En la aldea
22 septiembre 2025

Los cien días que relanzarán la educación en Venezuela

La educación será el corazón de la reconstrucción nacional. El nuevo plan educativo no se queda en promesas: arranca con 100 días de medidas concretas —desde reincorporar a todos los niños a las aulas hasta revalorizar a los maestros y rescatar la infraestructura— y sigue con una hoja de ruta hasta 2035.

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Juan Carlos Navarro | 22 septiembre 2025

En Venezuela, hablar de educación no es referirse a un servicio público más: es hablar de la base misma sobre la cual se construirá la que se ha llamado, elocuentemente, la Venezuela Tierra de Gracia. Sin escuelas funcionando, sin maestros formados y respetados, sin niños aprendiendo, sin familias involucradas, sin difusión de valores cívicos y sin tecnología de última generación, no habrá democracia estable ni economía que prospere.
Ese es el punto de partida del plan educativo preparado para el nuevo gobierno: reconocer que la escuela es el centro de la renovada construcción del país.

Una crisis profunda

El diagnóstico es claro. La infraestructura escolar está en ruinas, los salarios docentes han perdido todo sentido y cientos de miles de alumnos han abandonado las aulas. La crisis no distingue entre regiones ni clases sociales, aunque golpea con más dureza a los sectores más pobres. Todo parece (des)organizado en el sistema escolar para promover la ignorancia en lugar del aprendizaje.

Frente a este panorama, el nuevo gobierno propone algo más que reparar daños. Su planteamiento es transformar el sistema educativo en un motor de desarrollo y cohesión social, con una visión de corto, mediano y largo plazo.
Y el diagnóstico no es solo un listado de carencias: es también la base para un plan de acción inmediato. Lo que se plantea no es esperar años para ver cambios, sino actuar en los primeros cien días con medidas de alto impacto que devuelvan la confianza y sienten las bases de una transformación duradera.

Cien días que van a marcar la diferencia

La educación no puede esperar. Por eso, la agenda arranca con un programa de medidas factibles que atienden los problemas críticos durante los primeros cien días, buscando responder a las urgencias de niños, jóvenes y familias, así como dar señales visibles de un nuevo rumbo:

  • Todos los niños en la escuela. Una campaña nacional que involucrará la participación activa de todos los sectores: las escuelas públicas y privadas, pero también el empresariado, la iglesia, las organizaciones no gubernamentales y las universidades, para reincorporar a quienes deberían estar, pero no están, en la escuela. Todos deben estar preparados para contribuir.
  • Aprendizajes esenciales. Una iniciativa inmediata de distribución de apoyo a la enseñanza de lectura, escritura y matemáticas básicas, con materiales pedagógicos probados y disponibles, adaptados a Venezuela, para comenzar a cerrar la brecha de aprendizajes desde los primeros meses.
  • Revalorización docente. Un aumento temprano y gradual de los salarios de los maestros, que comience a devolver la dignidad a la profesión e incentive el regreso del talento.
  • Censo de infraestructura. Un diagnóstico rápido de planteles para priorizar intervenciones urgentes en agua, energía y mobiliario.
  • Escuela abierta y libre. Reglas claras de vigencia inmediata, estableciendo que las escuelas ya no serán centros de control político e ideológico, sino que estimularán el aprendizaje, la vida cívica y el protagonismo de las familias en la vida escolar.
  • Lenguaje digital. Un programa masivo de formación en competencias digitales, inteligencia artificial y programación, dirigido especialmente a jóvenes que han abandonado el sistema escolar.
  • Apertura al sector privado. Eliminación de normas innecesarias que obstaculizan la iniciativa privada en educación, con el propósito de convocar a lo mejor de las iniciativas educativas privadas e internacionales a contribuir con la nueva educación venezolana.

Estos no son anuncios abstractos: son medidas concretas, preparadas para ejecutarse desde el inicio del nuevo gobierno, que atienden la emergencia y marcan un rumbo distinto para nuestra educación.

Una hoja de ruta de diez años

El plan educativo no se limita al corto plazo. Se ha diseñado una hoja de ruta hasta 2035, con tres etapas:

  • Rescate (2025-2027): reabrir escuelas, garantizar servicios básicos y apoyo pedagógico, y recuperar matrícula y salarios.
  • Despegue (2028-2030): introducir un sistema de vouchers educativos que dé a las familias libertad de elección y obligue a las escuelas a competir por calidad; y expandir programas piloto de inteligencia artificial en el aula.
  • Consolidación (2031-2035): alcanzar cobertura universal con infraestructura moderna, salarios dignos y resultados por encima del promedio regional, medidos por sistemas rigurosos de evaluación del aprendizaje.

Se trata de una secuencia clara: primero estabilizar, luego innovar y finalmente generalizar la alta calidad.

Una tarea para todo el país

El éxito de este programa no se medirá solo en números: cuántos alumnos vuelven a las aulas, cuánto aumenta el salario de un maestro o cuántas escuelas se rehabilitan. Se medirá, sobre todo, en la confianza de que las familias vuelvan a depositar en la escuela como institución central de la vida nacional.

Porque una escuela que funciona es mucho más que un espacio de enseñanza. Es la señal de que Venezuela entra en una nueva etapa: la de un país que se reconstruye desde sus fundamentos, desde el aula donde cada niño aprende a leer, a pensar y a convivir.

La magnitud del reto exige sumar esfuerzos. El Estado, por sí solo, no podrá sostener esta transformación. De ahí la propuesta de múltiples avenidas para incorporar la iniciativa privada y la cooperación internacional.

La educación, en suma, no es un capítulo más del programa de gobierno: será la plataforma desde la cual todo lo demás ganará sentido.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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