En la aldea
31 julio 2025

Prototipar la República: lo que el liderazgo venezolano puede aprender de Patrick Collison

El 28 de julio de 2024, Venezuela no solo votó. Venezuela escribió una gesta ciudadana contra la tiranía. A un año, esa victoria moral sigue intacta. Y el desafío también: diseñar, desde cero, una República que funcione.

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Armando Armas | 30 julio 2025

El 28 de julio de 2024, Venezuela votó por su libertad. No fue una elección más: fue una epopeya ciudadana, una gesta de dignidad que desafió décadas de opresión, censura y desesperanza. Y aunque el régimen se negó a reconocer su derrota, algo cambió para siempre en la consciencia colectiva del país.

Hoy, un año después, mientras la tiranía sigue aferrada al poder, miles de venezolanos dentro y fuera de nuestras fronteras seguimos aferrados a otra cosa: la idea de que una nueva Venezuela es posible. Pero no basta con resistir: hay que diseñarla, construirla, prototiparla.

Uno de los referentes más fascinantes para pensar en ese proceso de rediseño es Patrick Collison, un joven irlandés que cofundó Stripe, la empresa que transformó los pagos digitales en todo el mundo. Lo que hizo especial a Collison no fue solo su éxito empresarial, sino su forma de aprender, construir y resolver problemas complejos en contextos rígidos y dominados por intereses establecidos. Con apenas 22 años, fundó una empresa que, en solo seis años, ya estaba valorada en 9.500 millones de dólares y que hoy supera los 91.000 millones en valoración global. En vez de aceptar las reglas existentes, Patrick diseñó un método para entender los sistemas desde su esencia, desarmarlos mentalmente, y luego reconstruir algo mejor desde cero. Ese método —que él aplicó al mundo financiero global— puede ser sorprendentemente útil para pensar cómo reconstruir un país como Venezuela después de una transición política.

¿Cual fue el método usado por Collison y como aplicaría a Venezuela? Consta de 4 elementos a considerar:

1. Ingeniería inversa obsesiva: imaginar el destino para construir el camino

Todo empieza con una visión. Y en nuestro caso, esa visión debe ser casi provocadora en su optimismo. Pongámonos por un momento en el año 2032. La presidenta María Corina Machado, luego de haber liderado con determinación y sentido histórico una etapa de reconstrucción democrática, impone la banda presidencial a un nuevo jefe de Estado, producto de una elección libre, competitiva y pacífica. Las instituciones funcionan. Los poderes están separados. Hay múltiples partidos políticos agrupados en coaliciones. Prensa completamente libre. Los venezolanos ya no huyen: regresan.

¿Qué indicadores nos dicen que logramos algo extraordinario?

El Producto Interno Bruto per cápita se cuadruplicó: el promedio de lo que gana un venezolano es de 8 mil dólares al mes.
• Escalamos al menos 30 puestos en El Índice de Desarrollo Humano (IDH) en menos de una década.
• El Índice de Estado de Derecho del World Justice Project ya no nos ubica como el peor país del mundo.
• El Índice de Gobernanza del Banco Mundial refleja mejoras sostenidas en control de la corrupción, eficacia gubernamental y participación ciudadana.
• El sistema de justicia transicional ha procesado crímenes y restaurado dignidades.
• Los niños comen tres veces al día. Las madres duermen con esperanza.

Esa visión del futuro debe ser descompuesta, pieza por pieza, como haría un ingeniero que quiere entender cómo funciona una máquina. Así diseñamos el camino, con rigor, sin improvisación.

2. Cuestionar cada suposición: enfocarnos en el concepto de República y repensar nuestra idea de democracia

Este punto es tan incómodo como necesario. No solo se trata de analizar los 25 años de chavismo —esa mezcla tóxica de autoritarismo, militarismo y crimen organizado—, sino de revisar críticamente las bases sobre las que se construyó nuestra democracia anterior.

