El domingo 23 de febrero de 2025 dio inicio el Festival de Viña del Mar. Entre los invitados de la primera noche estaban Marc Anthony, la banda Bacilos y el comediante venezolano George Harris. Lo que se esperaba fuera una presentación más del festival se convirtió en un episodio de rechazo colectivo con persecución xenofóbica y política antes, durante y después del evento.
Una campaña mediática sistemática
George Harris, con más de 20 años de trayectoria internacional, ha llenado escenarios desde el Carnegie Hall en Nueva York hasta el Movistar Arena en Chile. Sin embargo, desde noviembre de 2024, tras ser anunciado como parte del festival, algunos medios chilenos como Chilevisión iniciaron una campaña de ataques en su contra. Se desenterraron comentarios políticos hechos tres años atrás en su cuenta de X, generando una polémica desproporcionada que parecía menos una crítica y más una excusa para alimentar un discurso de odio a través de los medios de comunicación.
A pesar de que Harris pidió disculpas en televisión chilena, el tono de la conversación no cambió, y todo se convirtió en contenido para distribuir en los medios sensacionalistas, las dosis de xenofobia que tan anheladamente la audiencia necesitaba. Por su parte, la participación de Harris en el festival estuvo al borde de la cancelación debido a la presión mediática y hasta amenazas de muerte, según confirmó el propio director del evento, Alex Hernández.
Desde programas de televisión como “Contigo” de Chilevisión y figuras como Julio César Rodríguez, se evidencia una campaña sistemática de desinformación, desprestigio y odio contra Harris (como lo han hecho en el pasado con casos de venezolanos a quienes atacan o ponen en duda el actuar de esa nacionalidad aunque las evidencias en los casos concretos muestren lo contrario), promoviendo la confrontación, el odio y la xenofobia por medios masivos. Incluso el día del evento, Rodríguez realizó comentarios provocadores para faltarle el respeto al comediante en televisión nacional, rayando en la homofobia.
De escenario a paredón de fusilamiento
A pesar del ambiente hostil, Harris subió al escenario. Antes de su presentación, el público lo ovacionó impresionantemente, lo que incluso sorprendió a los presentadores del evento, pero al iniciar su rutina, un sector del «monstruo» de Viña del Mar comenzó a pifiar y sabotear su show desde los primeros minutos. No se trató de una simple reacción a su humor, sino de un boicot premeditado que transformó su actuación en una especie de juicio público.
Este episodio no fue una evaluación de su talento, sino un reflejo de cómo la polarización y el rechazo al «otro» pueden manifestarse en eventos de gran magnitud, mostrando un problema más profundo, la cara oscura de algunos, del odio y la división. Como mencionó el propio director del festival: «Por supuesto que hubo xenofobia. Hubo un grupo de venezolanos que estaba arriba y fue atacado por un pequeño grupo organizado de chilenos». Y es importante resaltar que era un “pequeño grupo”, no son todos.
Medios, redes y la apología al odio
El Festival de Viña del Mar alcanzó su mayor rating desde el año 2020, con Marc Anthony liderando con 38,2 puntos y George Harris con 38,0. Esto demuestra que el morbo y el escarnio público siguen generando audiencias masivas, más aún si se incentiva a ello a través del festival más popular del país. Empresas privadas y municipalidades como Cerro Navia, Lo Prado y La Florida también se sumaron a lanzar leña al fuego en redes sociales, avivando la división, y convirtiendo la casilla de comentarios no solo en un caldo de opiniones hacia George Harris, sino también en una gran oportunidad para atacar a su gentilicio, a sus compatriotas, a sus propios vecinos: a los venezolanos.
Algunos dirán “no es xenofobia, es el monstruo” y la verdad, no es ni una ni la otra, son todas. Es cierto que en más de 60 años el festival tiene la tradición de abuchear y bajar a los artistas, y se sienten orgullosos de actuar de esa manera. Pero aquí está todo mezclado: es la tradición de la violencia al mejor estilo de circo romano, la persecución política (de la que justamente los venezolanos estamos huyendo), la xenofobia y un show con el que “no conectaron”.
Es como si los venezolanos se convirtieran en el chivo expiatorio de una sociedad entera para lavar sus males y drenar la ira, frustración y resentimiento al mejor estilo de La Purga.
Este episodio de Viña del Mar deja muchas preguntas. En una era donde el escarnio público se magnifica a través de medios y redes sociales, ¿cómo podemos garantizar que los espacios artísticos sigan siendo justos? ¿Tiene el humor una oportunidad real de brillar cuando la censura social y el linchamiento digital imponen su propio veredicto?
La oportunidad perdida
Haciendo la autocrítica, hay mucho que decir. Desde noviembre de 2024 empezó la campaña de odio, muchos venezolanos estaban nerviosos con esta presentación, y considerando que incluso hubo amenazas de muerte de por medio, al aceptar George Harris, muchos esperábamos un despliegue monumental que permitiera reducir las brechas que genera la xenofobia en el país.
