Las elecciones generales celebradas este domingo en Bolivia marcaron un giro sin precedentes en el panorama político del país. La izquierda, encabezada por el Movimiento al Socialismo (MAS), sufrió una derrota histórica y quedó fuera de la segunda vuelta presidencial prevista para el 19 de octubre.
Según el conteo rápido presentado por la cadena Unitel, el balotaje será disputado entre Rodrigo Paz Pereira, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), que obtuvo el 31,3% de los votos, y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, aspirante de la Alianza Libre, con el 27,3%.
En tercer lugar se ubicó el empresario de centro Samuel Medina, con el 20,2%, mientras que el abanderado del MAS, Andrónico Rodríguez, apenas alcanzó el 8%. Otro candidato oficialista, el ministro Eduardo del Castillo, quedó relegado al sexto puesto con solo el 3,2%.
Un cambio cuantitativo y simbólico
Más allá de los números, lo ocurrido en Bolivia encierra un profundo simbolismo. Entre las candidaturas de centro-derecha y derecha sumaron más del 80% de los votos válidos, dejando a la izquierda sepultada en un escenario que parecía impensable hace apenas unos años.
El MAS, fundado por Evo Morales, nació como instrumento político de los movimientos indigenistas y cocaleros que se fortalecieron en la década de 1990 durante la presidencia de Jaime Paz Zamora —padre de Rodrigo Paz—. Tres décadas después, ese partido enfrenta su peor derrota a manos de dos figuras opositoras que representan el fin de su hegemonía.
Implicancias regionales
El resultado electoral en Bolivia también repercute más allá de sus fronteras. Para la región, supone un golpe al eje autoritario representado por Nicolás Maduro en Venezuela, los aliados de Irán y las redes del Foro de Sao Paulo, que pierden un socio estratégico.
Lo que viene
La segunda vuelta del 19 de octubre enfrentará a dos candidatos de derecha en un escenario inédito en la historia democrática boliviana. Aunque resta por definirse quién gobernará, lo más relevante ya está claro: el ciclo de hegemonía del MAS ha llegado a su fin.
Bolivia entra así en una nueva etapa política, marcada por la derrota electoral más significativa que ha sufrido la izquierda desde la llegada de Evo Morales al poder en 2006.