La vicepresidenta de formación de Primero Justicia (PJ) no tiene miedo de llamar las cosas por su nombre, y categoriza al régimen que gobierna Venezuela como una dictadura. Explica que es un sistema político “autoritario y corrosivo”. Asimismo, es enfática al afirmar que “el país está viendo la realidad con ojos de justicia” y sabrá ponderar la actuación de cada dirigente opositor.
Sobre la liberación de Alex Saab, la también Doctora en Ciencia Política, señala que es prematuro saber si tendrá un impacto positivo de cara las presidenciales de 2024 o si ayudará al fortalecimiento de Nicolás Maduro.
Paola Bautista de Alemán, junto a Julio Borges, publicó recientemente un nuevo libro: “Las transiciones de la democracia: entre la libertad y el autoritarismo”,donde ambos autores plantean reflexiones propias y de figuras de referencia en América Latina, sobre la construcción de procesos democráticos luego de episodios autoritarios.“Ningún cambio político hacia la democracia queda exento de traumas, tenciones y desafíos muy profundos”, sostuvo la autora.
En este sentido indicó que no es posible saber si en Venezuela estamos cerca o no de una transición, pero aseveró que en el país está un “quiebre del consentimiento” muy acelerado. “El 3 de diciembre quedó demostrado que la coacción tiene un límite”.
-¿Qué lectura hace de la liberación de Alex Saab por parte de Estados Unidos?
-La excarcelación de Alex Saab ocurre en el marco de una negociación entre el régimen y la administración Biden; y creo que aún es pronto para emitir juicio definitivo sobre el impacto que tendrá este hecho en nuestro largo camino hacia la liberación. Aún es temprano para advertir si contribuirá con lo verdaderamente importante -las elecciones presidenciales de 2024 y el cambio político- o si ayudará al reequilibrio de la dictadura de Nicolás Maduro. Sin embargo, puedo adelantar lo siguiente: Primero, el hecho -la excarcelación de Saab por liberación de rehenes- le confirma al país y a la comunidad internacional la naturaleza vil y autoritaria del régimen. Segundo, siempre alegra la liberación de presos políticos venezolanos. Cuando se acerca la Navidad pesa mucho pensar en los más de 300 detenidos que hay en nuestro país. Tercero, estamos obligados a seguir organizándonos y trabajando por el 2024. Debemos continuar exigiendo el cronograma electoral y la habilitación de María Corina Machado. Tenemos el desafío histórico de derrotar electoralmente a Maduro y reinaugurar la democracia en nuestro país.
-¿Qué opina de la asistencia de María Corina Machado al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)?
-A mi modo de ver, la decisión de ir al TSJ fue valiente, audaz y acertada. Es valiente, porque desafía al poder; audaz, porque creo que la dictadura -y muchos otros- no se esperaban que acudiera y ahora están descolocados. Y es acertada, porque pone al régimen en la tesitura de decidir qué hacer. Cada coyuntura política que creamos puede ser ocasión de tensión y de desgaste para el régimen. El día de hoy, Nicolás Maduro tiene la pelota de su lado y está obligado a responder. María Corina cumplió con el acuerdo político de Barbados, ahora el oficialismo debe actuar en consecuencia.
-Es cierto que el apoyo de dirigentes opositores al referendo del chavismo está vinculado a nuevas promesas sobre habilitaciones y devolución de los partidos, ¿eso es así?
-No tengo información sobre eso, y puedo decir que Primero Justicia no está en esas transacciones.
-Pero Primero Justicia no tuvo una postura clara sobre el referendo y muchos de sus dirigentes importantes llamaron a participar.
-Primero Justicia se plegó al comunicado de la Plataforma Unitaria, donde se destaca que tanto Hugo Chávez como Nicolás Maduro, han puesto en peligro nuestra soberanía territorial. Luego, igual que todos los partidos, se le dio libertad de conciencia a la militancia para que decidieran si participaban o no. Creo que hay personas que votaron respondiendo únicamente a su conciencia, así como otras que no votamos y lo hicimos por lo mismo.
-¿Venezuela está cerca de una transición?
