En la aldea
26 diciembre 2024

El caos vial de Caracas (II Parte)

En esta nueva entrega seguramente muchos lectores se sentirán identificados con alguna o varias de las diferentes causas que afectan la circulación en la ciudad capital. Porque también cuando se habla de calidad de vida se refiere a la necesidad de que la movilidad urbana sea una prioridad. ¿Quién no ha padecido “la anarquía en la circulación a consecuencia de la impunidad reinante”?, ¿o tener que buscar otra alternativa para trasladarse por “la pésima calidad del transporte público”?, ¿y la falta de estacionamientos en Caracas?

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Celia Herrera | 18 mayo 2022

En anterior nota, señalaba el caos vial a Caracas, motivo de discusión dentro de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte y Vialidad y relacionados para el año 2007; desbarajuste que estamos viviendo nuevamente los caraqueños desde finales de 2021 y que sigue agobiando nuestra cotidianidad este 2022. El análisis de este problema complejo, que amerita abordar numerosas aristas, se tradujo en una síntesis de las consideraciones sobre diversidad de temas, como el desarrollo urbano y la planificación, referidos en la entrega anterior, producto de la reflexión de expertos. La indagación de otros aspectos, me lleva ahora al punto álgido, el indicador inequívoco del caos, la congestión del tránsito, un problema estructural y coyuntural.

El crecimiento de una ciudad depende de la magnitud del espacio desarrollable que ella tenga y, como Caracas ocupa un conjunto de valles que restringen los elementos de acción, el crecimiento de su vialidad se ve limitado. En Caracas solo se dedica a la vialidad y el transporte entre el 10% y el 14% del área desarrollada; en otras ciudades se destina a esos fines del 32% al 35% del área desarrollable. Esta situación prevalece en el tiempo, a pesar de los esfuerzos en tratar de corregirla. Ahora bien, el problema de la congestión del tránsito no es exclusivo de Caracas, también lo padecen muchas otras ciudades como Sao Paulo, Bogotá, Santiago de Chile, Ciudad de México, en las que se combate el problema mediante acciones específicas, con un tratamiento integral de los sistemas de transporte y contando con marcos reguladores adecuados. En contraposición, en Venezuela las regulaciones no están actualizadas y, muchas veces, la aplicación de las existentes se hace muy difícil por la falta de personal capacitado que vigile y controle su cumplimiento.

“Cuando se habla de vialidad nadie menciona el estacionamiento, a pesar de las afectaciones que producen los vehículos estacionados en zonas no autorizadas en el borde de la calzada y los que buscan cómo estacionarse”

Al concentrarse las actividades comerciales y recreativas en los centros comerciales, se han acumulado también los destinos de los viajes en extensiones de superficie muy pequeñas, lo que agudiza el problema. Cuando se habla de vialidad nadie menciona el estacionamiento, a pesar de las afectaciones que producen los vehículos estacionados en zonas no autorizadas en el borde de la calzada y los que buscan cómo estacionarse. A esto ha venido a sumarse las reducciones de capacidad por las filas de vehículos que ocupan la calzada en espera, procurando gasolina en las estaciones de servicio. En la congestión del tránsito intervienen numerosos agentes que suman al caos:

-La baja oferta vial, asociada a la falta de planificación del desarrollo urbano, planificación del transporte, planificación de la vialidad, recursos adecuados;

-La topografía del Valle de Caracas, que concentra la demanda en pocos corredores viales;

-La discontinuidad en algunas vías principales y la falta de conexión en aquellas que lo permiten;

-Legislación inadecuada y no aplicada;

-Obsolescencia de instrumentos legales como el Reglamento de la Ley de Tránsito Terrestre, que aún no se ajusta a la Ley de Transporte Terrestre del año 2008;

-La ausencia de regulaciones explícitas sobre los estudios de impacto vial, que en algunas jurisdicciones ni siquiera se solicitan a los desarrolladores;

-Los funcionarios destinados a la vigilancia del tránsito, son insuficientes para aplicar las leyes y se presume que no están debidamente formados, ni remunerados, para ejercer tal labor;

-La anarquía en la circulación a consecuencia de la impunidad reinante, por la que usuarios de la vía pública ignoran o no acatan disposiciones de leyes y reglamentos, haciendo gala de falta de civilidad;

-La demanda de transporte se caracteriza por altas tasas de crecimiento del parque automotor, baja ocupación de los vehículos particulares (una persona por vehículo), transporte público deficiente, porcentaje elevado de vehículos en malas condiciones con altas probabilidades de averías que producen el consiguiente congestionamiento, un número considerable de motos en la circulación como consecuencia del incremento en los servicios de entrega a domicilio, y los inconvenientes con la regularización del suministro de combustible;

-La pésima calidad del transporte público, que estimula el uso de los automóviles particulares con bajo índice de ocupación;

-La falta de organización del transporte de pasajeros que provoca líneas superpuestas, el uso de unidades de baja capacidad, la indisciplina en el manejo y los horarios, a lo que se han sumado las dificultades para el pago en moneda de circulación nacional;

-La red de transporte público no cubre toda la ciudad y el servicio casi no existe en horario nocturno;

-El incremento en la circulación de vehículos automotores privados asociados a la prestación de servicio de transporte público de empresas operadoras;

-Mantenimiento vial deficiente, que provoca bajas velocidades y atascos en el tránsito;

-Atención tardía de los siniestros viales y de los vehículos averiados por parte de las autoridades responsables;

-Interrupciones en el tránsito por botes de aguas, reparaciones o lluvias copiosas;

-Conflictos en la circulación por fallas eléctricas y averías en semáforos;

-Interrupciones al tránsito o desvíos temporales por trabajos en la vía, que no son advertidos oportunamente a los usuarios.

A esta larga lista, seguramente se irán sumando más elementos que contribuyen a generar y aumentar el caos del tránsito caraqueño, en tanto no se logre una autoridad única de transporte en la ciudad, que gestione apropiadamente la circulación y se enrumben las políticas de transporte hacia los objetivos del desarrollo sostenible, en los que la movilidad urbana es una prioridad.

“Recordemos que el mejor dispositivo de control de tránsito es el civismo”

En una próxima entrega agregaré otros elementos importantes a considerar en el caos vial de la ciudad, como son los aspectos legales y económicos, para hacer un cierre de este tema que nos involucra a todos. Mientras, recordemos que el mejor dispositivo de control de tránsito es el civismo, de manera que apostando a la reserva moral que queda en la ciudad, quizás logremos mantener un equilibrio para compartir el espacio público y sobrellevar de mejor manera la congestión.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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