En la aldea
07 junio 2025

Wes Anderson: entre la estética y la emoción

Wes Anderson no hace “películas”: hace películas de Wes Anderson. Su estilo es único, reconocible a kilómetros, y su universo actoral se repite como si el cine fuera una gran familia.

Lee y comparte
Eduardo Escobar Amaya | 07 junio 2025

Todo el mundo tiene una opinión acerca de Wes Anderson.
Bueno, quizás no todo el mundo. El cineasta texano no ha alcanzado el nivel de los Scorsese o de los Spielberg del mundo (sin duda, una vara injusta para cualquier director de cine). Pero, poco a poco, Wes Anderson se ha transformado en uno de los directores más populares y conocidos en el cine alternativo. Es muy entendible la razón de esto: sus películas se reconocen como sus películas, y no como las de nadie más. Tiene un estilo que es propiamente único, y que nos permite identificarlas de lejos.

Tiene un elenco de actores que se repiten de película en película. Esto tiene un efecto de recompensa para el espectador: ver la evolución de, por ejemplo, Jason Schwartzman en sus películas nos hace sentir el crecimiento de él como actor individual. Desde 2021, Anderson ha sacado tres largometrajes (“The French Dispatch”, “Asteroid City” y “El Esquema Fenicio”) y una serie de cortometrajes para Netflix, basados en cuentos de Roald Dahl. El director se encuentra, como mínimo, en su momento más prolífico. Pero con el aumento de popularidad siempre viene un aumento de críticas.

Para un director con un estilo tan reconocible, decir que sus películas son “estilo sobre sustancia” es quizás la crítica más fácil. Mi filosofía general es que, en la mayoría de los casos, el estilo es la sustancia, y la estética es una razón completamente válida para justificar la existencia de una obra de arte en un medio visual. Sin embargo, cuando esta crítica se apunta hacia Wes Anderson, generalmente se utiliza como conclusión de un supuesto declive que Anderson ha tenido como cineasta. La idea es que las películas del director han reducido su poder emotivo, que su enfoque en la perfección estética ha neutralizado el impacto emocional que estas historias quizás podrían tener.

Sin duda, si comparamos “The Royal Tenenbaums” con “El Esquema Fenicio”, podemos ver que Anderson ha conseguido formas de expresar su estilo de la forma más maximalista posible. Pero yo, en lo personal, no estoy de acuerdo con esta crítica. Creo que Anderson simplemente ha perfeccionado su estilo con los años, y cuando voy al cine a ver una película nueva de él, estoy viendo a un cineasta en su mejor momento creativo.

Quizás mis películas favoritas de Wes Anderson no sean las más nuevas —pues el rol que juega la nostalgia en algo tan simple como “película favorita” no se puede descontar—, pero creo que, como director, nunca ha tenido tantas habilidades como hoy en día. Su película anterior, Asteroid City, que se estrenó en 2023, me parece de sus obras más emocionalmente resonantes, con una experimentación visual y estructural que se sale de lo común dentro de su cine, y con una exploración del duelo profundamente enternecedora.

Esta semana se estrenó la última película de Wes Anderson: El Esquema Fenicio.
La película trata acerca de “Zsa Zsa” Korda (Benicio del Toro), un multimillonario que intenta montar un misterioso proyecto transnacional en el Medio Oriente, con la ayuda de una gran cantidad de inversores. Cuando el gobierno de los Estados Unidos sabotea su proyecto y crea un “vacío” de dinero que amenaza con tragarse toda su fortuna, Zsa Zsa se embarca en una travesía a través del mundo para hablar con todos sus inversores y tratar de negociar que cada uno de ellos cubra una parte del “vacío” generado por el gobierno americano. A esta aventura se le une su única hija, Liesl (Mia Threapleton), una monja que busca reconectarse con su padre por la sospecha de que este mató a su madre. En el transcurso de la película, Zsa Zsa y Liesl se van conectando e influenciando mutuamente. Esta relación padre-hija es el centro emocional del filme.

De El Esquema Fenicio cabe destacar su estructura y su tono.
En cuanto a la estructura, para los estándares de Wes Anderson, es una trama bastante sencilla: Zsa Zsa ha organizado todo su “esquema fenicio” en una serie de cajas de zapatos, y lo seguimos en su aventura mientras visita el sitio que corresponde a la caja número uno, luego a la dos, y así por el resto de la película. Cada caja nueva corresponde a un sitio nuevo, a un inversor o a varios inversores nuevos, y a una nueva negociación. Es una estructura que llega a sentirse casi episódica, lo cual tiene sentido: evidentemente, la película se encuentra influenciada por los seriales televisivos de aventura que se podían ver a mediados del siglo XX.

En cuanto al tono de la película, este es Wes Anderson operando en modo caricaturesco. En efecto, El Esquema Fenicio es Wes Anderson dirigiendo su película más orientada a la acción, y que, por lo tanto, termina sintiéndose como una caricatura realizada en live-action. Si hay personas que no se han visto convencidas por la progresión del estilo de Anderson en los últimos diez años, y extrañan sus dramas más aterrizados, es dudoso que El Esquema Fenicio los convenza de volver, pues esta se encuentra firmemente en la parte caricaturesca de su cine.

Sin embargo, a la película no le falta un centro emocional: la relación entre Zsa Zsa y Liesl es lo que logra que no estemos observando acción sin parar, o chistes sin aterrizaje. Incluso haciendo una película más orientada a la acción, y menos al drama, Anderson pone partes de sí mismo dentro de ella. La película termina con una dedicatoria a Fouad Malouf. Este hombre, ya fallecido, fue el padrastro de Wes Anderson, y la película se basa en parte en él (el detalle de utilizar cajas de zapatos para armar planes está inspirado en Malouf haciendo lo mismo).

Creo que aquí recae mi disfrute de la película y del Wes Anderson moderno que tenemos el privilegio de observar: Anderson no ha perdido el toque personal, e incluso en su tono más caricaturesco y exagerado, es incapaz de alejarse emocionalmente de sus propias tramas. A Wes Anderson le importa, le emociona esto. Y la verdad es que a mí también.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión