En la aldea
04 agosto 2025

El Béisbol en Venezuela: La Serie Interamericana regresa al rescate

Cuba prohíbe el profesionalismo, Trujillo cae en Dominicana y el sueño caribeño tambalea. Pero Venezuela, Puerto Rico y Panamá no se rinden: reviven la Serie Interamericana.

Lee y comparte

1961. La revolución cubana prohíbe el profesionalismo en la isla dejando a la Serie del Caribe sin su mayor atractivo. 1960-1961. La maldad de El Chivo Trujillo en dominicana y su posterior muerte impiden que la joven Lidom, que empezaba a plagarse de estrellas, pudiese incorporarse a la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC) y echar una mano. El sueño del “Negro” Prieto y Pablo Morales recibía un duro golpe y a la Serie del Caribe no le quedó otra alternativa que tomar un receso incierto.

El dúo empresarial, que para la fecha era ya dueño del Caracas, sabía que su idea caribeña había surgido de la obra de otro soñador, Jesús Corao, que en 1946, cuatro años después de fundar el Caracas BBC, impulsó la iniciativa de un torneo en la región que recibió el nombre de Serie Interamericana. Esta serie debutó con un éxito tal, que sirvió como incentivo para que en 1948 Prieto y Morales llevaran ante la recién formada CBPC la idea que dio origen a la Serie del Caribe. La Serie Interamericana se realizó cinco años consecutivos, sus dos últimos en paralelo con el clásico caribeño. El éxito del recién creado evento marcó la desaparición natural del torneo pionero. Era difícil que dos campeonatos de este tipo coexistieran, y la Serie del Caribe había nacido con una ventaja genética implacable que era el aval y cierto control de la Major League Baseball (MLB) a través de los acuerdos enmarcados en la CBPC.

Una década después, ante la situación presentada en 1961, los promotores de los clásicos del caribe echaron una mirada a los orígenes. Continuar disfrutando del duelo de novenas de la región significaba moverse sin la CBPC. En un acuerdo entre ligas, sin una estructura con el sólido fundamento como el que gozaba la Serie del Caribe, Venezuela, Puerto Rico y Panamá decidieron continuar con el cuadrangular caribeño. Si bien el torneo contaría con el aval de la CBPC, esta instancia no tendría ninguna participación en la organización o algún otro pormenor del evento. El nombre “Serie Interamericana” era una elección lógica y conveniente por la historia y los recuerdos que este albergaba. Es así entonces como inició lo que se conoce como la segunda etapa de este torneo. 

El campeonato tendría ahora un formato un tanto distinto al de años atrás. En su primera etapa, la Serie Interamericana era un evento organizado y jugado en el estadio Cerveza Caracas de San Agustín, al que se invitaban equipos de diferentes países. Aquellos que aceptaban el llamado, participaban. Por ejemplo, el primer año de aquella primera etapa (1946) acudieron Sultanes de Monterrey (México), Brooklyn Bushwick (EEUU), All Cubans (selección de jugadores cubanos) y, por supuesto, el anfitrión Cervecería Caracas. En la segunda etapa la idea era un poco más cercana a la de la Serie del Caribe. En esta ocasión se trataba de un acuerdo entre ligas, y no una fiesta privada en la que un organizador invitaba equipos. Así, el torneo lo jugarían las franquicias campeonas de Puerto Rico, Panamá y Venezuela, más un segundo equipo de la liga del país que albergara el evento. 

El torneo inicial (febrero de 1961) se realizó en la capital de Venezuela. En él participaron Senadores de San Juan por Puerto Rico, Cerveza Balboa por Panamá, Industriales de Valencia, campeón de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), y Rapiños de Occidente, tetracampeón de la Liga Occidental de Béisbol. Rapiños fue al torneo en calidad de subcampeón de Venezuela. Recordemos que en aquel momento aún se jugaba un playoff entre los dos primeros equipos de la liga occidental y los dos primeros de la liga central (LVBP), para entonces celebrar una final entre las franquicias que ocuparan las dos primeras posiciones de ese playoff. La final de 1961 la disputaron Industriales y Rapiños, llevándose la corona los primeros al vencer tres juegos por uno a Rapiños.

Nada mal resultó esa primera Serie Interamericana del 61. En ella participaron los futuros miembros del Salón de la Fama del Béisbol de Cooperstown, Roberto Clemente, Orlando Cepeda, Bob Gibson y Luis Aparicio. Los juegos contaron con buena asistencia y el entusiasmo animó a la ciudad y a los medios de comunicación. Los equipos invitados y los fanáticos que se acercaron al país podían además disfrutar de una ciudad que exhibía atractivos importantes que venía multiplicando en el proceso de modernización de la última década. Por ejemplo, quizás algunos de ellos pasearon por el recién inaugurado Parque del Este. Hasta pudieron haber visto alguna película como “Ben-Hur” o “La dolce vita” en el también nuevo Autocine Prados del Este.

