No esperó que pasara mucho tiempo. Apenas se oficializó la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia, el régimen chavista le arrebató su tarjeta a Primero Justicia (PJ) para entregársela a José Brito y, acto seguido, procedió a inhabilitar a tres dirigentes de ese partido, Tomás Guanipa, Carlos Ocariz y Juan Carlos Caldera, y a los alcaldes Elías Sayegh y Josy Fernández, fundadores de Fuerza Vecinal que rompieron con esa organización.
Con esta nueva arremetida, el oficialismo envía distintos mensajes.
-Deja claro que cobra.
-PJ: se entendía que desde 2020 la tarjeta del partido flotaba en el limbo -y no había sido expropiada formalmente como ha ocurrido con los símbolos de Acción Democrática, Voluntad Popular, Copei y tantos más – por la existencia de un canal de comunicación entre el régimen y Henrique Capriles Radonski.
Producto de ese canal de comunicación, se acordó la designación del anterior Consejo Nacional Electoral (CNE), que incluyó como rector principal por la oposición a Roberto Picón. Dentro de PJ, Capriles abogó por la candidatura de Rosales. El partido no suscribió esa tesis y el chavismo vino a cobrar, quitándole sus símbolos.
Tomás Guanipa: en el debate interno sobre la candidatura, Tomás Guanipa coincidió con Capriles Radonski. No eran “rosalistas”, valga la aclaratoria. Su planteamiento podía resumirse así: no vetar a nadie y apoyar a Rosales si era la única opción que quedaba. Su preocupación, decían, era terminar en el barranco de la abstención por desechar de antemano la alternativa que ofrecía el gobernador del estado Zulia.
La corriente de Capriles Radonski y Guanipa contaba con la mayoría del partido, advierten. Pero en la discusión interna, no pudieron ejercer esa mayoría. No les alcanzó para vencer la resistencia de quienes rechazaban frontalmente a Rosales, sector encabezado por el mismísimo Julio Borges. Al final, todos apostaron por el consenso, evitaron la fractura interna y respaldaron al embajador González Urrutia.
A Tomás Guanipa le sale nuevo castigo. Debe recordarse que llegó a estar en el exilio en Colombia y, una vez se incorporó a la delegación de México, el chavismo le permitió volver y participar en las elecciones regionales de 2021. Ya no más.
-Carlos Ocariz: siempre se mostró fiel a María Corina Machado. ¿Su inhabilitación es un “incentivo” para David Uzcátegui, líder de Fuerza Vecinal? Más adelante se abordará el caso.
– Juan Carlos Caldera: comprometido con el desarrollo y éxito de la primaria. Resistió las presiones del entorno, lleva la voz de PJ en la Plataforma Unitaria. Respetando el mandato popular y el liderazgo de María Corina, contribuyó a construir el consenso. El chavismo no perdona ni olvida.
-Elías Sayegh y Josy Fernández: rompieron con Fuerza Vecinal y se acercaron a María Corina. Con ellos el chavismo amenaza a todos los alcaldes en ejercicio: Ya saben a lo que se exponen si respaldan la unidad y trabajan por el cambio. Puede que más de uno se lo piense tres veces.
-Uzcátegui y Fuerza Vecinal (FV): cierto es que las inhabilitaciones “eliminan” a potenciales candidatos para Miranda, como en el caso de Ocariz. Sin embargo, las regionales lucen muy lejos, sobre todo con unas presidenciales que pueden sacudir todo el tablero político.
En 2021 la candidatura de Uzcátegui generaba dudas. Pero ahora ya todas las interrogantes han sido despejadas. Darle la espalda a la unidad opositora solo favorece la continuidad de Nicolás Maduro.
Uzcátegui dijo en una ocasión que FV nació de un error, en referencia a la abstención de 2017. Pero otra cosa es quien nace, crece, se reproduce y muere en el error. Casualmente, este partido comenzó a dar tumbos con el tema de la candidatura tras el escándalo de corrupción en Baruta. De prometer participar con candidato propio en la primaria, a retirarse por completo y denunciar que la consulta estaba “destinada al fracaso”.
Luego, llegaron los rumores sobre la intervención de facto de la Alcaldía de Baruta. ¿Qué tan libre es ese partido para establecer sus líneas políticas? Dirigentes regionales contradicen la orden de Caracas y se suman a la campaña de González Urrutia. En el horizonte de Fuerza Vecinal ya asoma otra ruptura y más deserciones.
En conclusión: Así paga -y cobra- el diablo.