En la aldea
23 septiembre 2025

Una Venezuela libre, segura y democrática: Nuestro regreso a Occidente

La diáspora será clave en la reconstrucción: motor económico, puente cultural y actor político. Venezuela pasará de santuario del crimen a referente de justicia y libertad. Nuestro regreso a Occidente marcará un nuevo inicio: soberanía ciudadana, territorial y democrática.

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Pedro Urruchurtu | 23 septiembre 2025

El desmantelamiento de la estructura criminal que mantuvo secuestrada a Venezuela abrirá el camino para que nuestra nación libere todo su potencial, se reinserte en el mundo democrático, sea respetada y se convierta en un socio confiable desde todo punto de vista. En un contexto de transición, uno de los principales retos será comprender qué país nos dejó internacionalmente un régimen que operó en la opacidad, con una cancillería desmantelada, desprofesionalizada y militante, que nos hizo creer que éramos soberanos mientras comprometía a la nación en términos tan desconocidos como peligrosos.

La Venezuela liberada enfrentará enormes desafíos desde el primer día, lo que exigirá una política exterior que, en coordinación con otras áreas estratégicas del Estado, recupere la soberanía nacional y territorial, garantice la paz y la seguridad y permita avanzar rápidamente en un nuevo relacionamiento con el mundo. Así como el país retornará al respeto de la soberanía ciudadana que le dará a la gente la posibilidad de decidir su destino en libertad, también se consolidará el ejercicio efectivo de la soberanía territorial, haciendo de Venezuela un lugar seguro.

La reinserción de nuestro país en el contexto democrático internacional y el reconocimiento global de nuestra gesta ciudadana nos permitirá superar el aislamiento al que fuimos sometidos y consolidar una identidad renovada, capaz de brindar lecciones de lo vivido y aprendido. Venezuela podrá convertirse en un referente internacional de libertad, democracia, justicia y Estado de derecho, lista para aportar y recibir lo mejor de un mundo interconectado y globalizado. Nuestra diáspora será un eje transversal de todas las acciones de política exterior y uno de los grandes puentes hacia la reconstrucción nacional.

Será prioritario trabajar activamente en el desarrollo de un entorno de seguridad y solidaridad internacional democráticas. El impacto que tendrá la libertad de Venezuela en la región será tan potente que inspirará y apoyará procesos de democratización en otros países cuyos ciudadanos están oprimidos, como Cuba y Nicaragua. Una región libre y democrática es la mejor garantía de estabilidad en el largo plazo, lejos de la desestabilización y de las amenazas a la seguridad hemisférica. La experiencia criminal del régimen depuesto nos impulsará a afianzar, con coraje y firmeza, un compromiso inquebrantable con un hemisferio seguro que combata el crimen sin contemplaciones. Venezuela pasará de ser un santuario del delito a una cuna de la justicia, y volverá a exportar democracia y confianza.

Nuestro retorno a Occidente será prioridad central en la reinserción internacional. Ello requerirá una política exterior seria, con fines, objetivos y medios alineados con el interés nacional de una república en reconstrucción. Será pragmática en sus relaciones bilaterales y multilaterales, pero con una convicción democrática como brújula, relacionándose con países y organismos que comparten los valores de libertad, seguridad y derechos humanos, y alzando la voz con determinación frente a regímenes criminales y opresores. El regreso pleno al sistema interamericano será un objetivo estratégico y, al mismo tiempo, explorar nuevos espacios como la OCDE abrirá oportunidades para la cooperación y la modernización.

En este mismo contexto de estabilización, la política exterior deberá apuntar a la internacionalización de la economía, promoviendo la imagen del país, atrayendo inversión y fomentando el intercambio. Reglas claras, igualdad ante la ley, ausencia de privilegios y apertura de mercados serán pilares de una Venezuela confiable que invite a apostar por ella.

Para hacerlo posible, será indispensable reinstitucionalizar y profesionalizar el servicio exterior venezolano, a través de una cancillería moderna y eficiente que recupere la identidad democrática del país y lo posicione como un actor estable con gobernabilidad e incidencia internacional. En la transición será clave contar con la experiencia de diplomáticos formados en la etapa democrática, así como promover el ingreso de nuevas generaciones de funcionarios de carrera. La recuperación del servicio exterior mediante una diplomacia profesional, apegada al interés nacional y con visión de Estado, será prioridad absoluta. Es la hora de construir una cancillería del siglo XXI, abierta al intercambio de mejores prácticas con el mundo democrático.

La Venezuela libre también deberá enfrentar una nueva realidad: somos una nación de emigrantes, con implicaciones que marcarán a varias generaciones. Millones volverán a casa, pero muchos han echado raíces en otros países, formando familia e integrándose a nuevas sociedades. Frente a ello, se implementará una política nacional de apoyo a los venezolanos en el exterior, basada en tres ejes: reunificación en Venezuela, protección en el extranjero y aprovechamiento de la diáspora como motor económico para el desarrollo nacional.

La designación de un Alto Comisionado Presidencial para que se encargue de esta tarea será indispensable para el fortalecimiento de los servicios consulares, la digitalización de trámites y la garantía de derechos básicos que fueron negados o vulnerados por el régimen. En paralelo, se lanzará un programa de reunificación familiar que facilite y promueva el regreso de quienes deseen retornar de manera digna y permanente, al tiempo que la diplomacia trabajará con gobiernos aliados para promover la regularización e integración socioeconómica de los connacionales.

Al mismo tiempo, se fomentará la contribución de la diáspora en materia de comercio, inversión, remesas y turismo. Se impulsará una nueva Marca País y programas de negocios y reencuentro, además de ajustar regulaciones para facilitar el envío de remesas y promover el turismo cultural y económico. La diáspora también será reconocida políticamente: se garantizará su representación en el parlamento venezolano y su participación plena en los procesos electorales, consolidándola como un actor clave en la reconstrucción democrática y en la reinserción internacional.

Lo que está por venir es enorme y exigente, pero también lleno de gran ilusión. Todo pasa por dos momentos poderosos y estelares: soñarlo y hacerlo realidad. Lo primero ya lo hemos logrado y está plasmado en Venezuela, Tierra de Gracia; lo segundo está en marcha. Debemos prepararnos para el trabajo titánico que implica reconstruir el país y devolverles a los venezolanos lo que siempre debió ser suyo y que no debemos dejar que nos vuelvan a arrebatar: una Venezuela libre, segura y democrática. Estamos listos.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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