Aunque el formato todos contra todos del torneo no contemplaba una final, los equipos Industriales de Valencia y Rapiños de Occidente culminaron igualados en la tabla de posiciones, lo que ameritó un juego decisivo. Industriales empató el primer lugar en su último juego contra Senadores. Bob Gibson abrió el encuentro por el equipo venezolano colgando nueve ceros a los de San Juan. Este fue el segundo triunfo del norteamericano en el torneo. Los de Valencia lo habían tomado como refuerzo luego de que en el playoff local los blanqueara abanicando a más de diez bateadores. Industriales ganó ese encuentro en entradas extras, pero la actuación de Gibson, unido a una efectividad de 2.54 y un promedio de ponches de 8.49 por juego, eran motivos suficientes para rogarle que los reforzaran en el torneo Interamericano.

El juego extra levantó una merecida expectativa. Los dos equipos venezolanos más exitosos de los últimos años en cada una de sus ligas -Industriales había ganado 3 coronas en los últimos 5 años en la Central y Rapiños los 4 campeonatos en los que había participado en la Occidental- se enfrentaban de nuevo en una final, ahora en un torneo internacional y reforzados con piezas que los convertían en novenas compactas. Industriales tenía en el terreno figuras como Gustavo Gil, Teodoro Obregón , Teolindo Acosta , Vitico Davalillo, Elio Chacón  y el lanzador de esa noche, José “Carrao” Bracho. Rapiños también exhibía calidad en sus filas. Sin embargo, para el juego final su principal figura, Luis Aparicio, no alineó. Según el historiador Javier González la estrella venezolana no estuvo de acuerdo con el tema financiero para este encuentro. Aparicio exigía un pago extra por ese choque que no formaba parte del calendario del torneo, por lo que decidió no jugar esa noche. El comisionado Nacional de Béisbol, Jesús María Estacio, encargado de estos asuntos para el evento, decidió sancionar al big leaguer prohibiendo su participación por tres años en cualquier actividad relacionada con la pelota en el caribe, e imponiéndole una multa de 1.000 dólares, equivalente a casi 11.000 dólares hoy en día. Vaya embrollo que se habrá formado. Imaginen además el desconcierto y la tristeza de los fanáticos aquel día cuando no vieron saltar al terreno de juego a la estrella más importante de la noche. Y como el show debe continuar, Larry Raines, un ex grandes ligas de los Indios de Cleveland, ocupó ese día el short stop en lugar de “Little Louis”. 

El encuentro fue jugado el 16 de febrero de 1961 en el estadio Universitario de Caracas. El duelo entre el “Carrao” Bracho por Industriales y Wynn Hawkings por Rapiños se extendió por diez entradas. Los de Maracaibo anotaron su única rayita en el primer inning, mientras que los de Valencia empataron el juego en la baja del séptimo con hit impulsor de Elio Chacón. Así el juego fue a extra innings y en el cierre de la décima entrada, con dos outs en la pizarra y en cuenta de un strike y una bola, el receptor norteamericano Richard Windle conectó un batazo al jardín izquierdo que el veterano cubano Aldo Salvent persiguió hasta el salto final contra la pared que dejó sin aliento por una fracción de segundo a todo el estadio. La pelota cayó en las gradas y los Industriales de Valencia dejaron en el terreno a Rapiños. La historia de las finales entre estos dos conjuntos se repetía; los de occidente jamás lograron arrebatarle un cetro al equipo valenciano. 

En el plano económico, al menos en la venta de entradas, principal fuente de ingreso de la época, los números no suenan tan mal. En total el torneo recaudó 350.800 bolívares, lo que hoy en día representan 1.125.800 dólares. Eso sí, esta cifra incluye la final, juego que recaudó el equivalente a 246.140 dólares de hoy. 

Como siempre ha sucedido en nuestra región, el fantasma financiero acecha en cada esquina. La Serie Interamericana logró sobrevivir tres años más. La sede en 1962 fue San Juan de Puerto Rico, donde se coronó Cangrejeros de Santurce. En 1963 la Serie se realizó en Ciudad de Panamá, quedando campeón el anfitrión Chiriquí-Bocas. En 1964 se presentó el primer síntoma negativo del estado económico y organizativo del evento. El equipo campeón de Venezuela, Leones del Caracas, decidió no participar por no estar de acuerdo con ciertos asuntos económicos. Una estructura organizacional no bien definida hacía difícil que estos detalles se discutieran y acordaran de manera efectiva. Ese año Nicaragua fue invitada a jugar y organizar el evento, lo que hizo de manera tan exitosa que el equipo local, Cinco Estrellas, terminó llevándose la corona por encima de un Senadores de San Juan plagado de grandes nombres liderados por Roberto Clemente.

La LVBP buscó por su parte una fórmula alternativa para mantener el roce internacional caribeño. Para esto contó con la complicidad de la liga dominicana, que de nuevo estaba activa con todas sus estrellas. De esto hablaremos en la próxima entrega.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión