En la aldea
02 enero 2025

La mano invisible: ¿Interés propio o codicia?

“En una economía competitiva donde el intercambio es honesto y deliberado, la ‘mano invisible’ actúa basada en intenciones de interés propio, promoviendo frecuentemente el interés social, pero hay veces en las que no. Entonces, vemos cómo el concepto de competencia tiene un componente de índole moral”.

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«La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena», unafrase memorable de Gordon Gekko en la película de Wall Street. Sencilla pero contundente, acentuaba el espíritu del mercado financiero, convirtiéndose en un lema y mantra, lejos de considerarse como una crítica. Manhattan se convirtió entonces en un espacio donde los límites de la codicia humana no conocían la palabra vergüenza, eran más bien motivo de vanidad.         

Tal afirmación resultaba escandalosa para finales de la década de los ‘80, en pleno siglo XX. Ahora, imagine la conmoción que habría generado en una sociedad precapitalista, donde la vida intelectual aún estaba bajo el dominio de la Iglesia y donde definir al hombre como homo  economicus habría costado, como mínimo, ser quemado en la hoguera y recorrer tres veces los nueve círculos del Infierno de Dante para expiar el pecado. Por ello, el impacto de magnitudes colosales cuando el filosofo y economista, Adam Smith planteó la metáfora de la “mano invisible” a finales del siglo XVIII, primero en su obra laTeoría de los sentimientos morales y posteriormente en La riqueza de las naciones, con la cual se consagraría como el padre de la ciencia económica moderna y firme defensor del libre mercado.

“La ‘mano invisible’, una metáfora que hace referencia a la ley de la oferta y la demanda, y cómo la interacción entre ambos componentes termina por beneficiar a toda la sociedad”

Dos de los párrafos más conocidos y reproducidos de su obra la riqueza de las naciones que sintetiza muy bien el concepto de la mano invisible señalan lo siguiente:

“… no es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero del que obtendremos nuestra cena, sino de su relación con su propio interés…”.

“… Al buscar su propio interés, con frecuencia promueve el de la sociedad de forma más eficaz que cuando se propone hacerlo de modo consciente. Nunca he visto hacer tanto bien a quienes dicen dedicarse al bien público”.

Eso es la mano invisible, una metáfora que hace referencia a la ley de la oferta y la demanda, y cómo la interacción entre ambos componentes termina por beneficiar a toda la sociedad. Además, contribuye a explicar la relevancia del libre mercado en el desarrollo histórico de la sociedad moderna. Sin embargo, surge una interrogante: ¿Por qué Smith usa la palabra “frecuentemente”? Porque en una economía competitiva donde el intercambio es honesto y deliberado, la mano invisible actúa basada en intenciones de interés propio, promoviendo frecuentemente el interés social, pero hay veces en las que no. Entonces, vemos cómo el concepto de competencia tiene un componente de índole moral.

Generalmente cuando alguien tiene una idea innovadora que revoluciona algún mercado en específico el objetivo de dicha idea es satisfacer el interés propio de su creador. Y la consecuencia directa será el beneficio de la sociedad en su conjunto, pero, ¿cómo?, sencillo: este nuevo empresario necesitará mano de obra para su negocio, así que se crearán nuevos puestos de trabajo, mejorando la vida del personal y de los consumidores. ¿Y si el producto innovador no cumple con las expectativas del mercado? Pues, el empresario recibirá un correctivo por parte de la mano invisible. ¿Y si tiene mucho éxito?, la mano invisible jamás descansa.

¿Funciona la mano invisible en toda circunstancia?No, y esto era algo de lo que Smith era plenamente consciente, un ejemplo es la “tragedia de los bienes comunes”. Y es que cuando existe una cantidad limitada de determinado recurso, quienes lo poseen lo explotan en detrimento de otros.

Entonces, ¿tenía Gordon Gekko la razón, es la codicia, el egoísmo el motor del progreso?

Smith fue sumamente cuidadoso, por ello realizó una distinción entre el interés propio y el egoísmo/codicia, no son iguales, siendo el primer concepto defendido con fervor en la Teoría de los sentimientos morales, es parte de la prudencia, moralmente deseable y legitimo que cada uno se preocupe de lo propio. Tiene un asidero moral, es bueno que cada quien tenga prudencia respecto de lo propio. Por ello, apela a la importancia de que la mano invisible goce de un respaldo por parte del Estado de Derecho. ¿Por qué? Precisamente, como mecanismo de prevención contra personajes similares a Gordon, que motivados por la codicia pueden ser capaces de burlar la ley e ir en detrimento del resto de la sociedad. Para Smith tal acto era considerado como carente de toda capacidad de empatía, además de vil. Es el interés personal, no la codicia el que es bueno para la sociedad.


*Estudiante de economía UCV, miembro Cedice Joven.

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