En la aldea
30 enero 2025

La política: un llamado a luchar, no a ceder

Un cargo público que no transforme, que no confronte la opresión ni abra caminos hacia la dignidad, es un fracaso, es ser cómplice del mismo sistema que aplasta nuestras esperanzas.

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Samuel Díaz | 29 enero 2025

Muchos han dedicado años de esfuerzo con honor y esperanza para tener la oportunidad de postularse a un cargo municipal, regional o incluso nacional. Sin embargo, es necesario reflexionar sobre las realidades y retos que enfrenta cualquier persona que aspire a asumir esta responsabilidad. Esto, además, en un contexto donde el CNE no ha mostrado las actas de la elección del 28 de julio, y donde en las próximas elecciones se exige que los candidatos firmen, antes de los comicios, un documento aceptando los resultados emitidos por el CNE sin derecho a protesta.

Dividiremos estas reflexiones en tres fases: pre-elecciones, durante las elecciones y post-elecciones.

Antes de las elecciones

1. ¿Te dejarán postularte?

Antes de pensar en propuestas o campañas, la primera pregunta que debemos hacernos es si el régimen permitirá que te postules. En Venezuela, solo pueden aspirar a un cargo quienes no representan una amenaza al sistema o aquellos que no han sido “vendidos” (es decir, personas cuyo nombre fue entregado al régimen para eliminar competencia, obligándolas al exilio o a la clandestinidad), amenazados, perseguidos o inhabilitados. Las candidaturas viables están determinadas por las reglas impuestas por quienes controlan el poder.

2. ¿Con qué tarjeta o partido podrías postularte?

Si superas las restricciones políticas, surge la pregunta de cómo formalizar tu candidatura. ¿Tienes acceso a una tarjeta legalmente registrada? ¿Cuentas con un partido que respalde tu postulación? Sin una estructura partidista sólida, competir en igualdad de condiciones es prácticamente imposible.

3. ¿Cómo enfrentarás la persecución?

En un país donde la persecución política es cotidiana, ¿cómo organizarás a tus miembros de mesa y consolidarás un equipo de testigos que defienda los votos, cuando muchos de ellos están perseguidos, inhabilitados o atemorizados?

4. ¿Cómo recuperarás la confianza ciudadana?

Tras el fraude del 28 de julio, ¿cómo convencerás a los ciudadanos de que vale la pena votar? ¿Cómo les asegurarás que esta vez podrán defender su voto y que participar en los procesos de verificación ciudadana no será en vano?

Durante las elecciones

1. ¿Cómo enfrentarás el manejo fraudulento de resultados?

Si llegas al día de las elecciones, ¿cómo responderás si el CNE anuncia resultados que no puede comprobar con las actas? Enfrentar un sistema que manipula la voluntad popular sin transparencia requiere preparación y estrategia.

2. ¿Cómo defenderás los resultados sin garantías?

¿Qué harás si no tienes acceso a las actas o testigos en todos los centros electorales? ¿Cómo defenderás un resultado cuando las condiciones están diseñadas para impedirlo?.

Después de las elecciones

1. Si eres electo, ¿cómo gestionarás bajo el régimen?

Si logras superar los obstáculos y eres electo, operarás en un contexto donde el régimen controla cada aspecto del poder. ¿Cómo gobernarás sabiendo que cualquier decisión importante podría ser bloqueada o utilizada en tu contra?

2. ¿Cómo atraerás inversión y recaudarás impuestos?

Gobernar en Venezuela implica enfrentar retos económicos monumentales. ¿Cómo recaudarás impuestos en un país con una economía devastada? ¿Cómo atraerás inversiones legítimas en un entorno de incertidumbre y desconfianza?

3. ¿Cómo liderarás bajo constante amenaza?

Gobernar no será el fin de tus problemas, sino el inicio de nuevos desafíos. El régimen puede decidir inhabilitarte o encarcelarte por cualquier acción considerada “fuera de lugar”. Incluso sin hacer nada, podrías ser víctima de persecución, como ocurrió con Rafael Ramírez, alcalde electo de Maracaibo.

La verdadera vocación política

La política no es un refugio para los cómodos ni un escenario para quienes buscan aplausos. Es el campo de batalla de quienes están dispuestos a entregar alma, vida y corazón por un ideal.

¿Cómo podemos justificar lo injustificable? ¿Qué les diremos a los presos, a los torturados, a los secuestrados que luchan por defender su derecho a elegir? Ellos no luchan por promesas vacías ni por cargos que solo perpetúan el poder de unos pocos. Luchan por Venezuela, por la justicia, por la libertad.

Un cargo público que no transforme, que no confronte la opresión ni abra caminos hacia la dignidad, es un fracaso. Es ser cómplice del mismo sistema que aplasta nuestras esperanzas.

Debemos hacer de la política el faro que ilumine el camino hacia la libertad, no la sombra que alimente más sumisión.

La política exige coraje para enfrentarse a lo establecido, honestidad para no ceder a la corrupción y visión para construir el país que soñamos. Nuestra lealtad no está con un puesto ni con un partido. Está con la gente, con cada venezolano que merece un futuro digno.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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