¿Y si no me quiero culpar a mi misma? ¿A quien más? Esta son las preguntas que hace la protagonista de “La Sustancia”, dirigida por Coralie Fargeat, protagonizada por Demi Moore, Margaret Qualley y Dennis Quaid, “La Sustancia” es una película bastante divertida y asquerosa, con un mensaje que aunque no sea sutil, igualmente es fácil de apreciar.
“La Sustancia” ha recibido una cantidad de elogios bastante alta, y hasta ha sido reconocida por la Academia, para los Academy Awards 2025 (conocidos normalmente como los Oscars). Tiene las siguientes nominaciones: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz Principal, Mejor Guion Original, y finalmente Mejor Maquillaje y Peluquería. Mejor Película y Mejor Director son nominaciones interesantes, pues es raro que una película de género que tenga tanto parecido al cine de terror clase B, obtenga estas prestigiosas postulaciones.
Mejor Actriz Principal es quizás la menos sorpresiva, pues si nos viéramos obligados a reducir el impacto de “La Sustancia” en tan solo una narrativa, el regreso de Demi Moore en una película experimental de sátira social sin duda sería la narrativa principal. Su actuación en el filme es excelente, y en mi opinión, ella es de las nominadas con mejor oportunidad de ganar. Mejor Guion Original es una nominación lógica, pues el cine de género normalmente se ve limitado a ganar este premio (podemos observar cuando “Get Out” obtuvo aquel premio en el 2017. Mejor Maquillaje y Peluquería es otra candidatura prácticamente garantizada para una película de este calibre, con este nivel de efectos prácticos y uso mínimo de efectos digitales.
En general, podemos usar las nominaciones de “La Sustancia” como evidencia para la idea de que el film, a pesar de ser una sátira muy francesa y bastante grotesca, ha conseguido un nivel de apoyo crítico bastante alto. No sorprende que “La Sustancia” haya traspasado la barrera del cine independiente extranjero, y se haya transformado en una película que el “mainstream” reconoció. Tiene un elenco muy reconocible. Demi Moore y Dennis Quaid han sido actores que, a pesar de no seguir en la “A List” de Hollywood en el 2025, han llegado a representar a la escena del cine norteamericano varias veces en el pasado. Y para los espectadores de generación Z, tenemos a Margaret Qualley, quien tiene una racha bastante constante de protagonizar películas críticamente bien recibidas, desde “Había una vez en Hollywood” hasta “Pobres Criaturas”.
Pero la atracción de “La Sustancia” va más allá del elenco. La premisa es bastante sencilla y pegajosa: Elisabeth es una estrella de Hollywood que se encuentra cada vez más rechazada por su edad, en una industria que solamente valora a las mujeres por su cuerpo. Elisabeth empieza a tomar una medicina experimental (la sustancia, en efecto), que le permite producir una versión más joven de ella misma, por siete días. Al final de los siete días, se vuelve a inyectar la medicina, y luego tiene que pasar otros siete días más como su versión moderna, antes de volver a generar a su ella-joven. La versión más joven de Elisabeth, Sue, tiene un cuerpo que es considerado más atractivo, y esto le permite tener la autoestima que su versión más mayor ya no posee. Parece ser un buen trato, hasta que Elisabeth/Sue para de respetar el balance de la situación, y pasa más y más tiempo del permitido en su cuerpo joven, conllevando a un clímax bastante asqueroso y divertido, lleno de “body horror”.
Mi percepción externa de la película era errada. Yo pensé, sin haberla visto, que Sue, la versión joven de Elisabeth, era una especie de copia – un clon. Revisando las redes sociales luego de ver la película, esta es una impresión que aparentemente muchas personas tuvieron luego de verla. Sin embargo, el filme lo deja muy claro: Sue y Elisabeth son la misma persona. El mensaje de que ambas son una, es repetido muchas y muchas veces. Si no le prestas mucha atención, te podrías perder este elemento de la narrativa, y te podría confundir el hecho que Elisabeth se molesta con Sue, por pasar demasiado tiempo festejando, y por ende, causarle daño físico a Elisabeth. Pero en la narrativa de “La Sustancia”, este no es el odio entre dos personas, sino el odio que tú podrías sentir en contra de ti mismo, el odio que quizás sientes al despertarte con resaca, molesto con tus decisiones de la noche anterior. Sue toma malas decisiones, y Elisabeth es la que tiene que lidiar con las consecuencias, pero no son, verdaderamente, dos entes diferentes. Cuando Elisabeth se molesta con Sue, es la historia demostrando cómo somos incapaces, a veces, de enfrentar las consecuencias de nuestras propias acciones. He visto una cierta cantidad de críticas dirigidas hacia la sátira social de “La Sustancia”. Es entendible: No tiene nada de sutil. El personaje protagonizado por Dennis Quaid, que es un productor de películas misógino, visualmente asqueroso, que no respeta a nadie, está modelado en la imagen del infame ejecutivo Harvey Weinstein. Un ejemplo de la falta de sutileza de “La Sustancia” recae en el hecho que este personaje literalmente se llama “Harvey”. Pero esto no me parece un problema. Es un error asumir que la sutileza es una cualidad inherentemente positiva. Más bien, hay que tomar la sutileza de una narrativa como un elemento neutro, que puede agregar o quitar valor dependiendo del resto del contexto, pero que por sí mismo, no es una virtud.

“La Sustancia” no está interesada en ser una película sutil. Le interesa más bien una narrativa con críticas directas y evidentes, un estilo bastante francés, y un toque de horror corporal. La narrativa construye un universo fantasioso que evidentemente no es el nuestro, sino el de un cuento de hadas, con una moraleja evidente, y visuales que intencionalmente hacen paralelismo a las brujas de aquellos relatos. Cualquier representación del mundo de la sustancia es secundario, porque la prioridad del guion recae en hacernos sentir que Elisabeth y Sue son personas con un trasfondo real, con las que empatizamos. Me parece que esta es la decisión correcta – esta película solamente funciona si conectas emocionalmente con Elisabeth.}
El mensaje acerca de las formas que nuestra sociedad transforma los cuerpos de las mujeres en objetos a ser vendidos y, eventualmente descartados, es un mensaje relevante, y aunque la película es exagerada y bastante graciosa, aún mantiene su humanidad: Hay una escena en particular en la que Elisabeth trata de salir en una cita con un hombre, y la dirección, el guion, y la actuación de Demi Moore, nos logran convencer de la realidad que esta mujer vive, a pesar de la surrealidad que la rodea. Todo concluye en un clímax que hace homenaje a las películas de monstruos clase B. Los efectos prácticos de esta conclusión son grotescos, asquerosos y (si no te molesta este tipo de película) bastante divertidos. Es extraño que una película con este tipo de horror corporal llegue al nivel de popularidad con audiencias y críticos que “La Sustancia” sin duda ha alcanzado, y me alegra que en el panorama de la gran pantalla, aún haya espacio para este tipo de cine más experimental para los estándares convencionales. No importa la razón – sea participar en la conversación cultural, o porque te gusta Demi Moore, o porque quieres ver efectos prácticos entretenidos – “La Sustancia” es una película que vale la pena ver.