En la aldea
26 diciembre 2024

Miguel Ángel Martínez Meucci: “Sin una gran fuerza de referencia, un negociador no tiene poder”.

Miguel Ángel Martínez Meucci: “Regímenes como éste no se sostienen si no pueden aplicarle a sus opositores incentivos selectivos para quebrarlos”

Martínez Meucci hace, sin tapujos, un recorrido por los temas fundamentales: primarias, unidad opositora, negociaciones, amenazas, Fuerza Armada y candidaturas. Asegura que “no se puede instrumentar lo que no se tiene” y hace hincapié que cuando en la política escasea el pensamiento, la reflexión, la innovación y el reconocimiento de errores, la gente tiende a desconectarse.

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El destacado politólogo y profesor universitario es muy claro en subrayar que los retos más importantes que tiene la dirigencia opositora hoy son lograr la unidad en función de un objetivo común, y construir un proyecto político basado en los verdaderos intereses de la gente. Asimismo, destaca el valor que tiene la Primaria para conseguir estos objetivos.

Miguel Ángel Martínez Meucci hace un profundo análisis de la situación actual y de los tiempos que están por venir. Aterriza las expectativas que debe tener la ciudadanía con estrategias como la negociación con actores como Estados Unidos, y el resto de la comunidad internacional. “Ahora mismo la oposición tiene poco peso para negociar y depende de sus apoyos externos”.

También alerta sobre amenazas inminentes: “Regímenes como el venezolano no se sostienen si no tienen la capacidad para aplicarle a sus opositores una serie de incentivos positivos y negativos, que logren quebrar su disposición para unificarse en torno a una idea estratégica”.

“El objetivo es redemocratizar a Venezuela, ya que sólo así se puede alcanzar todo lo demás”

Miguel Ángel Martínez Meucci

Martínez Meucci hace una conceptualización impecable de estos años de revolución y explica que si la pretensión de Hugo Chávez era “alcanzar una hegemonía total”, la de Nicolás Maduro es simplemente “mantenerse en el poder” a través de mecanismos como el “control, la intimidación y la explotación de la población”.

-¿Cuál es la diferencia entre autoritarismo y totalitarismo?

-Creo que los conceptos de la ciencia política no deben ser empleados como camisas de fuerza que fragmentan la realidad, sino como guías que nos orientan en su comprensión. Lo importante, en cuanto a la caracterización de los regímenes políticos, es entender su naturaleza, la lógica intrínseca sobre la que se levantan. El escritor húngaro Sándor Márai decía algo así como “podía todavía vivir en un régimen que me obligara a callar, pero no en uno que me obligara a hablar bien de él”. Creo que eso resume, en alguna medida, la diferencia esencial entre el autoritarismo, que se conforma con la obediencia, y el totalitarismo, que procura implantar una hegemonía cultural total.

-¿El régimen venezolano encaja con alguno de estos dos conceptos?

-El régimen edificado por Hugo Chávez, sin duda, estuvo animado por una pretensión totalitaria, lo cual requiere contar con una enorme capacidad mediática, un fuerte impulso ideológico y un Estado capaz de extender la esfera de lo público hasta los ámbitos más recónditos de lo privado. Con Maduro, sin embargo, la ideología ha perdido peso, influencia y credibilidad, mientras que el Estado se ha vaciado de capacidades y el poder parece estar fragmentado y ejercido por múltiples actores en una suerte de comodato. Sólo pervive la capacidad para el control, la intimidación y la explotación de la población. Si la pretensión de Chávez era alcanzar una hegemonía total, la de Maduro es mantenerse en el poder, pero sin los mismos medios a su alcance. Por eso veo muchos rasgos similares a los de las etapas post-totalitarias de varios regímenes comunistas, una vez que se vieron obligados a afrontar el fracaso de sus modelos.

-Ante esta caracterización que hace, ¿es sensato pensar que los venezolanos solos podremos lograr que el país regrese a la democracia?

