La caída en desgracia de Tareck El Aissami ha permitido a Delcy Rodríguez cimentar su poderío dentro del Ejecutivo Nacional y acelerar así el camino que inició en 2020. La vicepresidenta de la República hoy controla las finanzas del país y la mayoría de los funcionarios en puestos clave del área económica son personas de confianza de Rodríguez. Su dominio también alcanza las operaciones de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).
En el gabinete del gobierno de Nicolás Maduro hay una emperatriz: Delcy Eloína Rodríguez Gómez. Eso, al menos, es lo que parece la vicepresidenta de la República con el poder que sigue acumulando en el área económica, sobre todo, tras la caída de Tareck El Aissami y el escándalo de corrupción en PDVSA.
Hoy no es exagerado decir que de Delcy Rodríguez, vicepresidenta de la República desde 2018 y desde 2020 también Ministra de Finanzas, dependen la mayoría de las decisiones financieras del Gobierno y que buena parte de los puestos clave de las finanzas del país están en manos de funcionarios cercanos a ella, y que ahora también tiene el control de la propia PDVSA. Por si fuera poco, en días pasados le sumó los ministerios de Industria y el de Comercio con las designaciones que formalizó Maduro en esos despachos.
Otro organismo cada vez más importante en materia económica y que también depende de Delcy Rodríguez es el Centro Internacional de Inversión Productiva. Al frente de este organismo está Félix Plasencia, exministro de Turismo, excanciller y exembajador de Venezuela en Colombia, pero más importante aún, hombre de confianza de la vicepresidenta de la República.
Este Centro Internacional de Inversión Productiva se creó a finales del año 2020 y siempre ha estado dirigido por el entorno de la vicepresidenta, pero hoy es el filtro por donde pasa todo, incluso, hasta los contratos petroleros de PDVSA, según explican varias fuentes con conocimiento. El poder que tiene el Centro es tal, que hasta la decisión de a quién se le vende petróleo y a quién o no, sale de ahí. Es de conocimiento público que el vicepresidente ejecutivo de PDVSA, Héctor Obregón, puesto por Delcy Rodríguez tras la caída de El Aissami, formó parte del directorio de la institución que ahora encabeza Félix Plasencia.
En paralelo a los funcionarios que con precisión quirúrgica ha ido ubicando Delcy Rodríguez en los puestos clave de la estructura económica-financiera del Gobierno, están también los de sus operadores financieros, algunos de ellos ya conocidos y hasta revelados en trabajos periodísticos. El primero es Jorge Giménez, actual presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, y de quien se sabe es uno de sus operadores más importantes en la actividad petrolera. El otro es Yussef Abou Nassif, alrededor del cual opera una trama empresarial que ha hecho negocios millonarios con la importación de alimentos y medicinas, tal como reveló Armando.info.
Todo eso se suma al andamiaje que comenzó a armar en medio de la cuarentena por la pandemia del COVID-19 con la designación de funcionarios como William Castillo, viceministro Antibloqueo; Héctor Silva, viceministro de Comercio Exterior, y Guillermo Lara, presidente de Bancoex.
La limpieza de cualquier rastro de El Aissami
Hace días Nicolás Maduro anunció a José Félix Rivas como ministro de Industrias y a Dhaliz Álvarez como nueva titular de la cartera de Comercio. Ambos están vinculados a la vicepresidenta de la República. No en vano, el primero en salir a felicitar vía redes sociales a ambos fue Félix Plasencia.
Rivas viene de ser jefe de la Oficina Nacional de Crédito Público (ONCP) y reemplazó a Hipólito Abreu. Por su parte, Dhaliz Álvarez, quien ya había dirigido la cartera de Comercio, también tuvo su pasantía al frente de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex), otro ente clave en materia económica al ser el encargado de centralizar las importaciones estatales, y sucede al militar Antonio Morales.
La salida de Morales, pero sobre todo la de Hipólito Abreu, muestra que la intención de estos movimientos también es la de limpiar cualquier resquicio o cuota de El Aissami en el Ejecutivo Nacional. Además de ingeniero y dirigente del Movimiento Tupamaro, Hipólito Abreu era un hombre de confianza del ya defenestrado El Aissami.
Esos movimientos vienen a confirmar una de las versiones que en su momento se manejó a raíz de la renuncia de El Aissami y el estallido del escándalo de corrupción en PDVSA, en marzo pasado. Desde entonces hubo voces que señalaron a Delcy Rodríguez y al actual presidente de PDVSA, Pedro Tellechea, como los artífices del un plan contra El Aissami. Acto seguido a su caída, la directiva de la petrolera estatal fue copada por gente de confianza de la vicepresidenta de la República, como Héctor Obregón, vicepresidente ejecutivo de PDVSA.
Lo mismo sucedió en los otros organismos del Estado involucrados en el escándalo de corrupción que el Gobierno bautizó como la trama “PDVSA-Cripto”. Anabel Pereira Fernández fue designada como presidenta de la Junta Interventora de Superintendencia Nacional de Criptomonedas, y Héctor Silva Hernández presidente de la Junta Interventora de la Corporación Venezolana de Guayana.
El dominio que ejerce Delcy Rodríguez sobre estos funcionarios es total. Una de las directrices más importantes que deben seguir es la prohibición de hablar con la prensa. Una desobediencia a esa orden puede ser causal de destitución.
Algo de ese silencio también se ha impuesto a los empresarios. Los acercamientos de Delcy Rodríguez a las cúpulas empresariales de Fedecámaras, Conindustria y Consecomercio lograron también suavizar el tono de las críticas de esas instituciones al modelo económico chavista. Quizás donde más marcado ha sido ese giro fue con Ricardo Cusanno, designado recientemente por el Tribunal Supremo de Justicia como cabeza de la intervención contra la Cruz Roja, y Carlos Fernández, los dos últimos presidentes de Fedecámaras, respectivamente.
Aunque desde su llegada a Miraflores Nicolás Maduro se había caracterizado por ser un equilibrista, repartiendo cuotas y espacios, logrando así que ningún grupo fuera lo suficientemente poderoso para hacerle sombra, el poder que ha acumulado Delcy Rodríguez hoy no parece tener contrapeso.
Sin embargo, la pugna por el poder dentro del chavismo es de todo, menos estática, como refleja la caída en el pasado de actores como Rafael Ramírez o más recientemente Tareck El Aissami.