En la aldea
12 enero 2025

El tiempo y dos épocas luminosas

"Ojalá todo marche a velocidad supersónica y la dictadura se derrumbe, para bien del pueblo y como merecida recompensa para los trabajos de la oposición"

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Elías Pino Iturrieta | 12 enero 2025

Si se busca una fecha para ubicar el comienzo de los movimientos colectivos de trascendencia en la política venezolana, no parece erróneo detenerse en 1945. Después del golpe contra el posgomecismo, las calles se animan como jamás antes y toma auge un movimiento de partidos organizados y de opiniones sobre el bien común que no había sucedido hasta la fecha. Los hechos de entonces se diferencian de los del pasado debido a que la gente, espoleada por unos liderazgos  que están naciendo, adquiere conciencia de su fortaleza y está segura de que puede llegar a metas triunfales. Jamás había ocurrido algo parecido en un pasado de guerras civiles, o de personas sin claridad sobre el peso de su influencia y confiadas en la dirección de  caudillos campestres.  Solo después del octubrismo adeco se puede hablar con propiedad de un acontecimiento de naturaleza masiva que cambia la historia de la sociedad.

Basta mirar las descripciones de los movimientos callejeros que suceden entonces, para establecer diferencias nítidas con los sucesos anteriores. El pueblo llano se adueña de ciudades y poblaciones, en un estreno capaz de alarmar con sobradas razones a la «gente de orden». Personas que jamás habían  hablado en público suben a las tarimas, muchas veces sin claridad sobre lo que quieren expresar, mientras las imprentas lugareñas prodigan periódicos de tiraje mínimo o sueltos que habitualmente no vienen bien redactados. Individuos que no han destacado en los asuntos cotidianos se convierten en representantes de los partidos que nacen en medio de gran entusiasmo, o entre insultos y patadas que entonces también hacen un  baile de debutantes en el que danzan por primera vez las mujeres humildes. En Caracas, las polémicas de un congreso que funciona como ninguno de antes y cuyo desenvolvimiento se trasmite por la radio, es  aula de una forma diversa de tratar los negocios públicos.

Sobre un escandaloso fin de  mundo escribió entonces una  tía de mi madre que era maestra de escuela en Boconó  desde el período gomecista, y quien se alarmaba por la masiva entronización de advenedizos, analfabetas en su mayoría. Pero esos entrometidos sin letras no se contentaron con  turbar la paz de la casa familiar: hicieron el entierro de una larga tiranía y sentaron las bases de la democracia representativa que floreció después de 1958.

En nuestros días también despunta una época diversa de la  historia, debido al nacimiento de un movimiento masivo que  encuentra parangón con el que se ha descrito debido a los elementos de novedad y promesa que ofrece frente a un establecimiento  que llega a sus postrimerías. Un parangón relativo, desde luego, porque las hazañas colectivas no se calcan unas de otras. Pero se asemejan debido al anuncio de un tránsito diverso de la sociedad hacia la reafirmación del republicanismo escarnecido por un régimen que  ha ganado con creces el campeonato de las negaciones democráticas.  De allí que estemos en las vísperas de un hecho histórico cuyos rasgos se relacionan con los del referido octubrismo debido a la creación de una fortaleza  que parece próxima y perdurable.

La fortaleza es el producto de un nexo establecido entre una flamante dirigencia política y las mayorías populares, que  no se divisaba en el panorama de la vida reciente y del cual, precisamente por su intimidad e  intensidad, puede esperarse la fundación de un nuevo capítulo de desenvolvimiento social. De refundación del republicanismo, más bien, debido a que el régimen de la actualidad, si no lo envenenó poco a poco, lo machacó con saña. También por el hecho de que el liderazgo en ascenso se ha alimentado de la precariedad o del fracaso de otros liderazgos de cuño democrático que van en lenta caravana hacia el cementerio, lo cual nos pone ante un apetecible pero riesgoso menú  que solo llega a la mesa cuando celebramos santos muy milagrosos.

Las fechas de los acontecimientos tienen problemas cuando están en plena evolución, pero no si físicamente han adquirido una consistencia orgánica o corporal que se hace imbatible. La posteridad no tiene problemas cronológicos cuando analiza sucesos como el octubrismo porque cumplieron su ciclo cabalmente hasta llegar a la meta, pero el reloj del presente debe tener paciencia con el movimiento de sus agujas. Debido a que sus episodios no han terminado, desde luego, y porque nadie sabe con precisión sobre su  finiquito. A veces las fuerzas en declive solo languidecen, implorando oxígeno o procurando reanimación a través  de presiones  desesperadas, mientras las más dinámicas deben esperar un plazo realmente propicio para el dominio redondo de la situación. Esas presiones pueden ser monstruosas cuando  los  matadores, todavía sin sacar la espada, ganan terreno en la pugna por el futuro. Ante la  inmediatez del túmulo  se puede procurar  auxilio  en armas antiguas  y temibles como el látigo, el cepo, el plomo y  el veneno.

 Si se agrega que el cronómetro  de la historia debe ser necesariamente cauteloso en sus mediciones, que son distintas a las de la vida cotidiana, a los horarios minúsculos de todos los días, predominan los acertijos y los presentimientos en lugar de los cálculos infalibles. En la actualidad venezolana las señales de la realidad anuncian la derrota de la dictadura y el retorno de la democracia liberal que ha trazado  su destino con la muleta de un régimen oscuro y enclenque, pero nadie tiene  a mano la bandera que se agita cuando la pista termina para que unos competidores suban al podio con medallas y trofeos. Pero van  a subir en medio de ovaciones, no hay dudas al respecto.  De allí que estemos a punto de  hablar sobre dos acontecimientos  concretos y cabales, el de 1945 y el de la actualidad.

Tal destino parece  próximo, en suma, pero el escrito que ya termina  no se pasa  de modoso cuando afirma que las prisas no congenian con la historia. Ojalá todo marche a velocidad supersónica y la dictadura se derrumbe, para bien del pueblo y como merecida recompensa para los trabajos de la oposición. Sin embargo, tal vez falten unas hojitas de calendario que aprovecharé para seguir los consejos de MCM. Me parece que el puerto está más a la vista con  ellos.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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