En la aldea
02 enero 2025

La Educación es el gran reto

“La carencia de justicia y la fractura de la educación constituyen nuestras principales debilidades. El horizonte promisorio que tenemos por delante los venezolanos es la gran tarea de reconstruir nuestra educación y la justicia, como ámbitos de nuestra existencia”.

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Es innegable que Venezuela como sociedad carece de un proyecto educativo que exprese nuestras aspiraciones de convertirnos en un país donde reinen las oportunidades para sus habitantes de ser, en el más amplio sentido, seres responsables en el plano material y espiritual. Constatación que nos obliga a realizar un recuento de los daños de la destrucción reciente, casi como episodios de guerra similares a los que confrontan nuestros hermanos en Ucrania, las conquistas que habíamos logrado acumular después de 1958 han sido pisoteadas, masacradas.

No es secreto alguno que durante las últimas dos décadas los grupos en el poder han declarado de forma encubierta al sistema educativo creado por la democracia como un gran obstáculo para ejecutar su gran plan de someter al país a un modelo político socialista, cuyo eje o pivote está centrado en la sustitución del individuo responsable, y de las familias como núcleo social básico; imponiendo la estructura del Estado central como el eje dominante de la vida económica, cultural y social del país. Esta tarea en marcha trata de filtrar contenidos ideológicos, reinterpretaciones de la historia y mitologías de falsos personajes que sustituyen nuestro pasado y lo convierten en el patio para erigir nuevas figuras, con alto contenido ideológico, especialmente enfocados en anular la libertad y transmutarla en sumisión de las personas, borrar a los ciudadanos, sometiendo los pueblos a un poder centralizado que controla todas las facetas de la vida ciudadana en todos los planos materiales y morales.

“La primera gran tarea es municipalizar la educación, siempre bajo la tutela de un gran pacto por la democracia y la libertad”

Esta intención política se refleja de forma dominante en nuestra actual crisis educativa, en la rebelión de los maestros que ocupan las calles reclamando lo más elemental, un salario para subsistir. Se refleja también en la crisis de nuestra educación superior con una red de universidades autónomas completamente en la miseria, con profesores declarados en hambruna y con el colapso de las principales infraestructuras, una gran inversión de tiempos anteriores. Todo ante los ojos indiferentes y despreciativos de aquellos que fungen como autoridades en el terreno educativo y cuyas prioridades se orientan a intentar poner en pie un sistema educativo falseado donde exigen dogmas políticos y se otorgan a los estudiantes títulos sin ningún valor educativo, académico o profesional.

Esta constatación nos obliga aponer en primer plano la necesidad de construir un nuevo proyecto educativo que constituya el verdadero camino para el nacimiento de la nueva ciudadanía, las personas responsables, con el conocimiento capaz de erigir a Venezuela de nuevo como una tierra de prosperidad y de verdad donde se pueda soñar y realizar sus proyectos de vida.

Al recuento de los daños deben necesariamente seguir las nuevas propuestas, la primera de ellas, arrancar del dominio del poder central del Estado, la dirección de la educación e iniciar una gran transición hacia un modelo de educación puesto en manos de sus municipalidades como ocurre en los países más desarrollados del mundo. Una educación desestatizada, responsabilidad de la gente que la asume como su primer medio de crecimiento individual, cultural y social. Esto exige eliminar las actual ley de educación que coloca esta importante tarea en manos de un propietario único, un Ministerio de Educación con poder concentrado que dirige la educación sin consultar a los ciudadanos y sin ver el fracaso histórico de su orientación politizada. En países más avanzados no hay una ley única que rija la educación. Considerando los principios básicos de respeto y reconocimiento de la dignidad y libertad humana está en manos de la gente en los territorios donde coexisten. En Estados Unidos existen más de 15.600 entidades locales responsables de la orientación y marcha de la gran tarea educativa de sus comunidades urbanas y rurales.

