En la aldea
21 diciembre 2024

Juan Manuel Raffalli: “Se debe persistir y seguir luchando hasta el último momento”

Un hombre perseverante que valora la lealtad, la fidelidad y que no puede vivir sin El Ávila. Añora poder comer algún día un Pomagás de su propia cosecha, como los que disfrutó de niño. Su heroína es Susana Raffalli, su hermana, porque “su obra me parece bellísima”. Sobre la felicidad nos dice: “Creo que el orden correcto es salud, familia y, luego, la prosperidad y el progreso”.

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Alejandro Hernández | 08 abril 2022

-¿Cuál es el rasgo que más define su carácter?
-La perseverancia, pienso que soy insistente hasta que obtengo lo que creo que debe ser. Por eso creo que la persistencia es un rasgo que me define bastante.


-¿Qué es lo que más valora de sus amigos?
-Sin duda la lealtad, la confianza en saber que están ahí y que son parte esencial de la vida de uno. La traición de un amigo duele mucho, por eso quizá yo tengo pocos amigos y muchos conocidos.


-¿Cuál es su principal defecto?
-Carolina, mi esposa, dice que soy arrogante (¡Jeje!)… Es posible que haya algo de eso y, de ser así, lo admito. Sin embargo, pienso que la arrogancia es un defecto muy costoso.


-¿Qué cualidad aprecia más en una pareja?

-La fidelidad, una pareja que no te da la seguridad de ser fiel es un tormento. Yo por eso le doy gracias a Dios por tener más de treinta años con una misma esposa, con quien he construido una familia, que es el tesoro más grande que un hombre puede tener en la vida.


-¿Cuál es su ideal de felicidad y por qué?
-La felicidad no es lineal, es intermitente. La vida en familia, con prosperidad y salud es el estatus ideal. Creo que el orden correcto es salud, familia y, luego, la prosperidad y el progreso.


-¿Cuál sería su mayor desgracia?
-Perder a una de mis hijas, eso sería, sin duda, el golpe más duro que puede recibir un padre, un hombre o un ser humano.


-¿Quién es su autor favorito
-Siempre he sido un amante de la literatura latinoamericana y por eso pienso que Rómulo Gallegos fue un gran maestro que no me canso de releer. A veces pienso que sus novelas no se deberían leer en bachillerato sino en la etapa de la adultez. También me gusta mucho, por el humor que destila, el peruano Alfredo Bryce Echenique. Su libro La vida exagerada de Martín Romaña es muy gracioso, pero nos pone a pensar en nosotros mismos. Y de los autores venezolanos, pues mi amigo Francisco Suniaga, que es articulista de La Gran Aldea y tiene un talento extraordinario; con esa sencillez e inteligencia que lo caracteriza ha hecho novelas sensacionales como El pasajero de Truman.


-¿Cuál es su héroe o heroína de ficción y por qué?
-Me gustaba muchísimo El Zorro porque era un personaje inteligente, escurridizo, justo y que, a pesar de su bajo perfil, lograba tener un alto impacto en cuanto a justicia se refiere.


-¿Quién es músico favorito?
-Me gusta Sting, no solo como solista sino en The Police, que marcó mi juventud. Era mi grupo preferido y los vi de cerca en El Poliedro; fui tan fan que hasta me acerqué al hotel a ver si podía conseguir su autógrafo. Me parece un individuo supertalentoso. En cuanto a músicos locales hay dos personajes muy distintos entre ellos que me encantan: Gualberto Ibarreto y Vytas Brenner, quien creó un género innovador y rompió paradigmas.


-¿Y su pintor preferido?
-Me gusta el impresionismo, por eso me quedo con Arturo Michelena, sus obras son maestras y vivió tiempos muy importantes en la formación de nuestra República. Se encargó de dejarnos retratado el proceso de Independencia. El otro pintor que siempre he admirado es Claude Monet y su obra El paseo te transporta a un campo y sientes el viento con solamente verla. Pero si me tuviera que quedar con uno, me quedo con Michelena.


-¿Qué es lo que más detesta?
-La hipocresía. La gente que tiene dos caras, esa que te hace loas y luego tiene un puñal en la espalda guardado. La hipocresía es de las más detestables condiciones humanas.


-¿Su héroe o heroína de la vida real y por qué?
-Tengo dos, uno lejano y universal, que es Nelson Mandela por ser un héroe de la justicia, la igualdad y la paz. Pero busco un ámbito más cercano y diría que mi heroína es Susana Raffalli, mi hermana, que hace una lucha diaria contra la desnutrición infantil dentro y fuera de nuestro país. Su obra me parece bellísima.