-Tras haber destruido y aislado al país, y ante la evidencia de lo inviable que resultó su modelo político, social y económico, lo esencial para quienes aún detentan el control del Estado es mantenerse en el poder. Destruyeron el tejido social y la industria petrolera, de modo que lo que queda es la depredación del territorio mediante una economía netamente extractiva y, en ciertos ámbitos, vinculada a las lógicas del crimen organizado. En cuanto a lo de “los venezolanos solos…”: ningún país es una entidad desconectada del mundo. Y mientras más pequeños son un país y su economía, más influidos se encuentran por la esfera de lo internacional. Por supuesto que nos ayudaría mucho una corriente general a favor de la democracia, tal como la que tuvo lugar entre 1975 y 1995, pero eso no depende de nosotros. En cambio, lo que sí debemos tener claro es que nadie nos hará la tarea que nos corresponde hacer. Creo que la inmensa mayoría de los venezolanos está clara en ese sentido.

“Una Primaria sin el Consejo Nacional Electoral, y que además incluye a los venezolanos de la diáspora, abre la posibilidad para dar la pelea por la recuperación del voto”

Miguel Ángel Martínez Meucci

-¿Las elecciones presidenciales de 2024 deben considerarse, más que un fin, un medio para lograr una transición democrática?

-Ninguna elección es un fin en sí mismo, es siempre un medio para hacer posible una forma de elegir democráticamente un gobierno. Pero, además, cuando estás en un régimen no democrático, el objetivo es también hacer que vuelvan a imperar las reglas de la democracia a las que el sistema autocrático impide funcionar. En tales condiciones, el acto mismo de hacer valer estas normas, incluso si ya están escritas en la Constitución, constituye un desafío a la realidad imperante.

-¿Con la elección Primaria, además del candidato, también se está escogiendo una idea de cómo seguir el camino para enfrentar al poder?

-Desde hace al menos ocho años se vienen implementando toda clase de maniobras desde el Estado para desconocer la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Esto ha afectado terriblemente la legitimidad del gobierno de Maduro pero, también, de retruque, la de la oposición venezolana, porque con elecciones en las que no se permite elegir también hemos dejado de contarnos de este lado. Si a todo eso sumas la censura oficial, se constata que el debate ha tendido a desaparecer y que la política se ha ido convirtiendo más en un asunto de negociaciones inter-élites que de consulta popular. Eso sólo beneficia al statu quo, no al cambio. En ese contexto, una Primaria sin el Consejo Nacional Electoral (CNE), y que además incluye a los venezolanos de la diáspora, abre la posibilidad para dar la pelea por la recuperación del voto. Otra cosa es que dentro de las organizaciones políticas haya suficiente interés en promover un evento por el que van a ser juzgadas; muchos preferirían hacer las cosas tras bambalinas.

-Suponiendo que la Primaria logre darse, ¿es posible una verdadera unidad entorno a quien resulte vencedor?

-Si a pesar de lo que estamos viviendo no son capaces de ver el objetivo común, no sólo estamos muy mal, sino que vamos a estar peor. Aquí la meta no es una gobernación, una alcaldía, un escaño en el Congreso, un contrato, o peor todavía, la definición del régimen… El objetivo es redemocratizar a Venezuela, ya que sólo así se puede alcanzar todo lo demás. Para eso necesitas movilizar a la mayor cantidad de gente posible alrededor de una estrategia capaz de renovar la esperanza de un cambio profundo.

“La política requiere pensamiento, reflexión, reconocimiento de errores y aciertos, rectificaciones, innovación”

Miguel Ángel Martínez Meucci

-Pero es que las diferencias entre la oposición cada vez son más marcadas, al punto de que algunas parecen irreconciliables.

-Los problemas dentro de la oposición van mucho más allá de un conflicto de egos. Regímenes como éste no se sostienen si no tienen la capacidad para aplicarle a sus opositores una serie de incentivos selectivos, tanto positivos como negativos, mediante los cuales logran quebrar su disposición para unificarse en torno a una idea estratégica. A veces es posible superar esas dificultades para alcanzar la unidad en la lucha, pero en otras ocasiones hay sectores que por activa o por pasiva terminan más bien integrados al sistema o haciéndoles el juego.

-¿Cómo se contrarresta algo tan perverso como eso?

