-¿Todo el Caribe está rodeado entonces?
-Sí, estamos rodeados.
Eso reconoce el biólogo marino e instructor de buceo José Juan Grieco Torres, sin que la desesperanza asome en su tono de voz. Es una realidad con la cual hay que lidiar y a estas alturas no es solo un problema de Venezuela: la invasión de la especie introducida Unomia stolonifera es una amenaza que avanza desde las costas de Venezuela, que ya se detectó en Cuba en febrero de 2023 y que está muy cerca del resto de las islas caribeñas. O que ya pudo haber llegado a algunas de ellas.
Grieco Torres, quien forma parte de la organización civil Proyecto Unomia –creada en 2017-, establece el contexto: este coral blando tiene su hábitat natural en el sur de Indonesia (Sulawesi), a más de 15 mil kilómetros del Caribe. Se tiene plena seguridad de que fue introducido de forma ilegal en Venezuela, en una zona aledaña al Parque Nacional Mochima (Bahía de Conoma) entre 2000 y 2005.
Hoy ha colonizado más de 70% del parque nacional –algunas versiones indican que supera el 80%- y desde Anzoátegui llegó a las costas de Sucre, Aragua y Falcón. Pero además, un trabajo conjunto entre Proyecto Unomia y científicos cubanos localizó una colonia en aguas al norte de ese país.
En una carta de presentación de Proyecto Unomia se advierte que su presencia en Choroní (Aragua) y en el Refugio de Fauna Silvestre de Cuare (Falcón) ubica a Unomia stolonifera apenas a 140 kilómetros de Aruba, Curazao y Bonaire y apunta que en poco tiempo la invasión podría avanzar hacia el oeste hasta llegar a las costas de Colombia (a 350 kilómetros) y hacia el este, a las Antillas Menores (a 300 kilómetros).
El hallazgo en Cuba le da fuerza a la hipótesis de los investigadores de Proyecto Unomia: el Gran Caribe está en alto riesgo.
Lo que es
-Es un coral blando de la familia Xenidae.
A esa conclusión llegó el investigador y mayor experto mundial en los corales de esa familia, Yehuda Benayahu (Universidad de Tel Aviv, Israel) tras analizar la información que recibió desde Venezuela.
Juan Pedro Ruiz-Allais, biólogo marino y director científico de la Fundación la Tortuga, se encontró con este organismo mientras hacía un estudio de impacto ambiental en Valle Seco (Bahía de Conoma), un pueblo en el Municipio Guanta del estado Anzoátegui.
“Un invertebrado que él jamás había visto”, recuerda la historia Oscar Miguel Lasso-Alcalá, oceanógrafo e ictiólogo, investigador del Museo de Historia Natural La Salle y quien también forma parte del Proyecto Unomia como asesor científico.
No fue sencillo identificarlo. El hallazgo se produjo en 2007, pero fue en 2014 cuando se hizo la primera caracterización científica en un trabajo conjunto entre Ruiz-Allais y Benayahu (con otros colaboradores) en el que se le registró como Xenia sp. porque para entonces estos investigadores solo pudieron reconocer el género pero no la especie.
“Entre 2014 y 2021, Benayahu y su equipo de colaboradores publicaron 111 estudios en artículos científicos hasta que pudieron llegar a identificar la especie, que ya estaba descrita de Indonesia”, explicó Lasso-Alcalá. Hubo que hacer una redescripción y una nueva clasificación en 2021, para lo cual crearon un nuevo géneroque llamaron Unomia (de un solo tronco), para incluir a la especie U. stolonifera”.
En paralelo a este largo proceso y desde el año 2007, Ruiz-Allais alertó a las autoridades de Venezuela. Aunque no estaba seguro sobre la identidad específica del organismo, lo que sí quedaba claro es que se reproducía y expandía rápidamente cubriendo a los corales de la zona y en consecuencia aniquilándolos al impedirles la posibilidad de alimentarse y recibir luz del sol.
“En el Indo-Pacífico hay más de 300 especies de xénidos”, ilustró Lasso-Alcalá: “Y se mantienen en equilibrio entre ellos generando toxinas, es como una guerra química que los regula en su expansión”. Eso, por supuesto, no existe en las aguas caribeñas. Y tampoco el caracol sin concha que se alimenta de ellos en Indonesia. Así que Unomia stolonifera tuvo –y tiene- el camino abierto para prosperar y convertir su presencia en una invasión.