-Yo creo que nadie puede darte esa respuesta, porque las transiciones son como un viaje con bitácora de liberación, pero con mucha niebla; por eso es difícil saber en qué punto estamos, o si nos encontramos cerca o no. Lo que sí podemos decir es que hoy hay signos muy importantes de esperanza, por ejemplo, la Primaria; esa misma que muchos actores políticos y analistas dijeron que no iba a ocurrir o que fracasaría; y sucedió todo lo contrario. Otra señal es la sana repolitización que estamos viviendo en Venezuela, si nos retrotraemos a inicios de este año 2023, era muy común escuchar a la gente decir que el chavismo estaba atornillado en el poder y no valía la pena luchar por las presidenciales de 2024; pero esa apatía se superó y ahorita tenemos un país que quiere avanzar hacia la democracia con una oposición que se oponga. Esto quedó muy claro el 22 de octubre y, sobre todo, el 3 de diciembre, cuando la gente le dijo a la dictadura que los límites a la presión de la conciencia existen. Todo esto va dibujando un quiebre del consentimiento bastante acelerado y esa es una realidad preciosa.
-¿Qué es propiamente el quiebre del consentimiento?
-Todos los sistemas políticos se sostienen por el consentimiento de quienes le obedecen; esa aceptación puede ser voluntaria o coaccionada. En el caso de las dictaduras el consentimiento es por coacción, pero la coacción tiene un límite; y acá en Venezuela estamos viendo signos reales de hartazgo. El país está diciendo que no quiere seguir viviendo como estamos; y por eso el quiebre del consentimiento ha ido escalando en los últimos meses. Creo que uno de los grandes errores que los políticos hemos cometido es que dejamos de ver al país, y eso jamás lo podemos volver a hacer.
-¿Qué significa eso de ‘una oposición que se oponga’?
-Este año el país nos demostró a los políticos que tiene sentido crítico y que también juzga; eso es muy positivo, porque la virtud de la política es la justicia, y la justicia juzga lo que está bien y lo que está mal. Nosotros tenemos una nación que observa la realidad con ojos de justicia y después de tanto sufrimiento eso es una muy buena noticia. ¿Qué espera una ciudadanía que piensa de esa manera de sus políticos? Pues que la represente con honestidad y se opongan con firmeza a lo incorrecto. Una de las grandes victorias de este año es que el país ha exigido transparencia, pienso que Venezuela hoy está viendo la realidad con anteojos de justicia.
-¿Y la dirigencia política entiende eso?
-Yo creo que María Corina Machado lo leyó y por eso su discurso tiende a poner la realidad en unos términos que se corresponden con los parámetros de justicia que está usando la población. Aquí lo fundamental es que existe un país que observa, juzga y que va a votar por las opciones políticas que tuvieron la valentía de hablar con la verdad y de actuar con honestidad.
-¿Por qué fue importante el acto que realizó PJ para darle el apoyo formal a María Corina Machado?
-Ese acto dejó un mensaje de unidad, de trabajo y de futuro muy oportuno para Venezuela. PJ es un partido político que tiene estructura en los 335 municipios del país y, sin duda, tendrá un papel preponderante en todo lo que María Corina llama la legión ciudadana que promoverá y defenderá los votos. Luego, como mujer, para mí fue muy emocionante ver que la presidenta de mi partido, María Beatriz Martínez, fuera quien liderara esta apertura generosa por el bien de todo el país. Ese acto también reflejó valentía, porque en dictadura materializar eventos así es muy cuesta arriba. Fue un testimonio de esperanza para nuestro país.
-Habla de mensajes de unidad pero Henrique Capriles no estuvo en el acto, ¿por qué?
-No lo sé, hay que preguntarle a él…
-Las distintas corrientes que hay dentro de Primero Justicia son públicas y notorias, ¿cómo está la situación interna en el partido?
-El objetivo de Primero Justicia es caminar hacia la democracia, que en el año 2024 vayamos a unas elecciones presidenciales con María Corina de candidata y que salgamos de este paréntesis autoritario. Este partido nació en el ocaso de la democracia y se ha forjado a fuego en dictadura. En nuestras filas hay exiliados, personas que han estado presas y han sido torturadas, hemos enterrado gente que ha luchado por la libertad de Venezuela, como Fernando Albán. Es lógico que en el seno de una organización así haya tensiones y diversidad de opiniones, pero no diría que hay fracciones, y estoy segura de que, como cualquier familia, podremos superar cualquier crisis.