“La segunda gran tarea, esforzarse por crear oportunidades educativas para los sectores de menores recursos. En Venezuela esta alternativa no existe, con la salvedad del aporte de la Iglesia católica venezolana a través de Fe y Alegría”

En Venezuela solo tenemos un Ministerio de Educación centralizado en manos de los partidarios políticos de los regímenes de turno en el poder, que ejercen su autoridad sin limitaciones. Esta sería la primera gran tarea es municipalizar la educación, siempre bajo la tutela de un gran pacto por la democracia y la libertad. La segunda gran tarea, esforzarse por crear oportunidades educativas para los sectores de menores recursos. En Venezuela esta alternativa no existe, con la salvedad del aporte de la Iglesia católica venezolana a través de Fe y Alegría. Es de suprema urgencia construir un sistema que genere las oportunidades de aprender a los que obligatoriamente tienen que incorporarse al mercado de trabajo tempranamente para subsistir y que ello constituya sólo un inicio de sus deseos y aspiraciones de aprender. Mientras no exista un sistema de formación para el trabajo, la pobreza seguirá creciendo y aplastando las oportunidades del 80% de los jóvenes venezolanos en situación de pobreza. Sólo habría que observar los mejores ejemplos de otros países donde la calificación laboral y la participación de los jóvenes se constituyen en modelo para impulsar el desarrollo.

Al mismo nivel tenemos que emprender el rescate, consolidación y empoderamiento del sistema de educación superior. El régimen que gobierna Venezuela ha intentado oscurecer las casas que vencen las sombras de la ignorancia y la exclusión. Sin embargo, están allí esperando que los ciudadanos las rescaten como exigió el poeta Rafael Cadenas al recibir el Premio Cervantes de literatura, un egresado de la Universidad Central de Venezuela. Hay que devolver a la universidad su poder de enseñar y su vinculación estrecha y fértil con la ciencia, la tecnología, la economía, la poesía y la literatura; con nuestra lengua hispana y con la capacidad de nuestra gente para ver, descubrir, inventar, crear arte y hacer realidad los avances científicos que nos permitan alimentarnos mejor, desarrollar potencialidades y construir hábitats favorables al fortalecimiento de nuestras familias.

El reto educativo emerge como una tarea de primer plano, un paso decisivo para anular el poder ideologizante y concentrador que niega a los habitantes de nuestro país la posibilidad de convertir toda su formación, sus destrezas y habilidades en las armas para lograr una mejor vida y poder participar constructivamente en la creación de ambientes propicios al pleno desarrollo humano, sin necesidad de engañosos apoyos populista que solo persiguen debilitar voluntades.

Hoy podemos denunciar grandes faltas, ambas en el mismo plano, la ausencia de un sistema educacional que construya individuos responsables dotados del poder de cambiar, mejorar la realidad y en el mismo nivel, imprescindible reconocer la significación de ser un país al margen del Estado de Derecho, sin la posibilidad de vivir bajo un régimen donde se aplique la justicia y donde los jueces sean los guías morales confiables que aplican la ley en favor de la libertad y el respeto a las personas. La carencia de justicia y la fractura de la educación constituyen nuestras principales debilidades, una estrategia esclavizante, pues se trata de carecer de las posibilidades de vivir en una sociedad donde la ley está a favor de los ciudadanos sin distingos, y donde el sistema educativo se convierte en la gran escuela de individuos que aprenden; contribuyen con su esfuerzo cotidiano a generar cada vez más y mejores oportunidades de existir en armonía con la naturaleza, entre nosotros mismos, ejerciendo la gran responsabilidad de ser parte de una sociedad que ha escogido la democracia y con ello la libertad como la forma ineludible para vivir en comunidad.

Miremos la realidad de hoy objetivamente, los daños causados culturales, económicos y morales en estas dos últimas décadas de destrucción sociopolítica, con la conciencia que pueden ser superados si reforzamos las esperanzas en un cambio posible y en esa gran tarea nos ocuparemos de la educación como la forjadora de seres humanos que desean y aspiran a vivir en libertad. Con una mejor democracia, aquella donde las personas contribuyen con su actuar cotidiano, conscientes el que -el ser humano es el único que puede cambiarse así mismo, un regalo de Dios- que podemos equivocarnos, corregir y que el acuerdo final es consagrar la libertad como espacio de expansión del ser humano; que no puede ser suplido por ninguna consigna o mandato impuesto con violencia. Creando prisiones, torturando, clausurando medios de comunicación, interviniendo los contenidos educativos con textos antihumanitarios, obligando a las personas a negar sus derechos humanos consagrados en todos los códigos universales.

El horizonte promisorio que tenemos por delante los venezolanos es la gran tarea de reconstruir nuestra educación y la justicia, como ámbitos de nuestra existencia.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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