En la aldea
22 octubre 2025

¿Invasión a Venezuela?

Venezuela ya no es un país libre: es un territorio invadido por fuerzas extranjeras y una tiranía narcoterrorista que traicionó a América. Bajo Chávez y Maduro, se infiltraron Irán, Rusia, China, Cuba y Hezbolá. Más de ocho millones de venezolanos huyeron del horror. Pero el pueblo no está derrotado: Venezuela renacerá.

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Gustavo Tovar-Arroyo | 22 octubre 2025

Los traidores Chávez y Maduro

Venezuela está invadida —y secuestrada— por fuerzas extranjeras ajenas a los intereses de América. Venezuela ya no es Venezuela: es un enclave de terror antiamericano. Bajo el amparo de la traición chavista se infiltraron las garras terroristas de Irán, el aliento tóxico de Putin, los tentáculos del narcotráfico, la guerrilla colombiana, el oportunismo hipercapitalista de China y el fanatismo criminal de Hamás y Hezbolá. Camuflados en la noche, dueños de instituciones, cuarteles y poderes, los enemigos de la libertad y de América controlan nuestra bella geografía. Los traidores Chávez y Maduro nos entregaron.

La patria está invadida por la perfidia más ruinosa de la civilización, que perforó nuestra fraternidad, robó nuestros sueños e instaló al malandraje socialista chavista para tragarse a la nación de Bolívar.
Los invasores instalaron el chavismo. Traición sin precedentes: la ocupación no es solo militar, es cultural y moral.

Alianza de la atrocidad

Venezuela —la decente y creativa, la humana y libre— se debate entre la rebelión o la muerte. Una alianza atroz que combina la barbarie nazi (fascismo), el totalitarismo socialista (socialismo) y el sadismo chavista (chavismo) ha invadido y arrasado nuestro territorio. Boinas rojas, turbantes negros y uniformes verde oliva forman un oscuro vórtice político de cinismo, rapacidad y devastación, que ha convertido a la nación de Vargas, Picón Salas y Uslar Pietri en un ensayo de dominación perfecto para aplastar a la humanidad.
La distopía de 1984 de Orwell cuajó en Caracas.

Lo que Hitler no logró con tanques ni aviones, el chavismo busca lograrlo con cocaína, petróleo y lingotes de oro: prostituir a toda América, como hizo con Venezuela. Una dictadura antiamericana de soborno, perversión y tortura. El epicentro donde lo ruin y lo siniestro se besan en la boca.

Venezuela huye de sí misma

Más de ocho millones de venezolanos han huido despavoridos de esa realidad trágica, como si un volcán de podredumbre y su lava calcinante disecaran el alma de la nación.
Venezuela huyó de sí misma.

Las fronteras de Colombia, Brasil, Perú, Chile, Argentina, México y Estados Unidos han sido desbordadas por nuestra calamidad.
Somos un dolor que camina. Un éxodo bíblico que no se produjo por guerra externa, sino por traición interna.

Nuestra diáspora ha causado una herida profunda en América Latina: familias rotas, comunidades irritadas, tensiones sociales, pobreza compartida.
Y, tristemente, xenofobia.

Venezuela dejó de ser un país: se volvió un trauma continental, una lágrima errante que mendiga consuelo. Nuestro acento agobiado se derrama en cada rincón de la Tierra. Hemos exportado migrantes como si fuesen víctimas del Holocausto.

Un drama provocado por la traición chavista y la traición antiamericana.

América para los americanos

Hay que acabar con el colonialismo iraní y ruso en América Latina.
Basta de la implantación de una cultura y unos valores diametralmente opuestos a los nuestros. ¡Irán y Rusia, váyanse al carajo, dejen de colonizar América! Es hora de decirlo sin titubeos: América es para los americanos.
Y Venezuela, boca de América del Sur, debe ser rescatada de la mordaza invasora.

No es solo un tema de seguridad para EE. UU.; lo es para todo el hemisferio. Una alianza continental, moral y estratégica, debe erradicar a las fuerzas antiamericanas de América.

Rusia, Irán, China y sus aliados traidores —Cuba y los carteles— no pueden controlar una nación rica en petróleo, cultura y democracia como Venezuela. La ubicación geopolítica es crucial en la invasión: quieren acabar con América.

No se defiende solo un país, se defiende la civilización occidental.

La guerra y la redención

Venezuela nació de una guerra; renacerá siglos después de otra.
Como Alemania, como Japón, como Europa tras sus guerras mundiales, Venezuela está lista para liberarse y transformarse.
No somos víctimas eternas. Tenemos las almas y las mentes para reconstruir no solo infraestructuras, puentes, casas y autopistas, sino principios.

No queremos venganza: queremos redención. Los venezolanos tenemos hambre de convivencia, de creatividad, de arte, de justicia y de belleza. Estamos preparados para un milagro continental: una reinvención ética, estética y económica sin precedentes en América Latina. Será más fácil de lo que creemos.

Protagonizaremos una obra titánica, gloriosa. Somos un pueblo herido, sí, muy herido, pero inspirado. Lo mejor está por venir: presenciaremos y edificaremos una resurrección heroica. Pero primero, tenemos que desalojar a los invasores.

El renacer será epopeya. Venezuela y América deben liberarse.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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