En un pasado no muy lejano, la reunión de la OPEP en Viena, y los anuncios que allí se emitían, marcaban la pauta al mercado, con suerte hasta la siguiente reunión. Y aunque los anuncios no fuesen siempre del gusto del mercado, al menos se pensaba que establecían algunas certidumbres en un escenario donde generalmente no abundan. Por múltiples razones, la fuerza gravitacional de los anuncios desde Helferstorferstrasse 17 es hoy menor, o al menos la duración de sus efectos parece ser más corta.
Los anuncios de la OPEP+ de hace una semana se presumía que dictarían la pauta al mercado e inclusive permitirían reflotar los precios, a niveles más acordes con los fundamentos del mercado. Sin embargo, esto no fue así, en parte porque los acuerdos grupales correspondieron a un mero reordenamiento de las reducciones previamente acordadas, y que lo único sustantivo resultó ser un recorte unilateral y voluntario de Arabia Saudita; era evidente de que había diferencias entre los asociados al cartel y que Rusia se había salido con las suyas. La reacción del mercado fue escasa y negativa. Más aún, algunos países del grupo como Rusia, Irán, Kuwait, EAU y Omán colocaron mayor volumen de crudo en el mercado, complementando su producción con drenaje de inventarios y administrado su consumo interno, incremento que fue compensado por menores exportaciones de Arabia Saudita e Irak.
No se había secado la tinta en el anuncio, cuando la atención de los analistas giró hacia un tema que ni siquiera estaba en el catalejo del mundo petrolero: se trata de un potencial acuerdo nuclear iraní. El Middle East Eye (MEE) reportó acerca de unas conversaciones entre los representantes de Estados Unidos e Irán, y que estos estarían cerca de un acuerdo interino sobre enriquecimiento nuclear y exportaciones de petróleo. La inesperada noticia fue desmentida por las partes poco después de aparecer en los medios, pero no lo suficientemente rápido como para evitar una caída brusca de los precios del petróleo, ni tampoco recuperar su nivel anterior; el mercado presiente que algún contacto o negociación debe estar ocurriendo y que puede sumar barriles adicionales.
El artículo del MEE, ampliamente difundido, detalla que los contactos fueron realizados entre el negociador de EE.UU., Robert Malley, y el embajador de Irán ante la ONU, Amir Saeid Iravani. El desmentido posterior fue interpretado como un esfuerzo político de control de daños en EE.UU. El líder supremo de Irán, ayatolá Alí Hoseiní Jameneí, dijo este domingo a los medios iraníes: “No hay nada de malo en el acuerdo [con Occidente], pero la infraestructura de nuestra industria nuclear no debe ser tocada”.
Por otro lado, el hecho de que el acuerdo permitiría la exportación de 1,0 MMbpd de crudo iraní, el mismo volumen que Arabia Saudita anunció que cerraría en julio, también ha creado suspicacia en los analistas, sobre todo visto dentro del contexto del descongelamiento de las relaciones entre los saudíes y los iraníes. Por si fuera poco, el revuelo de estas noticias coincide con las reuniones del secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, y el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán (MBS), se especula que para informarle que se estaba negociando un acuerdo con su archirrival regional.
En paralelo, el Washington Post reporta sobre un documento clasificado que describe como, después de que el presidente Biden prometiera imponer «consecuencias» a Arabia Saudita por recortar la producción de petróleo el año pasado, Mohammed bin Salmán amenazó en privado con cortar los lazos y tomar represalias económicas. Al margen de todas estas casualidades, o hechos cuidadosamente planificados, los seguidores independientes de tanqueros de crudo, como TankerTrackers, reportan un incremento sustancial en las exportaciones iraníes en las últimas dos semanas, como dice el dicho: “cuando el río suena, es porque piedras trae”.
En suma, cada vez que se presentan indicaciones, a partir de los fundamentos, para que los precios petroleros repunten, aparece un titular, un rumor, una realidad, que revierte la tendencia alcista, tal como esta semana el ruido alrededor de Irán. En un mercado temeroso de una eventual recesión, cualquier disonancia se refleja en un debilitamiento de los precios. Esta confrontación continua entre fundamentos y percepción, ha mantenido los precios del crudo y sus productos en una banda que los países consumidores celebran. Pero más temprano que tarde el mercado reaccionará a la realidad de que no existe suficiente suministro para satisfacer la demanda futura, si es que no hay un esfuerzo de incremento de inversiones para revertir ese déficit.
Esto último quizás es la explicación de muchos de los eventos que están en pleno desarrollo en el tablero petrolero: el cambio de postura de la administración Biden ante Irán y Venezuela, así como también el envío de emisarios a los países del Golfo Pérsico, los únicos que están apurando las inversiones en hidrocarburos.