-¿Un hecho militar que valore?
-Yo soy civilista en esencia y por naturaleza, por eso no me gustan los hechos militares de ninguna especie. Pero como hecho histórico fundamental del siglo XX destaco el desembarco de Normandía; y si hablamos de actualidad la resistencia de Ucrania, como gentilicio, más que como hecho militar.


-¿Qué virtud desearía poseer?
-La humildad, porque es el antídoto para la arrogancia. Una persona humilde es admirable y siempre es más reconocida y apreciada que quienes se jactan de lo que son y lo que tienen.


-¿Una reforma que admire?
-La Perestroika fue una reforma que transformó positivamente Rusia. Desmontó la llamada Cortina de Hierro y abrió la puerta hacia la libertad, el progreso y la paz. Fue ejecutada por hombres de una valentía e inteligencia admirable.


-¿Cómo le gustaría morir?
-Me gustaría tener una vejez razonable, en la que me pueda valer por mí mismo y morirme de un infarto en mi cama. Las muertes del corazón son muy dignas.


-¿Cuál es el estado más común de su ánimo?
-Mi esposa diría que arrecho, pero yo creo que, más bien, soy ansioso y me cuesta tener paciencia. Sin embargo, no quiero quitarle razón a Carolina y por eso admito que a veces me molesto (¡Jejeje!).


-¿Qué defectos en la gente le inspiran indulgencia?
-Todos los defectos en el ser humano son lamentables y terminan pasándonos factura, pero yo pensaría que la ingenuidad. La gente ingenua me merece indulgencia porque puede llegar a sufrir mucho, porque como decía Thomas Hobbes, ‘la malignidad está en las entrañas de los hombres’.


-¿Tiene un lema o una máxima?
-Mi premisa fundamental es no entregarse, porque cuando se entrega asume que las cosas van a ocurrir hasta con un determinismo que no es cierto. El destino siempre es una incógnita y las cosas cambian repentinamente, por eso uno debe persistir y seguir luchando hasta el último momento; como decía el beisbolista Yogi Berra, ‘el juego no se acaba hasta que se hace el último out’.


-Si tuviera la oportunidad de viajar en el tiempo y traer de vuelta a una persona, ¿a quién escogería?
-Esa es una pregunta muy difícil, porque ya yo perdí a mis padres y a dos hermanas, por eso me resultaría imposible pensar en uno solo, cuando son cuatro amores de la vida de uno que ya no están y representaron tanto. Pero saliendo del ámbito familiar, traería a John Lennon. Me gustaría verle de viejo y saber cómo habría reaccionado a los tiempos actuales.


-¿Qué palabra eliminaría del diccionario?
-Por un asunto conceptual yo eliminaría la palabra “sufrimiento”, porque es lo contrario a la felicidad.


-¿Un ídolo?
-En política a Winston Churchill, y en deportes a Roger Federer, no solo por lo bien que juega al tenis, sino por el ejemplo a seguir que fue para la juventud y para quienes lo siguen. Es un hombre con una vida ordenada, sencillo y serio.


-¿Cuál es su placer culposo?
-El chocolate.


-¿De qué se arrepiente?
-Capaz de que me he preocupado más por guardar para así no pasar tantas necesidades en la vejez y quizá por eso me he perdido de muchas cosas, lo que no me hace un pichirre empedernido, pero le tengo muchísimo temor a envejecer sin recursos para autosostenerme y sostener a mi familia.


-¿Un sabor que le recuerde a su infancia?
-Una fruta que se llama Pomagás, es fabulosa. Yo crecí debajo de un árbol de Pomagás que estaba en la parte de atrás de mi casa y eran unos frutos de un morado intenso y por dentro blancos como las nubes. Tengo dos maticas sembradas en mi casa y aspiro a que un día me pueda comer un Pomagás de mi propia cosecha.


-¿Una ciudad por la que sienta afecto?
-Por supuesto Caracas, por eso no me he ido de aquí. Mi vida está en esta ciudad, yo no puedo vivir sin El Ávila, sin mis calles, sin mi gente, sin lo que aquí se come… En fin, con sus cosas buenas y malas. En Europa le tengo aprecio a una ciudad que se llama Siena y queda en Italia, la recuerdo con mucho cariño porque la visité en uno de los viajes más memorables que hice con mi esposa; ese paseo lo valoramos como uno de los mejores momentos de nuestra historia de tres décadas juntos.

*La fotografía es cortesía de Juan Manuel Raffalli para el editor de La Gran Aldea.

*Las preguntas pertenecen al “Cuestionario Proust”, una herramienta siempre vigente cada vez que los entrevistadores quieren conocer desde otro punto de vista a los entrevistados.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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