-El reto de los que siguen adelante es hacerse más fuertes y abrir una ruta en la que quepan todos, y no sólo unos grupitos capaces de garantizarse sus intereses particulares. En ese sentido, no perdamos de vista lo fundamental de todo este asunto: el poder político se ordena en los escritorios, pero sólo se construye con la gente. No puedes instrumentar lo que no tienes. Sólo junto a la población, sabiendo interpretar lo que siente, opina y requiere, puede y debe estructurarse una vía de cambio político, y en ese sentido el hecho más importante, a menudo soslayado, es que cerca del 90% de los venezolanos no quiere este sistema y ansía un modelo totalmente distinto. Ahí está el potencial que hay que articular y sobre el que hay que construir políticamente, ya que no se trata de “llegar al poder”; se trata de construirlo mediante la articulación de esa enorme mayoría que quiere un nuevo rumbo para el país.

-En este momento donde la comunidad internacional está mirando hacia otro lado, ¿es posible volver a alinear sus intereses en función de que haya un cambio en Venezuela?

Sólo el poder desplaza al poder. Nunca vas a convencer a todos los actores del sistema internacional de acompañarte en esta lucha, pero sí puedes traer a los más afines y, sobre todo, debes trabajar para levantar un proyecto político que genere la mayor suma de ganadores posibles dentro de la visión democrática que propugnas. Venezuela puede dejar de ser un foco de inestabilidad regional que sólo alimenta oscuros intereses extractivos y depredadores, para convertirse en un país que genere ventajas a muchos otros actores, más comprometidos con el comercio libre dentro de estándares legales y democráticos. Sólo entonces aglutinarás el poder necesario en el plano internacional para impulsar un cambio.

-¿Le ve fututo al proceso de negociación que se instaló en México?

-El proceso de México ha sido mucho mejor diseñado que los anteriores en términos técnicos y, a pesar de ciertas insuficiencias que lo aquejan, está mejor enfocado hacia un cambio democratizador. Ahora bien, sucede que sólo Estados Unidos tiene lo que el chavismo-madurismo quiere en una negociación: la posibilidad de desmontar las sanciones. En otras palabras: ahora mismo la oposición tiene poco peso para negociar y depende de sus apoyos externos; mientras que Caracas y Washington están tentados a alcanzar acuerdos bilaterales en ciertas áreas. Por eso volvemos a lo que te dije antes: sólo el poder desplaza al poder, y el poder de la oposición es, como decía Václav Havel, “el poder de los sin poder”, el poder de una mayoría que quiere un cambio, pero que aún no está bien articulada. Las primarias podrían eventualmente ayudar en ese sentido, en tanto tendrían el potencial de fortalecer lo que los técnicos de la negociación llaman “las fuerzas de referencia” de un equipo negociador; esto es, el respaldo de los sectores sociales a los cuales éstos representan. Sin una gran fuerza de referencia, un negociador no tiene poder.

“Venezuela puede dejar de ser un foco de inestabilidad regional, que sólo alimenta oscuros intereses extractivos y depredadores, para convertirse en un país que genere ventajas a muchos otros actores, más comprometidos con el comercio libre dentro de estándares legales y democráticos”

Miguel Ángel Martínez Meucci

-¿Por qué cree que a la oposición le ha costado tanto compaginar el cerco internacional con la presión interna?

-Creo que sí se ha intentado en varias ocasiones, pero el problema ha sido que no siempre todo el liderazgo opositor ha estado unificado en torno a una misma estrategia. Algunos sectores han sido profundamente afectados por las políticas represivas, chantajes o sobornos del sistema. No hay que perder de vista que ninguna acción tiene el éxito garantizado de antemano. Lo propio de atreverse a hacer algo es enfrentar la posibilidad del fracaso, mientras que quien nunca hace nada, ciertamente, no fracasa, pero tampoco puede triunfar. Venezuela nunca ha ido hasta ahora a un mundial de fútbol, pero no por eso hemos abandonado nunca una fase de clasificación alegando que la cosa está difícil o que clasificarse es muy improbable.

-¿El, hasta ahora, incondicional apoyo de los militares al régimen de Maduro es reversible?

