Recientemente la organización no gubernamental defensora de derechos humanos Provea, presentó su informe y documentó 1.599 casos de tortura entre 2013 y 2022. Es decir, que ese es el numero que el régimen ha torturador en el periodo que lleva Nicolás Maduro en Miraflores. Solo en el año 2022 esta ONG registró noventa y un víctimas de tortura, entre las que se contabilizan dos muertes vinculadas con este mismo delito. En el apartado de las violaciones a la integridad personal, que totalizó 2.203 casos.
No es un detalle menor que la mayoría de las víctimas de tratos crueles, inhumanos y degradantes se encuentren en cárceles o instituciones controladas por el Estado. “Las condiciones de reclusión, no solo de los presos políticos, sino de todos los reclusos en el país, generan este patrón masivo de violación de derechos humanos”, dijo la coordinadora del estudio, la socióloga Lissette González.
Por si fuera poco la ONG destaca que, además de las 1.599 víctimas documentadas, puede haber un subregistro con otros casos que no se han dado a conocer debido a factores como la opacidad oficial, las dificultades para el monitoreo, la disminución de la prensa independiente, y el miedo de familiares para denunciar los abusos. Por esto, Provea indica que pudo haber ocurrido un número aún mayor de torturados en estos años de Maduro en el poder.
Esto nos ratifica, una vez más, que el régimen de Nicolás Maduro tortura y asesina. Y hago la distinción, porque si bien hubo casos terribles en el período de Hugo Chávez, es con Maduro cuando esta situación se ha agravado.
Aquí cabe recordar el informe de la Misión de Comprobación de los Hechos de Naciones Unidas, cuando vino a Venezuela y detalló la cadena de mando que conducía a las torturas, porque la tortura no es solo asunto de esbirros, como esos que presentó Diosdado Cabello en su programa de televisión. No. Ellos obedecen órdenes, por eso en casos de violaciones de derechos humanos hay que ir hasta lo alto, que es de dónde provino esa orden.
Pues bien, en ese informe de Naciones Unidas, la cadena de mando comienza con Nicolás Maduro, seguido por Delcy Rodríguez, en tanto vicepresidenta de la República, y bajando figura, de manera muy destacada, el general Iván Hernández Dala, quien tiene dos cargos de mucha responsabilidad en esto de las torturas, porque es el jefe de la División General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), institución muy temida y cuestionada, pero es también el jefe de la Casa Militar; es decir, comanda el pelotón o el batallón del Ejército que se encarga de cuidar al presidente de la República, razón por la cual su despacho está al lado del de Nicolás Maduro. No hay que caminar mucho para dar las órdenes del mal.