El experto en especies introducidas y sus invasiones del Museo de Historia Natural La Salle añadió otro elemento a considerar: “Las especies introducidas tienen éxito cuando falta un ladrillo en la pared. Y aquí, como en casi todo el mundo, los ecosistemas ya tienen impactos previos. Cerca de Valle Seco tienes demasiados impactos antropogénicos”. Se refiere, claro, a la actividad humana: construcciones, contaminación de las aguas, pesca y a la vecindad con la actividad petrolera y petroquímica de Anzoátegui.
Según las investigaciones de los científicos colaboradores del Proyecto Unomia, únicas realizadas y publicadas hasta la fecha (J.P. Ruiz-Allais, O. M. Lasso-Alcalá y Y. Benayahu) la advertencia es directa: “El coral invasor Unomia stolonifera cubre grandes extensiones del fondo marino en poco tiempo, destruyendo toda la biodiversidad de los ecosistemas colonizados. En las áreas más afectadas, han sido eliminados casi por completo los corales nativos y las diferentes especies sésiles (que no se pueden mover)asociadas al arrecife y praderas de pastos marinos”.
Estos científicos han observado que “los peces, crustáceos, moluscos y otras especies móviles asociados a los ecosistemas, están siendo impactados negativamente (desplazados), observándose una disminución alarmante de sus poblaciones. Esta invasión, por su magnitud, debe considerarse sin lugar a dudas, como una catástrofe ecológica sin precedentes, de consecuencias imprevisibles también a nivel social, alimentario y socio-económico (afectación de la pesca artesanal y turismo, entre otras), no solamente para Venezuela, sino para toda la región del Gran Caribe (Mar Caribe y Golfo de México)”.
El biólogo José Juan Grieco Torres resumió el asunto: “Donde veas una zona de arrecifes invadida de Unomia, todo lo que está debajo está muerto. Lo que vas a encontrar ahí son los exoesqueletos de los corales”.
Y así describe al coral blando Unomia stolonifera: “Es un organismo altamente competitivo por el espacio y es sumamente versátil. Esto quiere decir que si lo liberas en un sitio de fondo fangoso, se adapta perfectamente. Si el fondo es rocoso, se pega a la roca. Si es arenoso también. Si el fondo es coralino, también. Si son estructuras hechas por el hombre, también se adapta. Es como un ‘Terminator’. La única manera de matarlo es extraerlo del mar y disponerlo de manera adecuada en tierra firme para eliminarlo. No lo puedes sacar y tirarlo en otra zona del mar porque estarías generando más problemas”.
Si bien existe la posibilidad de que el octocoral –por sus ocho tentáculos- pudiera haber llegado a Venezuela de polizonte en los tanques de descarga o agua de lastre de algún buque petrolero, también hay la certeza entre los pescadores de Valle Seco y los investigadores consultados,de que fue introducido por una persona dedicada al negocio de los organismos para acuarios.
“Es un hombre del cual no quieren decir el nombre porque los amenazó una vez que reventó el problema de la Unomia”, contó Grieco Torres: “Parece que tiene influencias… y obviamente estos son pescadores humildes. Ellos saben quién es: es una persona de La Guaira que se dedicaba a la comercialización de organismos para acuariofilia. Él venía más o menos cada dos meses y una vez llegó con unos tambores con este organismo y lo sembró en diferentes partes. Su idea era ir cada cierto tiempo a cosecharlo para revenderlo. Nunca se imaginó el gravísimo problema que iba a generar”.
Devastación
Entre 2021 y 2023, este grupo de investigadores que trabajan con escasos recursos propios, identificaron 600 zonas con presencia del coral invasor que cubren al menos 2,1 kilómetros cuadrados del área del Parque Nacional Mochima.
“Los dos estados más afectados ahora son Anzoátegui y Sucre”, detalló Grieco Torres: “Creo que para finales de año tendremos el 100% de la prospección de todo el Parque Mochima. Eso nos va a dar una idea con respecto a las prospecciones previas que se hicieron en 2014 y 2017 de cómo ha ido la evolución de la colonización de la Unomia en los arrecifes del parque”.
Para efectos del trabajo, Valle Seco es la “zona cero”, el lugar donde se vio por primera vez. En ese entorno hay lugares 100% colonizados por este coral blando que avanza implacable. El Parque Nacional Mochima ha perdido el tono luminoso y colorido. Su fondo marino es como una gran alfombra marrón tejida con enormes colonias del organismo. Ya el arrecife no funciona como lugar de guardería o cría de peces y otras especies móviles de crustáceos y moluscos.
