Brooklyn NY-. Una de las lecciones que aprendí desde joven cuando confronté la destrucción parcial del epistolario de la escritora Teresa de la Parra, por parte de su familia, es que el archivo no es un mero ejercicio de recuperación historiográfica o crítica. Tampoco se limita al acopio selectivo de documentos, sino que atiende al deseo de rescatar materiales simbólicamente adecuados para entender un tipo de historia que está a punto de desaparecer o que tiende a perecer rápidamente debido a las fuerzas inerciales de la vida, por temor a dejar una huella de algo que se quiere descartar u olvidar imperiosamente. Es por lo que el archivo suele asociarse, filosófica y clínicamente, a la enfermedad de la memoria y no a la acumulación de sentido a partir del rescate de documentos. Y es precisamente la fragilidad ontológica y la temporalidad elusiva del archivo las fuerzas que posiblemente impulsaron al director de cine sueco Magnus Gertten a buscar los nombres y las biografías de algunas de las mujeres quienes aparecen en el pietaje fílmico en blanco y negro, que él ha estudiado durante años. En efecto, Gertten ha hecho varias películas a propósito de este material. Se trata de mujeres sobrevivientes de campos de concentración alemanes recién liberadas de su infernal cautiverio.
El documental de Gertten Nelly & Nadine(2022, Amazon Prime) abre con este curioso grupo femenino mirando a la cámara, algunas saludando y sonriendo en un travelling en cámara lenta a su llegada al Puerto de Malmö en el mes de abril de 1945. El cineasta identifica fuera de cuadro a algunas de ellas: una partisana socialista feminista que fue liberada del campo de Ravensbrück y que logró regresar a Ámsterdam con su marido; una adolescente polaca quien perdió a toda su familia en Auschwitz y que aún no sabía que sólo había quedado ella para dar cuenta del exterminio. Entre las sobrevivientes destaca la figura reservada y estoica de Nadine Hwang, una asiática de edad inescrutable de quien de inmediato deseamos descubrir aquello que la imagen fílmica no puede explicar. Nadine es, en efecto, el punctum* de la búsqueda del archivo que promete reconstruir obstinadamente Gertten en su documental, y su mirada fija e inquietante será el hilo invisible que moviliza el relato.
La acción se desplaza al campo francés en un amanecer brumoso de arcádicos tonos lilas, en una granja donde Sylvie Bianchi, una mujer madura y sencilla, es filmada mientras alimenta gallinas junto a sus gatos. Sylvie pasa a la cocina de la casa donde despliega alijos de papeles mecanografiados que saca de una caja y extiende sobre una mesa rustica de comer. Si bien trasunta timidez, logra hablar de los papeles de su abuela que heredó de su madre mientras revisa legajos amarillentos que va apilando en carpetas. Conversa con su marido, un discreto agricultor, de la necesidad de adentrarse en los papeles. Sylvie nos cuenta que su abuela Nelly Mousset-Vos, quien fuera cantante de ópera profesional en Bruselas, estuvo recluida en campos de concentración alemanes de los cuales nunca habló. Ella dice saber poco del capítulo de los campos de su abuela y del porqué del confinamiento. Prosigue el relato sobre su vida después de la guerra, radicada en Venezuela, país donde vivió desde 1950 con su amiga Nadine hasta que ambas regresaron a Bélgica al comienzo de los años 1970. Al poco tiempo Nadine murió sin consecuencia aparente para la familia de Bianchi, pues no conocía detalles sobre la compañera de piso de su abuela en Caracas, a quien su madre nunca quiso y con quien ella y su hermana Anne, sin embargo, compartieron vacaciones. Descubrimos gracias a un diario que Nelly y Nadine se conocieron en la gélida Navidad de 1944 en el campo de Ravensbrück y que al poco tiempo Nelly fue transferida al siniestro y temido campo de Mauthausen en la frontera austriaca alemana. Paradójicamente, más adelante, Sylvie recuerda que fue Nadine quien les dijo a ella y a su hermana que Nelly fue una heroína de la guerra.
Durante décadas, Sylvie no tuvo la fuerza y el interés de leer los papeles que heredó y guardó en el desván de su granja, pues carecía de la disposición y el propósito para hacerlo. Pero a medida que la nieta en edad madura se adentra en el archivo de Nelly Mousset-Vos impulsada por la investigación de Magnus Gertten, la película logra avanzar hacia diferentes direcciones que convergen en la sólida relación que tuvo ésta con Nadine Hwang. Sylvie viaja a Paris donde entrevista a la escritora Joan Schenkar, especialista en Natalie Barney, expatriada norteamericana afincada en Paris desde los años 1920, quien fundó y sostuvo un conocido salón literario lésbico, hoy olvidado pero activo durante 63 años en la rue Jacob. Schenkar de temperamento franco y directo ofrece pistas documentadas sobre la inmigrante china Nadine Hwang, quien trabajó para Barney como chofer, secretaria y amante ocasional. Nadine, sin embargo, tenía orígenes aristocráticos, era hija del embajador de China en España y desde su adolescencia nunca salió de Europa hasta vivir en Venezuela donde trabajó como secretaria de un banquero. Schenkar, dramaturga quien escribió una célebre biografía de Patricia Highsmith, pregunta sin piedad a Sylvie por qué nunca quiso considerar que la relación entre Nadine y su abuela fue amorosa. ¿Por qué nunca quiso admitirlo?