Lamentablemente, no fue posible, y el manejo de George no fue el mejor. Quizá es fácil hacer la crítica desde acá, pero hubo frases que pudieron evitarse, porque algunas muy puntuales nos afectan a nosotros mismos como comunidad, y al final él se va, pero el problema queda en Chile con sus compatriotas.
Algunos dicen “se debió asesorar más o buscar ayuda de otros humoristas chilenos o venezolanos” o “es que no adaptó su rutina al país” y quizá sí, pero a la vez me pregunto, ¿de qué hubiese servido? Es como si le dijeras a la banda de rock alternativo estadounidense Incubus “oye, muy bueno pero no se adaptaron al país, cantaron en inglés”.
Podemos decir que efectivamente empezó flojo, pero no hubiese importado nada de eso. Repito (porque es importante): habían personas organizadas para sabotear, y no hay manera de continuar así. ¿Pudo responder mejor y reaccionar mejor? Sí, pudo hacerlo, pero reaccionó de otra manera y atacó (o se defendió producto de meses de acoso y xenofobia). ¿Tenía que estar preparado si iba a aceptar? Sí, debió estar muy preparado considerando toda la hostilidad expuesta anteriormente.
Siendo objetivos, y no estoy en contra de George por decirlo, no se preparó bien (más allá de la rutina revisada por la organización) para este contexto tan complejo, faltó un toque de malicia. Era una gran oportunidad, y se convirtió en la oportunidad perdida (aunque algo bueno debe salir de todo esto).
George Orwell inspirado en Chile, y la prensa internacional
Si George Orwell escribiera la novela 1984 basada en Chile, tal vez uno de los principios sería “La xenofobia es la paz”. Basta con seguir de cerca este caso, o cualquier otro en los medios de comunicación, las redes sociales y las casillas de comentarios, y compararlo con cualquier otro país como Argentina, Colombia, México e incluso Estados Unidos o Alemania para ver las grandes diferencias en el manejo, el tono y el odio difundido. No quiere decir que en esos países no exista xenofobia, la hay, pero en Chile está en el día a día, en cualquier comentario relacionado o no a los venezolanos, en los medios de comunicación diariamente y en cualquier otro espacio, público o privado.
En Chile quieren lavarse las manos, como cualquiera que hace daño y tiene temor de aceptar la violencia con la que la ejecuta y verse asimismo como el monstruo en el que se está convirtiendo.
Muchos dicen hoy “no es xenofobia, es que era fome” o “debió hablar de los rappis o los Uber”, y me pregunto: ¿George debió hacer reír a los chilenos desde los prejuicios xenófobos en los que encasillan a los venezolanos? Su aparente intención era vernos como latinoamericanos unidos por costumbres y tradiciones, no potenciar los prejuicios xenófobos.
Aunque en esta tierra muchos no quieran ver la verdad que se ha planteado acá, por suerte medios internacionales como Telemundo, NTN24 o incluso Deutsche Welle han abordado este tema desde la realidad xenófoba que vive el país.
Black Mirror nos ha mostrado estos escenarios distópicos por años, pero ya no hace falta ver la serie para vivirlos.
¿Qué debemos hacer como sociedad?
Ser mejores, educarnos y escuchar con amplia perspectiva. Las comunidades migrantes, desde la inteligencia, deben comprender que ante una sociedad con tantos problemas, las acciones que algún miembro de la comunidad realice pueden ser tomadas como excusa para atacar a la comunidad entera. Estos son los principios del colectivismo tribal, no te van a juzgar por quien eres, sino por tus rasgos, tu acento o tu lugar de origen, y con ello a todos los que se parezcan.
Por lo tanto, hay que actuar inteligentemente. No debemos dar motivos para que la xenofobia nos ataque, porque si uno cae en sus garras, caeremos todos. Esa es una forma inteligente de protegernos y apoyarnos, y siempre mantenernos informados para dar las respuestas correctas en medios de comunicación y otros espacios.
Cuando hablo de cuidarnos, también digo que debemos ser objetivos. No se trata de defender ciegamente, debemos entender cuándo se ha cometido un error y cómo nos afecta como comunidad para no repetirlo.
Finalmente, un punto importante es no replicar la discriminación, y pese a lo difícil que puede ser, no debemos permitir que el odio con el que atacan a la comunidad permee la comunidad. Que las injusticias de casos como estos no nos nublen como comunidad.
A los propagadores de odio
Por ahora no se me ocurren muchas sugerencias, pero a los medios de comunicación como Chilevisión, les digo que deben verse en el espejo de la emisora radial Las Mil Colinas de Ruanda, donde los presentadores fueron enjuiciados internacionalmente por incitación al odio y ser los principales responsables de ocasionar el genocidio en dicho país.
El rating a costa del odio y la xenofobia de la que no se hacen responsables los medios parte de los mismos principios que en Ruanda, y son crímenes de lesa humanidad. ¿Y las personas que le siguen el juego a los presentadores y medios? Pues, ustedes son los perpetradores, los peones, los ejecutores del odio.
Para finalizar…
En esta temporada de Black Mirror, ¿tendremos un episodio optimista como San Junipero? Creo que es posible, pero va a requerir mucho trabajo de los productores, colaboradores, fans y la sociedad, para que pueda ser producido.