Una película acerca de problemas en una relación es, quizás, uno de los tipos más comunes. Esto no significa que Matate, Amor, dirigida por Lynne Ramsay y protagonizada por Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, sea poco original, sino que es un relato que está participando en una gran cadena de cine, de historias que han inspirado una a otra en el transcurso de las décadas. Es un tipo de relato muy accesible, muy fácil de ponerse en los zapatos de los protagonistas y, al mismo tiempo, te da mucho espacio para hacer cine novedoso, interesante y afectivo. Matate, Amor es una gran película, y esto es gracias a una mezcla del interesante guion, la dirección y las actuaciones de sus protagonistas.
Jennifer Lawrence protagoniza en el rol de Grace. Ella, junto a su esposo Jackson (Robert Pattinson), se acaba de mudar a un viejo hogar que solía pertenecer al tío de Jackson. Grace acaba de concebir un bebé, o el bebé ya nació, o no ha nacido y está a punto de ser concebido. La estructura de la película es disonante, suelta, de una forma que a veces se asemeja a un sueño y, en ciertos momentos clave, a una pesadilla. La película tiene una historia que yo consideraría bastante coherente. Tiene varias secuencias que se entienden, y la progresión de los personajes tiene sentido. Incluso las imágenes más surrealistas se pueden interpretar con mucha facilidad para que formen parte de la trama: no son imágenes con la intención de confundir, sino de agregar sabor a las experiencias de Grace.
Pero la sensación al cambiar de escena —cómo se siente cuando la película va de la escena A a la escena B— es extraña. Falta algo de coherencia, de cohesión, y eso nos obliga a nosotros, como audiencia, a empatizar con Grace, quien también siente que le falta algo, que algo no está bien. Es un truco interesante que le agrega mucho valor a la forma de recibir este relato. El filme no se siente como si se apegara a la estructura de tres actos tradicional en Hollywood.
El descenso mental de Grace es uno muy difícil de ver, y esto lo digo como cumplido. La actuación de Pattinson como su esposo Jackson nos permite entender que esta es una mujer que no está recibiendo el apoyo que necesita, y que las cosas no van a poder mejorar sin un cambio enorme. Matate, Amor es un relato con muchos elementos irreales y fantasiosos, pero su centro emocional refleja la realidad de muchas mujeres alrededor del mundo. Esto nos permite empatizar con Grace y entender su situación.
El clímax de la película es quizás la parte más mixta del filme. Lo bueno es que es increíblemente surreal, con unos giros impresionantes que sí debo admitir me dejaron impactado. Me recordaron a una versión americana de algunos de los trucos que la excelente película francesa La Bête, de Bertrand Bonello, emplea. Sin embargo, creo que el clímax de Matate, Amor dura algo más de lo que debería, y justo cuando sientes que se va a terminar, resulta que no has llegado al final de la película. La primera vez que esto sucede, genera una buena sensación: nos causa preguntarnos qué va a suceder ahora que la historia no ha terminado. Sin embargo, esto pasa varias veces más, y es una lástima que, con una película de esta calidad, el espectador empiece a querer que se termine.
A pesar de todo esto, Matate, Amor es una muy buena película, y vale la pena verla.