-Tiendo a pensar que de todas las profesiones existentes, ninguna como la militar requiere contar con un profundo sentido del honor. Y no veo ningún honor en el hecho de presenciar en silencio cómo tu país se muere de mengua, cómo los niños crecen desnutridos, como las escuelas se vacían, cómo se reprimen las protestas de personas de avanzada edad. Por más adoctrinamiento, corrupción y castigo que haya dentro de la Fuerza Armada, no puedo concebir que a la inmensa mayoría de los militares no les duela lo que le sucede a Venezuela. Sobre todo, cuando ellos y sus familias también padecen la debacle nacional. Pero nada de eso podrá revertirse si en nuestros soldados no arraiga con fuerza ese sentido del honor que debería serles inherente, y si los civiles, por otro lado, no entendemos tampoco lo que eso significa, ni actuamos en consecuencia. El proyecto político para el cambio debe también saber proyectar ese sentido del honor que hoy nuestro país echa tanto en falta.

-En una época donde la posverdad está haciendo estragos en el mundo, ¿cómo se puede anular el efecto del inmenso aparato de propaganda, interno y externo, que tiene el régimen venezolano?

-Durante todos estos años el chavismo-madurismo ha trabajado intensamente en sus relaciones con el exterior. Ha configurado una extensa y resistente red de alianzas y asociaciones en todo el planeta. Me atrevo a decir que no sólo entiende el mundo de hoy mucho mejor que la mayor parte del liderazgo opositor, que de paso todavía lo sigue subestimando, sino que además ha ayudado a forjarlo en una medida mucho mayor de la que correspondería a un país como Venezuela. Chávez llegó al poder antes que Lula, Evo o Correa, y en gran medida los ayudó a que estos llegaran. Han logrado granjearse un apoyo insólito en predios académicos, culturales y mediáticos, en un modo que esconde por completo sus desmanes y fracasos. Para hacer frente a esa realidad lo primero que debes hacer es reconocerla, entenderla y explicarla. Y necesitas contraponerle una visión política integral, fresca, innovadora, fundada en la reflexión del momento actual, alejada de los clichés y rutinas mentales que nos han llevado al foso y mantenido allí por tanto tiempo, capaz de desplegar una energía de cambio profundo.

-¿Qué opina de la candidatura de María Corina Machado?

-Entre las figuras políticas que destacan actualmente en el país, creo que es la que mejor interpreta los desafíos del momento actual.

-¿Y sobre la alianza entre Henrique Capriles y Manuel Rosales?

-Creo que han sido dos grandes gobernadores al frente de los dos estados más importantes del país, y que en su momento dieron una buena pelea en las elecciones presidenciales de 2006, 2012 y 2013, sobre la base de mecanismos unitarios que tuvieron una gran vigencia en aquellos años. 

-¿Qué valoración hace de lo que fue el Gobierno interino?

-Creo que fue una línea de acción muy audaz, no exenta de polémica, que surgió como respuesta al irregular proceso constituyente de 2017, y a la muy cuestionada elección presidencial de 2018. Sin embargo, errores importantes y diferencias internas lo fueron arrastrando hacia el fracaso. Pero como decía antes, sólo quien actúa enfrenta la posibilidad del fracaso. En circunstancias tan difíciles y apremiantes como las que vive Venezuela en estos años, creo que hay que valorar en su justa medida cada esfuerzo y cada sacrificio realizado en función de un cambio efectivo, sin dejar de cuestionar lo cuestionable.

-¿Por qué la oposición nunca ha podido encontrar un discurso propio que conecte con las bases sociales del país? 

-No estoy muy seguro de compartir esa afirmación, porque me parece que en diversos momentos la oposición sí ha conectado con las bases sociales del país. Ahora bien, creo que sí es verdad que la gran mayoría del liderazgo opositor no busca establecer esa conexión mediante un discurso distinto, original, y característico. La retórica de una buena cantidad de estos políticos se mantiene dentro de una inercia que, en gran medida, parece seguir la estela del chavismo-madurismo, y me temo que esto se debe a que en muchos casos comparten un mismo “encuadre mental socialista”, por así decirlo, donde el léxico, los conceptos y las ideas-fuerza no son sustancialmente distintas. La política requiere pensamiento, reflexión, reconocimiento de errores y aciertos, rectificaciones, innovación… Cuando todo esto escasea, la gente tiende a desconectarse de sus representantes y partidos.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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