Hace dos años, abordé en este portal, el tema del estudiante; una de las múltiples opciones del hacer cuando se es joven. Escribí bajo el título: “El saber frente al dominio: Una mirada al estudiante…” Abordar el tema del joven es siempre complejo, porque es una de las experiencias humanas más desafiantes, es el momento de los sueños, de las grandes decisiones que marcan la vida, de las preguntas existenciales, de las opciones políticas, de la libertad y posibilidad de pensar fuera de lo convencional. Es el momento de la curiosidad, del riesgo, de las preguntas.
Todos hemos sido jóvenes y lo sabemos, fue parte de nuestro crecer, todo esto permanece pero con un impulso distinto, ni mejor ni peor, solo distinto. Pero no se trata de nosotros sino de ellos. Los jóvenes y ese momento de la vida, nos pone al frente de una libertad contagiosa o como dice el lema salesiano de este año: “el sueño que nos hace soñar…”
No es posible pensar en un joven sin libertad y sin curiosidad, el miedo no es algo que lo defina. Por eso, tal vez, me causó tanta sorpresa escuchar a mis estudiantes universitarios del segundo año de carrera, decir: “tengo miedo a la curiosidad”. ¡No podía creer lo que estaba escuchando! Nadie lo negó. Todos en silencio, aceptando sin cuestionamiento aquella definición y posición ante la vida.
Son jóvenes, de entre 19 y 22 años, los mismos que antes del 22 de octubre de 2023 decían que la mayoría de ellos no se habían inscrito en el Registro Electoral, por tanto no votarían. De ese grupo solo votó uno. Tienen claro que “mataron a muchos jóvenes en protestas, hirieron y metieron presos.” Aprendieron por la fuerza a no tomar riesgos. Están forzados a no ser jóvenes aunque lo sean.
La política, que es uno de los espacios naturales para el desarrollo juvenil, no la ven como opción. Esa frase está en mi cabeza, se repite una y otra vez, “tengo miedo a la curiosidad.” La curiosidad impulsa, reta, te coloca ante la pregunta, si estás en un contexto amenazante, sin libertad, autoritario, restrictivo, ser curioso, hacerte preguntas que te puedan llevar a lo insoslayable, produce miedo, cuando otros tienen el control y no tú. Miedo a la pregunta es miedo a la libertad.
Hasta ahí han llegado los efectos de este sistema en el joven, como a todo ser humano en este país, el sistema de dominación ha buscado quebrar la voluntad, inabilitar su libertad. El asunto es que las reacciones no son lineales, hay jóvenes que temen, otros se arriesgan, pero todos se dan cuenta que el régimen es el responsable y los doblegan.
El vínculo con el sistema se rompió y es imposible de reconstruir, además, su reconstrucción (pensada desde el poder) se hace desde la propaganda no desde la empatía ni la relación, ni el reconocimiento del otro. Eso no existe en un sistema totalitario.
Como lo dije en el artículo de la referencia: “Un pensamiento libre va hacia la raíz del problema. Averiguar es curiosidad, es la búsqueda de la verdad, es cultivo esencial del intelecto. Esta posición habilita la acción política y en la lucha contra la dominación”. Este es un riesgo que en el régimen no están dispuestos a tomar cuando la mejor estrategia que tienen es el miedo, pero el miedo es un aliento a corto plazo, porque el que está sometido siempre está pensando en liberarse de él, para poder tener la libertad de ser curioso, de buscar, de enfrentar desafíos.
Luego de la clase de la referencia, una de mis estudiantes me dijo: “estoy cansada de tener miedo, de no poder soñar, de no tener la posibilidad de proyectarme aquí, en mi país…” Aunque no fue en grupo, eso me conmovió, estamos frente a una generación que no ha podido vivir ni la libertad ni la serenidad de proyectar un futuro en familia en el aquí y el ahora, desde su dimensión humana. Hay hastío, cansancio, un gran deseo de libertad.
Cuando tengo frente a mí, jóvenes como estos, o como los que tengo a mi lado en mi convivencia cotidiana en el barrio, que sueñan, se vinculan, se relacionan, son solidarios y tienen un gran deseo de formarse para servir, pero se saben en un contexto de mucho conflicto y limitaciones. La propaganda oficial no puede ni logra esconder esta gran frustración. A continuación, cito algunos fragmentos de la narrativa de jóvenes en los grupos focales.
Los jóvenes se perciben evasivos, este hecho nos conduce a pensar en contexto de gran presión sobre ellos, no hay nada seguro, todo está en permanente conflicto, se someten a grandes presiones por las condiciones políticas del país:
“Es una forma de escapismo que todos tenemos, porque al final, es que desde que tú eres consciente de la situación en la que vives, tienes una cordadura (resentimiento) constante por la sociedad y porque lo que estás viviendo, no es lo que deberías vivir, y básicamente te quitaron la oportunidad de vivir.” Esto lo tomo de un grupo focal.
Insisten en que la vida debería ocurrir de otro modo, hay una clara noción del derecho y la violación sistemática de estos de parte del Estado: “Ok, yo no debería estar viviendo esto, pero no es como que puedo hacer mucho para cambiarlo.” “Esta sociedad y este país nos ha alterado el concepto de libertad, ya uno no reconoce cuáles son los puntos hasta donde uno puede llegar, es más fácil reconocer qué es lo que no puedes hacer aquí, que lo sí puedes hacer en este país.” Grupo focal.
Hay una especie de búsqueda sin resignación, estos jóvenes nos muestran una narrativa semejante al camino de la noche oscura, de San Agustín, saben lo que no es, en búsqueda de lo que es… Determinación e incertidumbre los acompañan. Ante esto, ¿cómo pretende el régimen restablecer el vínculo roto con los jóvenes? No puede, ni podrá. La ruptura y la desilusión son muy profundas, no hay reconciliación posible. Podemos concluir, desde la vida y narrativa del joven, que el gran sueño y deseo es el restablecimiento de la democracia. Sueñan con la libertad.
*Profesora Titular de la Universidad Central de Venezuela. Investigadora del Centro de Investigaciones Populares.
@mirlamargarita