-¿Qué opina de las recientes aproximaciones que ha tenido el gobernador Alberto Galíndez, miembro de su partido, con el oficialismo?
-Bueno, como te dije antes, existe un país que observa y juzga, y la militancia de Primero Justicia también lo hace. Cuando estábamos escribiendo el libro La Patria que Viene, Julio Borges, haciendo un símil, me decía que Venezuela hoy es como un pantano y, quienes continuamos adentro estamos obligados a habitar en él; pero la diferencia es cómo vives en el pantano, porque tienes la opción de agarrar el barro, echártelo encima y decir que es una emulsión rejuvenecedora; o puedes caminar por el pantano con precaución y cierta vergüenza, porque no estás a gusto en él. Primero Justicia y su militancia no están a gusto en el pantano, por eso cuando surgen contradicciones como las que mencionas, a mi me da mucha paz que el país observe con ojos de justicia.
-¿Las mujeres tienen poder de decisión real en Primero Justicia?
-A partir del año 2017 el partido comenzó a sufrir muchísima represión, en 2018 Julio Borges se va al exilio; en 2019 la mayoría de nuestra mesa directiva también tuvo que salir y comenzó un proceso de tensión institucional; hasta que llegamos al año 2021, donde surge el periodo de reformas estatutarias y se crea la figura de la presidencia con cinco vicepresidencias nacionales. Los criterios de reforma eran de inclusión para la mujer, los jóvenes y las regiones. Luego en las elecciones internas, María Beatriz Martínez es electa presidenta, y puedo decir con muchísimo orgullo que estos cargos se ejercen en el gobierno interno, no son una mampara de cambio, son reales. Aquí las mujeres no somos una cuota, aquí ejercemos espacios de poder.
-¿El venezolano realmente anhela volver a la democracia o solo busca una mejora en sus condiciones de vida?
-Yo creo que tiene absoluto sentido que una persona que vive en la peor de las pobrezas materiales aspire mejorar su condición, creo que eso es humano, natural y justo. Ahora, la persona no es la pobreza que padece, sino mucho más que eso y es deber de los políticos o de quienes nos dedicamos a lo público, aproximarnos a ellos con misericordia y muchísimo cariño para decirles que no están condenados a vivir eternamente en la situación actual. Mal haríamos si pensamos que la persona es la pobreza que padece. Cuando un político dice “es que la gente no entiende”, yo me salgo de mis cabales, porque las personas no te entienden es porque tú no te has sabido explicar.
-El chavismo tiene más de 23 años enquistándose en cada espacio de la sociedad y del Estado, ¿eso es desmontable?
-La verdad es que la reconstrucción de Venezuela va a demandar tanto de nosotros, que la liberación la vamos a terminar viendo como algo sencillo. Ese proceso va a requerir toda la generosidad de las fuerzas políticas y la sociedad civil, porque va a tomar mucho. La consolidación democrática en nuestro país no será inmediata, puesto que los desafíos no solamente son técnicos, sino también culturales; es decir, tenemos que redemocratizar el alma de los venezolanos para que nunca más sientan la tentación de darle su voto a un actor político de dudosa calidad democrática, como lo fue Hugo Chávez Frías. Con el agravante de que en el siglo XXI tenemos unas dictaduras que son particulares, porque tienen una relación muy directa con el crimen organizado, el narcotráfico y tienden a la deconstrucción del Estado, eso hace que el proceso de cambio sea muchísimo más complejo.
-¿Está preparada la oposición para gobernar?
-Creo que ningún actor político que haya superado un episodio autoritario como este se siente plenamente preparado para gobernar, pero también sé que en ese momento podremos sacar de nuestras formas republicanas para hacerlo bien. Nosotros tenemos un caso muy importante, que fue la transición venezolana a partir del 23 de enero de 1958, eso fue un proceso de cambio político extraordinario liderado por hombres de estado como Rafael Caldera, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y todas las personas que ahí participaron, que lo hicieron con intuición de político de Estado porque en ese momento no había manuales de transición. Venezuela es pionera en transición en el siglo XX; estoy convencida en que vamos a ser pioneros en transformación democrática en el siglo XXI.
