En la aldea
21 diciembre 2024

Aidaliz Guarisma: “Yo soy chavista activa y para el momento en que me detuvieron era del frente crítico de la UBCh. Formo parte de ese grupo de intelectuales que nos hemos distanciado del gobierno actual”.

Aidaliz Guarisma: “Admití todo, yo no iba a pasar por un juicio en el que el Estado siempre va a tener la razón”

“En Mérida, escuché al comisario cuando le dijo a la médico: ‘Ponga que los golpes ya ella los traía, porque se cayó de un caballo’. Y a mí me dijeron: ‘Tienes que colaborar’. Así que a todo, en Mérida y en Caracas, dije que sí, que no había ningún problema. (…) Yo quiero que se hagan públicas las torturas, mandó a decir Aidaliz Guarisma”.

Lee y comparte
Kaoru Yonekura | 21 abril 2023

“Yo quiero que se hagan públicas las torturas”, mandó a decir Aidaliz Guarisma. Ella era la encargada de cultura de una de las Unidades de Batalla Hugo Chávez (UBCh) en el estado Mérida y profesora de actuación e Introducción a la Filosofía de la Universidad de Los Andes (ULA) hasta que tres hombres y una mujer del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) se la llevaron de su casa en la ciudad de Mérida a eso de la 1:30pm del 10 de agosto de 2021.

Los cuatro funcionarios no tenían uniforme ni identificación, ni orden de aprehensión, ni piedad: Aidaliz estaba durmiendo en pijamas, porque tenía gripe y fiebre. Se la llevaron para interrogarla a punta de golpes y asfixias, y cortándole el cabello, aunque en su casa le habían dicho que se la llevarían para hacerle una entrevista de cuarenta y cinco minutos. En la madrugada del 13 de agosto, le dijeron que se la llevarían a las “grandes ligas”, o sea, a El Helicoide, una de las sedes del SEBIN en Caracas, sin orden policial ni de traslado y sin avisarle a su familia.

“Cuando llegué al Helicoide me dieron más golpes, pero, en comparación con los de Mérida, fueron bastante suaves”

Lo que pasó entonces, lo cuenta así:

“Yo esto nunca lo declaré: me dijeron que me iban a llevar a las grandes ligas para aclarar la investigación y que el miércoles [17 de agosto, una semana después de la detención] me iban buscar para llevarme de regreso. Cuando llegué al Helicoide me dieron más golpes, pero, en comparación con los de Mérida, fueron bastante suaves. Me decían que mis otros dos compañeros estaban siendo torturados. Yo estaba muy aturdida y me hicieron grabar un video veintiocho veces repitiendo lo mismo que ellos estaban diciendo para que las declaraciones de los tres videos coincidieran: que la consulta de las cuentas bancarias era para hacer una sustracción de fondos. Estuve esposada al pie de una cama, durmiendo en el piso de un cuarto. El 18 de agosto llegué a la presentación con los senos, el cuello y los brazos morados. Ahí estaba mi defensa pública y se lo dije. Me dijo: ‘Sí, pero no hay informe médico. No vas a hablar nada’. Una funcionaria me tomó una fotografía, pero yo nunca tuve acceso a esa fotografía. Me acordé que, en Mérida, escuché al comisario cuando le dijo a la médico: ‘Ponga que los golpes ya ella los traía, porque se cayó de un caballo’. Y a mí me dijeron: ‘Tienes que colaborar’. Así que a todo, en Mérida y en Caracas, dije que sí, que no había ningún problema”.

Aidaliz recuerda los cinco delitos que le imputaron en su audiencia de presentación: “acceso indebido a data, asociación para delinquir, corrupción propia, revelación de información bancaria y terrorismo informático”. Su familia no sabía nada de todo lo que estaba pasando entonces.

“No me permitieron contacto con nadie. Pude hablar con mi mamá a través de una llamada telefónica en alta voz y supervisada, eso fue como dos semanas después de estar detenida. La pude ver el 3 de septiembre en El Helicoide con funcionarios. Yo todavía tenía secuelas de los golpes. Me pidieron que no se los mostrara y no lo hice. Yo tenía pavor, porque ellos me habían dicho: “Si tú dices algo, dejamos a tu mamá acá y le hacemos el mismo procedimiento”. Claro, yo entiendo que eso fue psicoterror pero uno, en ese momento, con todo ese trauma encima, lo que menos quiere es contradecir a un funcionario que es tu verdugo. No nos dejaron abrazarnos. En El Helicoide pedí un chequeo médico para que todo esto saliera y me lo hicieron meses después”.

También meses después, en noviembre de 2021, a Aidaliz le fue imputado un delito más: espionaje informático, según recuerda. Y pasaron a un juicio que tuvo su primera audiencia y sentencia el mismo día, el jueves 23 de marzo de 2023, un año y siete meses después de su detención.

“Hubo conversaciones entre mi defensa y el juez. Me desestimaron el cargo de revelación de información bancaria, porque la información nunca salió del banco. Yo nunca obtuve la información que solicité. Quedé con los cargos de acceso indebido, acceso indebido de información personal, espionaje informático y me hicieron el cambio de asociación para delinquir por agavillamiento. La sentencia es de siete años y cuatro meses”.

