“The Bear” es una serie que, a medida que han pasado sus varias temporadas, ha tenido altos y bajos culturalmente hablando. Durante las primeras dos temporadas, era la favorita de la crítica, y generó una base de fanáticos bastante significativa. Es la historia de Carmen “Carmy” Berzatto, (Jeremy Allen White), un chef de restaurantes de alta cocina, que vuelve al restaurante de sándwiches de res de su familia en Chicago. La serie se caracteriza por su tono oscuro y estresante, por sus momentos de comedia que funcionan para aliviar esta tensión, y principalmente, por su gran cantidad de gritos. En el restaurante se le une Sydney (Ayo Edebiri), una chef más joven que admira a Carmy por su historial de trabajar en los mejores restaurantes del mundo, y Richie (Ebon Moss-Bachrach), su primo no-primo que le tiene rencor a Carmen por desaparecer y no volver. El hermano de Carmen, Mikey, se suicidó un tiempo antes de que la serie empezara, y su ausencia deja un vacío que es fundamental a la atmósfera oscura de la serie. Ya habiendo estrenado cuatro temporadas, “The Bear” se ha logrado mantener relativamente constante, no siendo una serie perfecta, pero manteniendo su calidad y tornándose más ambiciosa.
Las primeras dos temporadas de “The Bear” han tenido la mayor cantidad de unanimidad en términos de recepción por las personas. Pero cuando se estrenó la tercera temporada el año pasado (hablaremos de este hecho luego), se podía sentir que quizás muchos fanáticos se estaban tornando exhaustos con la serie. La tercera temporada dejó a varios personas con la sensación de que los personajes se habían mantenido estáticos, que la trama general no había progresado tanto en comparación a la segunda temporada, y que se estaban sobre-enfocando en “la magia de la alta cocina”, un tópico que se puede sentir alienante para muchos espectadores que presuntamente no tienen mucha experiencia en ese mundo elitista y exclusivo.
No ayudó el hecho que la tercera temporada de “The Bear” cerró con una imagen que decía “continuará”, una admisión tácita de los creadores de la serie que esta temporada quizás no era tan independiente como las dos anteriores. Así, llega la cuarta temporada de “The Bear” con la gran tarea de demostrar que la repetición aburrida no es una parte de su propio ADN, y que lo que la gente percibió como errores en la tercera temporada eran en realidad pequeñas tramas siendo creadas para la cuarta temporada. En esto, la última temporada es bastante exitosa.
El arco dramático de esta última ha sido bastante razonable. La cuarta temporada de “The Bear” le da desafíos a nuestro elenco que los desarrolla de formas inesperadas pero que encajan perfectamente con lo que hemos visto de ellos en sus anteriores historias. La promesa de la tercera temporada, entonces, se cumple con la cuarta. La conclusión es satisfactoria, y el plan para el cierre de la serie (que probablemente ocurra en la quinta temporada) ya se puede visualizar con mayor claridad. “The Bear” es una serie que vale la pena ver. Es televisión emocional, pero práctica y concisa: la mayoría de los episodios duran media hora, y de vez en cuando, pueden durar una hora. Estrena una temporada todos los años sin falta, una característica que resulta increíblemente refrescante en una época en la que se siente que pasan tres años entre temporadas de las otras series populares. Si odias “The Bear”, no se si la cuarta temporada te vaya a convencer. Si te disgusta solo la tercera temporada, creo que la cuarta podría cambiar tu opinión, al ver las conclusiones del tercer acto que el primer acto de la anterior temporada crea. En términos generales, mi recomendación es la misma: vean esta serie.