-Los antecedentes recientes no han dejado un buen sabor, me refiero al Gobierno interino, y gobernaciones y alcaldías actuales ocupadas por “opositores”, ¿qué tan distintos somos del chavismo?
-Yo creo que hay que distinguir entre un mal gobierno y una dictadura. En democracia todos somos susceptibles a que un gobernante lo haga mal por impericia o por corrupción; pero el ejercicio del poder alejado de la justicia, la Constitución, que reprime, viola derechos humanos, y pone al Estado al servicio del crimen organizado, se llama dictadura. Es muy importante distinguir entre ambos. Los que los venezolanos tenemos que aspirar es vencer los modos autoritarios y tener un buen gobierno; sería muy triste es que logremos la libertad y la democracia no demos respuestas a la gente. Eso sería lamentable porque la gente daría un salto atrás y volvería a dar su confianza a una opción autoritaria.
-¿Cuál es el principal aporte del libro de transiciones que escribió junto a Julio Borges para la Venezuela de hoy?
-Creo que el libro tiene dos aportes fundamentales; el primero, es que recoge la experiencia de actores políticos en el terreno, como es el caso de Julio Borges, Juan Miguel Matheus, Edinson Ferrer y el mío. Digo esto porque existe mucha literatura divulgativa sobre cambio político, transiciones y democratización, pero escritos desde el laboratorio. El segundo aporte, es que también recoge la experiencia de protagonistas de distintos procesos de transición; y es muy interesante cómo retratan sus vivencias, las contingencias que atravesaron y los peligros que vencieron. Creo que ese es el valor agregado que tiene este libro.
-¿Qué elementos de las transiciones que abordan allí están presentes en la situación actual venezolana?
-A mí me gustan mucho dos anécdotas del libro, la primera es del expresidente de España Felipe González, quien cuenta que si ellos hubieran sabido en 1975, cuando muere Francisco Franco, lo débil que era la dictadura, quizá hubiesen sido más audaces. Creo que ese testimonio es muy importante porque nos hace ver que las dictaduras son opacas y, aunque siempre tratan de mostrarse fuertes, nunca se puede saber bien cuál es su verdadero estado puertas adentro. Ese mismo caso o incertidumbre es la que nosotros vivimos en Venezuela. Otro fragmento que resaltaría es una frase de Julio María Sanguinetti, expresidente uruguayo, que debemos tener muy presente en estos tiempos, él dijo que cuando se está tejiendo una transición hay que ver que “en cada excluido, hay un enemigo”. Es una idea muy útil, porque mientras más amplios, más incluyentes, más comprensivos, más empáticos seamos entre las fuerzas políticas, el movimiento que se cree para caminar hacia la democracia será más fuerte. Sanguinetti también nos refiere a un libro muy pequeño suyo que se llama “El temor y la impaciencia”, donde dice que el cambio político se libra también en la psicología de los actores, en el temor de quienes saben que les ha llegado el momento de dejar el poder, y la impaciencia de quienes ya no ven la hora de llegar ahí. Considero que esos tres mensajes resumen el momento que estamos viviendo.
-¿Por qué nos pueden ser útiles?
-Bueno, yo estoy convencida de que a nosotros nos pasa un poco lo que dice Felipe González, y tendemos a magnificar o no ponderar con justicia el verdadero poder de la dictadura, restándole, muchas veces, fuerza a la gente. Somos muy propensos a pensar que el régimen tiene todo muy atado o medido; sin darnos cuenta de que eso es lo que ellos quieren transmitir para desmoralizarnos, que dejemos de luchar y nos entreguemos a la apatía. En cuanto lo dicho por Sanguinetti, sobre que en los procesos de transición “en cada excluido hay un enemigo”, creo que es vital que la construcción unitaria alrededor de María Corina Machado se maneje con amplitud. Mientras que lo dicho sobre su ensayo “El temor y la impaciencia” me parece que retrata la relación que existe entre dictadura y quienes nos oponemos, es una realidad que se extiende a muchos espacios.