El 30 de septiembre de 2022, Aidaliz fue trasladada al Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF). Desde allí cuenta lo que cree es la razón de su detención:

“Yo soy chavista activa y para el momento en que me detuvieron era del frente crítico de la UBCh. Formo parte de ese grupo de intelectuales que nos hemos distanciado del gobierno actual. Tenía una columna y quería escribir un artículo sobre la corrupción. No tenía la intención de divulgar información, ni identidades, ni realizar acusaciones, solo quise tener datos ciertos para poder dar un análisis sobre la doble moral de algunos funcionarios del alto gobierno”.

Desde 2017 hasta su detención, Aidaliz denunció irregularidades en su columna, incluso cuando fue analista de apropiación en el Centro Nacional de Desarrollo de Investigaciones en Tecnologías Libres (CENDITEL) entre 2014 y 2019. Pero fue cuando trabajaba para PDVSA y gestionaba unos pagos a proveedores que investigó más. Explica el abogado Iván Toro, del Observatorio de Derechos Humanos de la ULA: “Al darse cuenta de la corrupción, la profesora Aidaliz le pidió el favor a un conocido que trabajaba en el Banco Central de Venezuela para que averiguara las cuentas de unos funcionarios del alto mando. Entonces, el sistema del banco dio una alerta que fue notificada a la seguridad bancaria y detuvieron a la persona que trabajaba en el banco, y a la profesora”.

Esto es delito de acuerdo con la Ley Especial contra los delitos informáticos, claro está. Pero, como advierte la abogada Mayda Hočevar, directora del observatorio: “El castigo a Aidaliz es excesivo, no está basado en lo que está en la ley, sino que hay saña por haberse atrevido, de manera ingenua, a averiguar este tipo de información de altos funcionarios públicos. Hay connotaciones políticas en este caso. Ella siempre ha sido parte del proceso revolucionario desde la época de Chávez… Y se cuestionó cosas, averiguó y ya ves que su detención fue arbitraria y que las torturas entre ellos mismos son mucho más duras… Esto no es nuevo, es la misma persecución que le hicieron a Alcedo Mora, porque estaba denunciando actos de corrupción”.

Para entender más lo desproporcionado de todo cuanto le ha pasado a Aidaliz a partir de su detención, la abogada ofrece el resumen de un caso como ejemplo: un jefe de la policía del estado Mérida y su grupo asesinaron, con disparos en la cara, a un grupo de civiles en una cola de una estación de gasolina: “Imputaron a los funcionarios por lesiones leves y están libres desde 2019. Ahora que va a empezar el juicio y ya esos funcionarios se escaparon”.

No es más lo que se pueda decir del caso de Aidaliz, pues ni a ella ni al observatorio le han permitido revisar el expediente. “Su defensa se ha negado a hablar con nosotros y con la mamá de Aidaliz”, dice la abogada Hočevar.

Pese a los tratos recibidos, dice Aidaliz:

“No me interesa apelar, eso llevaría años y yo no quiero esperar más, yo lo que quiero es salir, porque mi madre y mi hijita me necesitan. Admití todo, yo no iba a pasar por un juicio en el que el Estado siempre va a tener la razón. Si desde el principio es violentado el debido proceso, uno no puede caer en una ilusión de que a mitad del proceso te van a respetar, eso es mentira. Yo espero a que se me cumpla la mitad de mi condena a ver si se me puede considerar para optar por alguna medida para mi salida”.

La espera de Aidaliz no es pasiva. Aunque le quedó una lesión en la rodilla tras la golpiza del SEBIN, organizó y dio clases de literatura junto con los presos políticos Javier Tarazona y Roland Carreño en El Helicoide. Tres semanas después de su traslado al INOF pasó a formar parte del equipo que desarrolla los programas de formación del centro de reclusión y, como dice ella misma, logró incorporar actividades que no se habían podido hacer, porque no había una profesora de teatro que fuese hasta allá.

Así que, de lunes a viernes en las mañanas, Aidaliz da clases en las misiones Robinson y Rivas, y en las tardes de artes escénicas, de donde resultan los montajes breves de las efemérides venezolanas que se graban en video y se envían al Ministerio para el Servicio Penitenciario. Los sábados da talleres de salsa. Ahora quiere organizar uno de bolero, otro de lectura de poesía para las presas mayores y, desde luego, prepararse para el IX Festival de Teatro Penitenciario:

“El año pasado ganamos el tercer lugar… ¡Ese trabajo se montó en once días! Porque el Ministerio mandó el listado de las obras quince días antes del Festival. Fue un trabajo intenso de mañanas, tardes y noches. Yo quedé contenta, porque logramos un montaje con cierto nivel, con lo poquito que se tiene aquí y sin una estética tan carcelaria. Vamos a ver con qué nos lanzamos este año… Yo ando en lo mío. Todo mi conocimiento, experiencia y sensibilidad está al servicio de las muchachas. Ellas se empataron en este trabajo conmigo, les gusta el trabajo creativo, aunque yo soy muy rigurosa. La coordinación de cultura del sistema [para el servicio penitenciario] se ha dado cuenta que hacemos trabajos bonitos, buenos, disciplinados; que hay chamas que se distanciaron de las drogas por esto… Estoy abollada todos los días y también estoy redimiendo, aunque me digan que a los que caen en el tribunal de terrorismo no les toman en cuenta las redenciones”.


*Nota de la autora: No se tuvo acceso a documentos relacionados con el caso ni contacto con el defensor público asignado a la detenida. A petición de la detenida, se reserva el derecho de la fuente de su testimonio y la foto.


*La fotografía de Aidaliz Guarisma fue facilitada por la autora, Kaoru Yonekura, al editor de La Gran Aldea.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Contexto