Uno de los rasgos más sobresalientes del documental de Magnus Gertten es su estructura narrativa fragmentaria que a veces se torna opaca, cuya eventual dispersión y quiebres diegéticos adoptan los puntos ciegos del proceso mismo de reconstrucción del archivo que Sylvie Bianchi recibió inexorablemente de su madre. Ella va descubriendo e interpretando el contenido de los papeles y fotografías de su abuela a medida que el cineasta logra involucrarla en el proyecto archivístico. El pacto entre la nieta y el cineasta es lo que permite armar el relato del documental, desentrañar la potencialidad hermenéutica del archivo de Nelly para bruñirlo y completarlo con otras fuentes que comparte con su hermana Anne, distante del proceso personal que en cambio agita y transforma a Sylvie a lo largo del documental. Este proceso se hace palpable a partir del descubrimiento de un valioso material inédito en Super 8 realizado por Nadine en Caracas entre los años 1950 y 60, donde se muestra a la pareja en varias reuniones celebradas junto a amigos queer: Jack y Raymond, expatriados franceses, y José Rafael Lovera, historiador y estudioso gastronómico venezolano que ofrecería uno de los testimonios más complejos e interesantes de la película. Más adelante, la aparición de su hija María Alexandra Lovera logra desmontar la censura de género que oprimió a su padre y aún oprime a las comunidades LGBTQ en algunos rincones de Occidente.
Los filmes aficionados de Nadine preservan la luz tropical de la ciudad sudamericana donde se sienten olores a fruta y lluvia exacerbados por la exuberancia natural. Allí se capta la singularidad del espacio privado que ofrecieron los años iniciales de prosperidad del país petrolero, entonces ajeno a la destrucción atroz a la cual sobrevivieron respectivamente Nelly y Nadine. En las películas no aparecen indicios de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez ni imágenes del presente. Este nuevo capítulo de la pareja intercultural al reunirse después de Ravensbrück y Mauthausen, si bien las forzó a permanecer dentro de los confines del closet, les proporcionó un lugar propio para ellas, a juzgar por las tomas hechas en el apartamento del Edificio Cervantes en Colinas de Bello Monte donde convivieron como pareja con dos perros y con magníficas vistas al monte El Ávila que domina el valle de Caracas. Por otra parte, el material fílmico registrado por Nadine permite recomponer memoriosos momentos de la cotidianeidad en que ambas mujeres elaboraron el trauma de su autoexilio explorando los paisajes neblinosos de la montaña y soleados de la playa desde la perspectiva del goce, la melancolía y el amor clandestino. Un dramático incendio en el monte El Ávila que observa Nelly, cierra la secuencia del archivo fílmico en Super 8 sobre cuya imagen Magnus Gertten superpuso el aria “Un bel dí, vedremo” de Madame Butterfly de Giacomo Puccini, creando un bucle espacio temporal donde se reúne el hiato de las vidas de estas mujeres sobrevivientes en su anónima historia de amor.
Pareciera que todo paraíso privado se erige dentro de una brevísima burbuja. En palabras de Nelly Mousset-Vos, el estallido de la suya se manifestó dolorosamente en la ausencia de las manos de Nadine que dejaron de abrochar su vestido, constatando la ineluctable llegada del fin (Nadine murió en Bélgica en 1972 y Nelly apenas en 1987). Nelly & Nadine es un delicado documental que ofrece la biografía afectiva de una pareja de sobrevivientes del horror, cuyas vidas fueron preservadas en un archivo a pesar y al margen de los acontecimientos de la gran historia. Allí se muestra la visión íntima de un lugar que sirvió de refugio para muchos de los sobrevivientes de la debacle europea. Se trata de ese mismo país que ofreció hospitalidad a Gego, refugiada judía de Alemania, y que hoy, en cambio, expulsa a millones de sus ciudadanos quienes cruzan a pie el Darién, muchos de ellos víctimas de violaciones de derechos humanos por su diferencia.
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(*)Punctum: Roland Barthes, semiólogo, en su obra “La cámara lúcida” señala que el “punctum” es ese elemento de la imagen que rompe o desgarra su unidad, ese flechazo que ocurre cuando un detalle de la obra sale de la escena para movilizar, en este caso, al espectador.