Ejército y en casi la mitad de las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI). 

Ajustes. Tras la llegada de El Aissami, sancionado por Washington y acusado de vínculos con el narcotráfico, al despacho de Petróleo, comenzó a circular un plan de reestructuración de PDVSA que contempla una mayor participación de los socios privados y deja en una sola instancia la exploración, producción, refinación, transporte y comercio, lo que genera incertidumbre sobre las operaciones. Analistas califican de desordenados los cambios propuestos. También se contempla la creación de nuevas filiales, como PDVSA Rusia. Justo la petrolera rusa Rosneft fue el salvavidas de Maduro para el comercio de barriles, que se cancelaban en parte con gasolina y euros en efectivo, una situación que cambió desde marzo por las medidas de Estados Unidos y la baja demanda de crudo, por lo que a Venezuela le ha costado colocar petróleo.

¿Alianza con Irán? En esta fase con El Aissami ejerciendo la rectoría del sector petrolero comienzan a llegar de Irán insumos para reactivar las refinerías. Venezuela ha enfrentado fallas en el suministro de combustible porque el proceso de refinación ha estado golpeado por los años de desinversión, pero la crisis se acentuó con las limitaciones para importar gasolina luego de un incremento en las sanciones. Ante la menor disponibilidad de combustible, y en medio de la cuarentena nacional para controlar el brote del virus, las autoridades impusieron restricciones a los ciudadanos para surtir de gasolina sus vehículos. De la red de refinerías nacionales, apenas una ha estado procesando gasolina a mucho menos de su capacidad, por ello, a mediados de abril, comenzaron a llegar productos de Irán para recuperar algunas de estas instalaciones y se estima que unos 20 vuelos vengan desde ese país con más insumos. Los artículos adquiridos ya se están pagando, lo que en parte explica el reciente descenso de las reservas internacionales en más de 500 millones de dólares en 15 días. En medio de la crisis, el control del despacho de gasolina está bajo los militares.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Contexto