A efecto de estimar los niveles de suministro de petróleo a nivel global, es seguro asumir que la producción de los EE.UU. se mantendrá estable. La combinación de precios más bajos y el mayor enfoque de las compañías petroleras a compensar a sus accionistas y promotores, dedicando el flujo de caja generado a reducir deuda, pagar dividendos y recomprar sus propias acciones, ha reducido las inversiones dedicadas al crecimiento.
Así las cosas, durante 2023 es razonable pronosticar una leve, pero continuada reducción en la producción de EE.UU., con un punto de inflexión a principios de 2024, cuando se incrementaría la producción a medida que se comiencen a sentir los efectos del proceso de consolidación que ha venido ocurriendo en las cuencas de petróleo y gas “no convencional”. Las empresas operadoras, incluyendo a ExxonMobil y Chevron, más eficientes como consecuencia de las sinergias operacionales y financieras, unos balances financieros más sólidos y acceso a tecnología de punta, retornarían al camino del crecimiento.
Otro punto que pesa sobre la estrategia petrolera de EE.UU. es el hecho de que, durante la crisis energética de 2022 drenaron prácticamente la mitad de sus reservas estratégicas, ahora los toca volver a llenarlas. Están comenzando con una compra tímida de 6 MMBls a un precio apenas por encima de los 73 $/bbl.
En el hemisferio sur encontramos los dos focos de incremento de producción petrolera en los próximos años. Por un lado, Guyana que está desarrollando vertiginosamente las reservas recién descubiertas, ya produce casi 400 Mbpd y a finales de año se estima que alcance 650 Mbpd, en camino a lo que se perfila como un desarrollo seguro de hasta 1,0 MMbpd para finales de 2027.
El otro centro de desarrollo, también en aguas profundas, es Brasil, cuya producción se ha incrementado en 2,0 MMbpd desde el inicio del siglo XXI, gracias a la oportuna incorporación del desarrollo de los yacimientos del presal en el 2013, justo cuando la producción de las cuencas tradicionales de Santos y Campos comenzaron su declinación y agotamiento. La producción actual de Brasil es de unos 3,2 MMbpd, en camino a 4,3 MMbpd, según los pronósticos brasileños. Sin embargo, para alcanzar esos niveles tendrán que descubrir y desarrollar nuevas reservas.
Petrobras pensaba hacerlo buscando el mismo tipo de evento geológico descubierto en Guyana, en la desembocadura del Amazonas. Pero como mencionamos anteriormente, no han obtenido las autorizaciones ambientales para iniciar esa campaña. A todo evento, a pesar de que su producción está estancada en 3,2 MMbpd, se estima que agregará unos 300 Mbpd en los próximos 12 meses, a medida que llegan cinco nuevas plataformas para el desarrollo del presal. No se observan en el horizonte desarrollos en otras latitudes capaces de cambiar materialmente la composición del suministro global en el corto plazo.
Mientras tanto, el mercado intenta adminicular esta información con las informaciones cambiantes que llegan desde China en cuanto a efectividad de los estímulos aplicados a la economía, y la acción que tomara la Reserva Federal de EE.UU., apostando a que haga una pausa en el incremento de las tasas de interés por primera vez en más de un año. En forma similar, el Banco Central Europeo está repensando lo señalado por su presidente, Christine Lagarde, de continuar con los aumentos de tasas de interés, habida cuenta de que la Unión Europea entró en recesión técnica, al repetir la tasa negativa de 0,1% de crecimiento en el primer trimestre.
En resumen, la demanda global de petróleo se ubica hoy entre 100 y 101 MMbpd, y su variación en el tiempo será en función de las decisiones de política monetaria de los Bancos Centrales en su campaña antiinflacionaria y del comportamiento de la economía china; estos elementos tomarán tiempo en manifestarse y lo harán en conjunto con el crecimiento orgánico del consumo energético mundial.
Por lo tanto, el balance entre suministro y demanda lo está determinando hoy día el lado del suministro de la ecuación, que podría mejorar con una política de inversiones en el sector de los hidrocarburos en las regiones de mayor competitividad o con una remoción global o selectiva de las sanciones económicas de EE.UU. a Irán y eventualmente contra otros países.
Así las cosas, el mercado petrolero actual está en un estado de ánimo sombrío. Al cierre de la semana pasada el Brent se cotizaba en 75 $/bbl, mientras el WTI lo hacía apenas por encima de los 70 $/bbl. No obstante, este resultado puntual, nuestras proyecciones continúan indicando un repunte durante la segunda mitad del año 2023, cuando los inventarios lleguen a niveles que comiencen a preocupar al mercado.
Transición Energética
Uno de los argumentos más manidos en la conversación sobre la transición energética es atribuirle los fenómenos naturales extraordinarios al calentamiento global, y responsabilizar, por implicación, a la industria de los combustibles fósiles. Los huracanes, las sequías, las lluvias, etc., explicados de una manera racional en los libros de geografía que usamos en bachillerato, hoy son testigos para la acusación en la inquisición desatada por intereses políticos e industriales en contra de la principal forma de energía de la sociedad moderna.