¿Era verdaderamente inclusiva la democracia de 1958? ¿Qué dejamos de ver? ¿Qué dejamos de escuchar? ¿Qué pactamos en silencio mientras se deterioraban las instituciones, se sembraba el clientelismo y se marginaba a buena parte del país?

El nuevo liderazgo debe ser capaz de mirar hacia atrás sin nostalgias y sin miedo. Para fundar una democracia sostenible no basta con restaurar: hay que reinventar. Con base en la experiencia, sí, pero también con pensamiento crítico, inclusión radical y la convicción de que esta vez no podemos permitirnos fallar.

3. Aprender de los constructores del nuevo sistema

Durante años intentamos hablar con quienes ayudaron a construir el régimen que hoy padecemos. Algunos lo hicieron por convicción, otros por miedo, otros por cálculo. Y aunque ese aprendizaje fue útil para entender la lógica del poder autoritario, ha llegado el momento de mirar hacia otro lado: a quienes están construyendo una Venezuela nueva.

Debemos crear espacios para escuchar —en foros, laboratorios ciudadanos y diálogos abiertos— a los diseñadores de soluciones, a los jóvenes que crean plataformas para monitorear la corrupción, a los economistas que modelan una transición sostenible, a los activistas que luchan por una justicia restaurativa.

Al mismo tiempo, debemos tender puentes con quienes alguna vez pertenecieron al sistema autoritario pero hoy, desde el arrepentimiento o la lucidez, desean ayudar a desmontarlo. No hay futuro sin memoria, pero tampoco sin redención. Los liderazgos del porvenir deben construirse con muchas manos, incluso las de quienes un día estuvieron al otro lado del muro.

4. Prototipar desde primeros principios: construir la Venezuela posible

Stripe no se construyó sobre lo existente, sino desde los principios básicos de cómo debería funcionar un sistema financiero en el siglo XXI. Venezuela tampoco puede construirse sobre los escombros del pasado: necesita una nueva arquitectura.

Es por esto que propongo que empecemos a desarrollar una plataforma tecnológica de articulación nacional, un entorno virtual donde el talento venezolano —dentro y fuera del país— pueda modelar políticas públicas, simular escenarios, ensayar reformas, y compartir propuestas. No es una utopía digital: es un sandbox democrático.

Desde allí, podríamos responder preguntas fundamentales:

• ¿Cómo será el sistema de justicia transicional?
• ¿Qué modelo de descentralización dará más poder a los ciudadanos?
• ¿Cómo se distribuirán los beneficios del petróleo, el gas y los minerales estratégicos?
• ¿Cómo se asegura que el Estado no vuelva a ser una maquinaria de exclusión o -peor- de represión?

Este prototipo será una señal clara al mundo: los venezolanos no solo estamos listos para cambiar de régimen; estamos preparados para gobernarnos con responsabilidad, visión y talento.

Porque no partimos de cero:

• Somos la nación con las mayores reservas de petróleo del mundo.
• El país con más gas del hemisferio occidental.
• Uno de los 16 países megadiversos del planeta.
• Una cantera de talento humano forjado en la adversidad.
• Una sociedad que, aún rota, sigue viva.

El método del futuro

Prototipar no es fantasear. Es atreverse a imaginar, medir y construir. Es transformar la frustración en diseño. La indignación en hoja de ruta. La esperanza en acción.

Aprendamos de Patrick Collison. Apliquemos su método. No porque queramos hacer de Venezuela una startup, sino porque queremos fundar una República moderna, funcional, humana. Una que honre el sacrificio de quienes resistieron, el anhelo de quienes emigraron, y la dignidad de quienes, aun hoy, no se rinden. Una República Conectada.

Hace exactamente un año ganamos algo más que una elección: ganamos la certeza de que Venezuela se puede salvar. Ahora, nos toca diseñar ese país. Juntos. Obsesivamente. Desde cero. Hasta que funcione.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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