“Los arrecifes y las praderas de pastos marinos son lugares de crecimiento para las nuevas generaciones, para el recambio de lo que se extrae con la pesca”, explicó Lasso-Alcalá: “Y si ese ecosistema no está funcionando, ya no cumple esa función. Ahí no se van a reproducir las especies. Entonces ya tienes el efecto ecosistémico y de una vez tienes el efecto sobre la actividad socioeconómica”.
El resultado no es sólo este fondo yermo, casi unicolor: la pesca en las costas de Anzoátegui disminuye. Los pescadores reportan que ya hay especies que prácticamente han desaparecido.
“Unomia le está quitando la casa a todas las especies que no se pueden mover y las que sí se pueden mover, crustáceos, peces, etcétera. De esta manera, van a migrar a otros lugares y ya no las vas a tener allí”, detalló Lasso-Alcalá: “Ese es el impacto directo”. Y ya es un hecho.
Hasta Puerto Rico
Sobre las formas de dispersión de este “Terminator” de cuerpo blando, Ruiz-Allais y Lasso-Alcalá han estudiado varias opciones combinadas. Una es gracias a las redes de pesca: en el proceso de captura de peces, trozos de Unomia stolonifera quedan atrapados en las redes y trampas (nasas) y al ser extraídas o limpiadas, esos trozos son liberados posteriormente en otras zonas en las que establecen nuevas colonias gracias a su capacidad de reproducción asexual.
Otra forma de dispersión es por vía de las corrientes marinas. O incrustado en otros organismos vivos e incluso adherido en las anclas o los cascos de embarcaciones. Y por último, en los tanques de aguas de lastre de los grandes barcos de carga.
Así se supone que viajó hasta Cuba: “Aquí en Anzoátegui está el principal puerto petrolero de Venezuela, el del Complejo Criogénico de Jose. Y es frecuente el tráfico de estos barcos tanqueros desde aquí para Cuba”, apuntó Grieco Torres: “No es nada extraño que larvas o fragmentos del organismo coral viajen en los tanques de lastre de los barcos, que son tanques internos que se llenan con agua para permitir el equilibrio en la flotabilidad de la embarcación. Eso absorbe agua con unas bombas y cualquier organismo pequeño que esté por ahí se lo chupa y después, cuando el barco llega a otro sitio o puerto de destino, liberan el agua”.
Tratándose de un organismo altamente adaptable como Unomia stolonifera, no quedan muchas dudas al respecto. Y menos por el hecho de que la primera colonia que se detectó en Cuba –documentada oficialmente en 2023- está en Bacuranao (Municipio Habana Este), a unos 14 kilómetros de la refinería más importante de la isla.
El 14 de mayo de 2024, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico declaró una emergencia ambiental para los ecosistemas marinos por la presencia de Unomia stolonifera en Sur y Norte del Caribe y una de sus primeras medidas es establecer un mejor control y manejo de las aguas de los tanques de lastre.
Un documento en proceso de publicación formal en una revista científica (pre-print) fechado el 10 de mayo de 2024da cuenta de la presencia de un coral blando en Puerto Rico detectado al suroreste de la isla en octubre de 2023. Pero los investigadores determinaron que se trata de Xenia umbellata, originario del Mar Rojo y con similar capacidad expansiva y adaptativa de Unomia stolonifera.
La agencia gubernamental, sin embargo, difundió un comunicado a propósito de la declaratoria de emergencia ambiental en el que explicó que desde febrero llevan registro de al menos cuatro zonas afectadas al sur de la isla por Unomia stolonifera y ubican en Venezuela la entrada de esta especie al Caribe en torno a los años 2000 y 2005: “Estos organismos crecen sobre todo tipo de ecosistema marino, a distintas profundidades, sofocando los organismos marinos sésiles y desplazando aquellos que tienen capacidad móvil, provocando un cambio en dichos ecosistemas marinos, causando una merma en la diversidad y densidad de especies y cobertura de coral. Sin embargo, las acciones para controlar la especie en Venezuela no comenzaron hasta el año 2021”.
¿Y aquí qué hacemos?
En esencia, lo que se tenía que hacer no se hizo: actuar con rapidez.
“Hace unos años ocurrió en Brasil una invasión por otro invertebrado, un octocoral. La ventaja fue que lo identificaron y actuaron de inmediato. Y prácticamente lo eliminaron en menos de un año porque eran colonias muy pequeñas”, contó Grieco Torres.