Todo esto viene a colación por los incendios que están ocurriendo en los bosques boreales de Canadá y sus muy visibles repercusiones en el norte de los EE.UU., que han sido prontamente alistados por los grupos anti fósiles. En una temporada normal, la temperatura y la lluvia, pero también las políticas locales de extinción de incendios, interacciones entre humanos y bosques y prácticas agrícolas, interactúan para provocar los incendios, sin mencionar que estos últimos son parte del ciclo natural de los bosques. En un reporte citado por el WSJ, se afirma que en el período 1959-2019 hubo un fuerte aumento en la destrucción causada por incendios forestales en la primera mitad de ese período de 60 años, y una disminución general en la segunda mitad.
Lejos de hacer un análisis más sosegado de la evidencia, algunos legisladores y los activistas, aprovechando el lamentable efecto que los incendios forestales están causando en la calidad del aire del noreste de EE.UU., aprovechan la oportunidad para requerir que el presidente Joe Biden que declare una emergencia climática, lo que le daría poderes especiales, tales como bloquear las exportaciones de petróleo crudo y la imposición de otros límites a los combustibles fósiles.
Este caso es un ejemplo ilustrativo de por qué se necesita una discusión más balanceada y objetiva. Las reacciones instintivas pueden dar réditos políticos, pero ignoran los efectos de largo plazo en una sociedad que depende de la disponibilidad de energía confiable, barata y sustentable. No hay más que recordar el intento de acelerar la sustitución de energía fósil por renovable durante la recuperación de la actividad económica post COVID-19, que condujo a la crisis energética de 2021 y pavimentó el camino para el uso de la energía como arma por los rusos, para advertirnos de lo peligroso de “jugar” con la disponibilidad de energía.
Venezuela
Aspectos político-económicos: Los datos del primer trimestre señalan que existe un marcado decrecimiento de la economía, que amenaza con convertirse en recesión durante el resto del año 2023. El primer trimestre muestra números de producción nacional de 1,5% menor que durante el mismo lapso en 2022. El declive obedece a menor demanda, mayor competencia de productos importados, falta de crédito bancario, altos niveles de impuestos y servicios públicos poco confiables, lo que mantiene el parque industrial operando a 30% de su capacidad.
El país ha sufrido apagones en la mayor parte del territorio nacional y una escasez aguda de combustibles, particularmente gasolina. Estos desabastecimientos, junto al descontento generalizado por los menguados salarios, han generado un sinfín de protestas sociales que ha incluido a los trabajadores de PDVSA y las industrias de Guayana. El régimen se ha hecho la vista gorda sobre estos problemas, como también lo ha hecho con el retorno a las negociaciones con la oposición, lo cual a su vez mantiene paralizadas las potenciales conversaciones sobre la liberalización de las sanciones, que influyen sobre la actividad petrolera.
Actividades Operativas
Las fallas eléctricas en buena parte del país, particularmente en el Zulia y los estados andinos, por fallas en la transmisión desde la represa del Guri y la falta de combustible para las termoeléctricas locales, que ha afectado la producción petrolera. La producción de la segunda semana de junio retrocedió con respecto a los promedios del mes de mayo, la producción promedió 703 Mbpd, distribuidos como sigue:
Sin duda, la actividad operativa más publicitada ha sido la incapacidad del parque refinador nacional de producir gasolina, como consecuencia del mal estado de las unidades de procesos de craqueo catalítico y reformación, aunado a la inexistencia de los aditivos requeridos en la formulación de las gasolinas. La situación se ha tornado grave, inclusive en la ciudad capital; al punto de tener que hacer una lotería para identificar las gasolineras que serán provistas de producto, que tienen que a su vez vender en cantidades limitadas por usuario. A pesar de esa situación, en días pasados zarpó un tanquero cargado de gasolina hacia la isla de Cuba.
Las exportaciones correspondientes a los primeros nueve días del mes de junio promediaron 460 Mbpd: 103 Mbpd fueron exportados por Chevron con destino al PADD 3 de EE.UU.; el remanente se envió a China como destino final, siguiendo los tradicionales mecanismos de despistaje a través del trueque iraní y el mecanismo de intermediarios vía Malasia. Estos números de exportaciones son poco representativos, al cubrir escasamente una semana, pero se irán consolidando durante el resto del mes.
En horas de la tarde del sábado 10 de junio de 2023, se registró una explosión en una subestación eléctrica de PDVSA, en Bachaquero, en el estado Zulia. El accidente dejó varias zonas residenciales sin energía eléctrica y afectará infraestructura petrolera y, por tanto, la producción.
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*La ilustración generada utilizando Midjourney, realizada por Luis A. Pacheco, es cortesía del autor al editor de La Gran Aldea.
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*M. Juan Szabo, Analista Internacional.
*Luis A. Pacheco, non-resident fellow at the Baker Institute Center for Energy Studies.