En la aldea
15 noviembre 2025

Una Casa de Dinamita: Ahora, ¿Quién podrá salvarnos?

Lejos de ser apolítica, la película es un diagnóstico del sistema global que todos aceptamos: una “casa de dinamita” donde la paz depende de bombas listas para explotar. Un retrato duro, cínico y necesario sobre el mundo que construimos y los líderes que deberían evitar su colapso. Una película imprescindible.

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Eduardo Escobar Amaya | 15 noviembre 2025

La directora Kathryn Bigelow lleva ya varios años especializándose en el género del “cine militar”. Este es un espacio interesante desde un punto de vista histórico: podemos considerar el argumento de Truffaut, según el cual no puede existir un cine “anti-guerra”, pues el cine como forma de arte inherentemente le atribuye valor a la representación de la guerra. Las películas de guerra de Bigelow —The Hurt Locker, acerca de un equipo antibombas en Iraq, y Zero Dark Thirty, acerca de la caza del terrorista Osama Bin Laden— son representaciones de algunas de las expresiones estadounidenses más controversiales del siglo XXI: la guerra de Iraq, la tortura y las decisiones de política exterior de las administraciones de George W. Bush y Barack Obama.

El nuevo filme original de Netflix, Una Casa de Dinamita, es la última pieza de esta serie de cine bélico del siglo XXI de Bigelow. Es un thriller político, distinto, y estructuralmente muy interesante.

Es imposible discutir qué hace que este filme sea tan interesante sin dar unos leves “spoilers” acerca de la premisa. Se ha lanzado un cohete hacia los Estados Unidos. No se detectó qué país lo envió y, aunque no hay evidencia concreta, es razonable asumir que es un cohete nuclear. La estructura de Una Casa de Dinamita es la siguiente: la película está dividida en tres partes. Cada parte nos muestra un grupo distinto del gobierno de los Estados Unidos lidiando con la situación del cohete nuclear. Empezamos desde personas que no figuran tan alto en el gobierno y terminamos con la perspectiva del mismo presidente. Así, logramos ver los mismos hitos repetidas veces desde perspectivas diferentes.

Es una estructura clásica del cine, aunque usualmente se utiliza con el recurso del “narrador desconfiable”, en el que un evento es presentado de distintas formas dependiendo de la figura que lo narra. Sin duda, el ejemplo más clásico de este recurso es Rashomon, dirigida por Akira Kurosawa y estrenada en 1950, pero un ejemplo más reciente es El Último Duelo, de Ridley Scott, de 2021. Una Casa de Dinamita se destaca por no utilizar ese recurso: no hay implicación de subjetividad en las perspectivas diferentes; los hechos se mantienen objetivos y estáticos. Esto se debe al interés principal de Bigelow, que es analizar cómo los gobiernos pueden reaccionar ante este tipo de situaciones.

Creo que una lectura “apolítica” de Una Casa de Dinamita sería fácil: se encuentra desligada de los partidos políticos de los Estados Unidos, y el hecho de que sea un misterio de qué país vino el cohete significa que la película no tiene implicaciones claras sobre la decisión de enviarlo. Pero yo estoy en desacuerdo: creo que las implicaciones políticas están muy presentes en el filme, solo que dirigidas como crítica a todo el sistema político que gobierna a Estados Unidos y al mundo.

La frase “una casa de dinamita” se refiere a la idea de la “paz nuclear”: que los diferentes superpoderes nucleares evitan que se utilicen las bombas atómicas al tener bombas atómicas. Es una frase irónica, cuyo significado es que una casa de dinamita eventualmente estallará. Así mismo, la película postula que la conclusión natural del status quo mundial es que eventualmente habrá una guerra nuclear, y que no será solo culpa del país que envíe ese primer cohete, sino de todos los países que participaron en ese sistema y ayudaron, por su parte, a armar la casa de dinamita.

Es, por lo tanto, una visión bastante cínica acerca del mundo en el que vivimos, y el filme nos invita a contemplar qué líderes quisiéramos tener para lidiar con una situación así. Por razones obvias, esta es una reflexión muy relevante en los tiempos que vivimos. Y creo que, por lo tanto, Una Casa de Dinamita es una película excelente.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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