Y esto fue lo que hicieron: “Con unas lonas plastificadas, de color negro, ellos cubrieron las zonas donde estaban estos organismos. Los corales duros y los octocorales para poder prosperar necesitan alimentación, luz intensa del sol y temperatura constante. Al bloquear el paso de la luz del sol a los octocorales, el organismo se estresa y expulsa una microalga que vive en simbiosis (zooxantela) –el coral le brinda protección y la microalga a través de la fotosíntesis le brinda sustancias nutritivas. La microalga queda libre en el agua y se muere o es devorada por microorganismos, y el octocoral en 4 o 5 días muere porque no tiene comida. La estrategia fue un éxito porque actuaron rápido”.
A pesar de dar la alerta temprana, Proyecto Unomia no contó inicialmente con el apoyo de los organismos del Estado venezolano o de la empresa privada para la evaluación del problema.
Hubo, sí, reuniones iniciales años atrás con representantes del Instituto Nacional de Parques (Inparques), del Ministerio de Ecosocialismo y con funcionarios de otros despachos.
En declaraciones a Cronica.uno en 2023, Juan Pedro Ruiz-Allais aseguró que en 2011 organizaron una expedición de campo para que representantes del Ministerio del Ambiente e Inparques conocieran directamente el problema. Ese medio revisó las memorias y cuentas del ministerio entre 2012 y 2017 y aunque encontraron referencias de acciones de prevención, control y erradicación de especies como la rana toro, el caracol africano y el pez león, no hallaron ninguna acerca de la Unomia stolonifera.
A partir de 2021 existe algún registro de que el Ministerio de Ecosocialismo comenzó a organizar equipos de voluntarios para la extracción manual del octocoral, una estrategia que los expertos consultados consideran errónea: es poco efectiva en relación a la extensión de los espacios colonizados por Unomia y empeora las cosas porque cada porción del organismo que escapa y se dispersa en el agua durante la ejecución, dará lugar a una nueva colonia.
Pero por más que se haya advertido, en enero de 2024 el propio ministro Josué Lorca declaró durante una entrevista en Venevisión que esta era una de las acciones que estaban llevando a cabo para contener la invasión.
La otra, explicó el funcionario y sus declaraciones fueron recogidas en una nota de prensa del ministerio difundida el 12 de enero, es hacer pruebas con el sistema aplicado por los brasileños “por obstrucción de sol” y al retirar las mantas negras “ya el coral ha fallecido y las otras especies entran a hacer su trabajo, los peces, los moluscos, todo lo que esté alrededor, comienzan a comerse al coral y se recupera la zona”.
Lorca también mencionó otra posible línea de acción sobre la que estarían experimentando: “Las últimas investigaciones que se han venido trabajando, es a través del combate químico. Es colocar algún tipo de químico que vaya debilitando al coral y permitiéndole al otro coral ser competitivo ante él y tener un tipo de restauración”.
El ministerio estaría trabajando en esto en alianza con otros entes oficiales y en contacto con equipos del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, de la Universidad de Oriente y de la Universidad Central de Venezuela. Y también ha contado con apoyo extra: “La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), aprobó una contribución de 5.900.000 dólares para el Plan de Control y Erradicación del coral Unomia stolonifera”, es un dato divulgado por su equipo de prensa.
En este contexto, no han faltado -por supuesto- algunos interesados en sacar provecho comercial de esta emergencia ambiental –que lo es, aunque no se haya declarado- ofreciendo acabar mágicamente con la invasión de este organismo. Como si tal cosa fuese posible.
Los investigadores que desde 2017 se agrupan bajo el nombre de Proyecto Unomia y que abordaron el caso desde el primer momento (2007), aseguran que hasta ahora son los únicos en haber hecho estudios y publicaciones científicas sobre Unomia stolonifera. Y como parte de una campaña educativa, esta información se ha extendido y divulgado a las autoridades, a las comunidades afectadas y al público en general.
Para ellos está muy claro algo importante: “Tenemos que aprender a vivir con el problema”, destacó Lasso-Alcalá: “No lo vamos a eliminar, hay que manejarlo, hay que tomar acciones. Todas las metodologías son experimentales. Nosotros lo hemos advertido aquí en Venezuela e incluso a colegas interesados de otros países del Caribe. Les pedimos su ayuda para manejar el problema, pero hasta ahora no conseguimos esa ayuda. Hoy día es un problema de todos, las especies animales no tienen gentilicio ni reconocen fronteras”.
“Este organismo llegó para quedarse”, advirtió Grieco Torres: “Quien diga hoy que tiene la solución mágica y definitiva para erradicar a Unomia stolonifera está mintiendo. Simplemente, no sabe nada. Es literalmente imposible eliminarlo por completo. La idea es mitigar o frenar el avance de este organismo en los arrecifes que nos quedan”.
