Este sábado 12 de abril, en una casona restaurada con amor en el corazón de Villa Crespo, abrimos las puertas del primer Centro Venezolano Argentino. Es mucho más que un edificio: es un hogar. Un lugar donde nuestra comunidad podrá encontrarse, acompañarse, integrarse y crecer. Un espacio que funcionará como una verdadera embajada del alma para los más de 200.000 venezolanos que hoy vivimos en Argentina.

Este sueño hecho realidad es fruto del trabajo incansable de Alianza por Venezuela, una organización que desde 2018 no solo ha brindado asistencia a quienes tuvimos que migrar por necesidad, sino que ha alzado la voz —una y otra vez— para denunciar las violaciones de derechos humanos, la falta de libertades y la ruptura democrática que nos obligaron a dejar nuestra tierra. Somos parte de una diáspora de más de ocho millones de personas, y cada historia lleva consigo un dolor, pero también una esperanza.
Yo llegué a Buenos Aires en 2018, con mi pareja y mis hijos de dos y cuatro años. Era nuestro primer invierno, y no teníamos abrigos. No sabíamos lo que era el frío, ni cómo enfrentarlo. Fue entonces cuando conocí Alianza por Venezuela. Y a personas extraordinarias, como Elisa, Charbel, Ana y un largo etcétera. Me donaron ropa para los niños, y ese gesto —tan simple y tan humano— marcó un antes y un después. Sentí que no estábamos solos. Y como muchas otras personas, me quedé siendo parte. Porque esta comunidad no solo recibe ayuda, también la devuelve. Somos una comunidad que se abraza.
Gracias a ese abrazo, pudimos levantar este centro. Con el esfuerzo de decenas de voluntarios que pintaron paredes, reacondicionaron baños, trajeron lámparas, pinturas, muebles y aires acondicionados. Con la ayuda de cada donante, de cada vecino que se acercó, y con el acompañamiento de la Comuna 15, de dirigentes políticos, de embajadores y de organizaciones hermanas. Este espacio existe porque muchas manos lo soñaron juntas.
Aquí se dictarán talleres de inserción laboral, de apoyo a emprendedores, de convalidación de títulos, de asesoramiento migratorio. Habrá actividades culturales, jornadas médicas, espacios para los adultos mayores y, sobre todo, mucha escucha. Porque migrar no es fácil, y hacerlo forzadamente, mucho menos. Pero cuando se encuentra contención, cuando hay comunidad, se puede volver a florecer.
Los venezolanos hemos sido recibidos en Argentina con generosidad, con respeto, con afecto. Y cada día agradecemos ese recibimiento no solo con nuestras palabras, sino también con nuestras acciones. Nos estamos integrando, estamos aportando, construyendo nuevas familias y nuevas historias, con raíces en Venezuela y alas en Argentina.

Hoy, con el corazón lleno, les decimos: gracias. Este centro es de todos. Es la casa de una comunidad que no se rinde. Que celebra la vida, la libertad, y la posibilidad de empezar de nuevo.
Bienvenidos al Centro Venezolano Argentino. Bienvenidos a casa.