Y esto, desde el punto de vista técnico se llama “manejo”, explica el experto en especies introducidas y sus invasiones, Lasso-Alcalá.
Ambos tienen reservas sobre algunas de las medidas que se están aplicando o se pretenden activar. La extracción manual es descartada por completo. Sobre la técnica copiada de Brasil, explicó Grieco Torres: “Tiene un alcance muy limitado porque funciona en zonas de poca profundidad, en superficies de poco tamaño y en zonas de fondo plano donde puedes instalar este tipo de lonas. Pero cuando hablas de un arrecife de coral, una estructura inmensa y tridimensional, ¿cómo la cubres? Tendrías que tener una lona del tamaño de una carpa de circo. Y desplegar algo de ese tamaño es súper complicado… Eso lo implementó la gente del Instituto Oceanográfico de la UDO. Pero cuando cambia la marea o con el oleaje, se voltean las lonas. Y también se las han robado. Funciona en sitios poco profundos, con fondo plano y protegidos de corrientes y oleajes. Pero es muy difícil que pueda funcionar en otras condiciones”.
La utilización de químicos, para Lasso-Alcalá es poco menos que una insensatez y la razón es obvia: contamina el ecosistema sin tomar en cuenta las consecuencias. 95% o más de Unomia stolonifera es agua. Es posible que encuentren un químico que mate al organismo, pero lo que sea que utilicen quedará liberado en el mar generando, con seguridad, otro problema.
En el IVIC se está estudiando la composición química de Unomia stolonifera para tratar de encontrar algún bioquímico de utilidad para la industria farmacéutica o cosmética que, a la larga, convierta en una buena inversión inyectar recursos para su extracción. Pero eso, que esapenas un deseo, es algo que toma mucho tiempo y la invasión al Caribe avanza rápidamente.
En algún momento el biólogo Grieco Torres escuchó que desde alguna instancia se planteó traer a Venezuela el caracol sin concha que depreda a los octocorales en Indonesia. La historia ha enseñado suficientemente que esa será siempre una mala idea: “Ya sabemos lo que ocurre cuando insertas a los depredadores naturales… Será peor el remedio que la enfermedad. Lo que hay que hacer es buscar la solución acá. La relación riesgo-beneficio es muy alta. No sabes si en vez de comerse a la Unomiaesos organismos arrasan con otra cosa”.
La propuesta de Proyecto Unomia toma en cuenta muchos factores y podría demostrar su viabilidad –o no- sin comprometer más la situación en los arrecifes y playas de Anzoátegui y otros estados de Venezuela. Pero tiene algo en contra: la falta de recursos para materializarse.
Sin embargo, no se rinden: “Planteamos una extracción mecánica mediante succión con una bomba de agua especializada, de alta potencia”, resumió Grieco Torres. En ese proceso, los octocorales succionados serían almacenados para su posterior disposición adecuada en tierra firme. Algo que no debería representar mayor problema considerando que tras unos pocos días al sol, es mínimo lo que queda de un organismo que es más de 95% agua.
-Pensamos que es la solución “menos mala” y que no afectaría a los pocos organismos autóctonos o nativos que todavía quedan. El plan que tenemos es tratar de llevar adelante nuestro proyecto y presentar los resultados, para ver si así nos prestan mayor atención y nos financian.
Grieco Torres lo ve posible. Y más ahora que parece que tras la inicial dispersión de esfuerzos, las rivalidades profesionales, los cruces de intereses, los aventureros y el recelo del sector oficial, asoma la posibilidad de unirse en la labor.
Los principales actores que han abordado el caso Unomia, se reunieron los días 20 y 21 de junio en Anzoátegui en el primer “Encuentro Técnico-Científico con el Poder Popular”, un evento organizado con apoyo de la FAO, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y el Ministerio de Ecosocialismo, en el que participó como ponente Grieco Torres y al que también asistió el coordinador del Proyecto Unomia, Mariano Oñoro. En Proyecto Unomia hay, en este momento, optimismo luego del apoyo ofrecido por el ministerio.
De momento, y visto desde afuera, luce como una carrera por demostrar quién presenta la mejor opción o quién sabe mover mejor sus contactos. Ojalá que de la experiencia en las mesas de trabajo de ese encuentro en Puerto La Cruz se llegue a un consenso sobre lo primero, porque de lo contrario el destino de buena parte de los arrecifes y otros ecosistemas caribeños será sucumbir ante un organismo del cual todavía falta muchísimo por conocer.