En la aldea
03 enero 2025

Rafael Ramírez, alcalde de Maracaibo: “A nosotros nos eligieron para dar soluciones, no explicaciones”.

Rafael Ramírez, alcalde de Maracaibo: “Debemos tener un sector privado sólido y próspero”

Pertenece a la nueva generación de funcionarios públicos con talante democrático, con sentido de pertenecía hacia su región y asume su responsabilidad desde la primera fila de vanguardia. “Las calles de Maracaibo estaban alfombradas con toneladas de basura. No es un decir, eran toneladas de verdad”. Habla de la desidia y el maltrato que por años padecieron los zulianos; algo incompresible si muchas de las acciones para aliviar tanto atropello eran de fácil resolución. El alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez Colina, desde el primer día de su gestión está trabajando para darle un nuevo aire a la tierra del sol amada.

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Milagros Socorro | 09 marzo 2022

Al preguntarles a amigos en Maracaibo si lo conocían, nos habían dado una referencia de altos quilates. El militante de Primero Justicia era sobrino de Eddy Ramírez, reconocido pediatra e intensivista zuliano, reputado como eminencia y muy querido por su trayectoria social. De hecho, la muerte del doctor Ramírez, en enero de 2021, caído en la primera fila de la Covid-19 en Maracaibo, había causado auténtica consternación. Eddy era la bondad, la inteligencia, la gracia, la generosidad sin fin con su saber y su experiencia.

El 15 de septiembre de ese año fue elegido por consenso el abanderado de la Plataforma Unitaria; las elecciones tuvieron lugar el 21 de noviembre de 2021; y el 3 de diciembre, el sobrino de Eddy Ramírez fue juramentado como máxima autoridad de la ciudad.

-Más que sobrino, podría decirse -explica el alcalde Ramírez- porque mi padre murió cuando yo estaba todavía muchacho y mi tío Eddy fue un segundo padre, siempre muy cercano.

“Cuanto más sencillo sea el trámite, menos espacio hay para la corrupción”.
“Cuanto más sencillo sea el trámite, menos espacio hay para la corrupción”.

El 6 de diciembre, tras juramentar el día anterior a su tren ejecutivo, el alcalde Rafael Ramírez, convertido, nunca mejor dicho, en escoba nueva, echó a las calles una cuadrilla de 300 trabajadores y más de 80 unidades recolectoras de desechos sólidos. «Era nuestro compromiso con Maracaibo. Teníamos que demostrar desde las primeras horas, que habíamos llegado a cumplir, que no se habían equivocado al elegirnos».

Rafael Arturo Ramírez Colina nació en Maracaibo el 28 de julio de 1975, pero creció en Cabimas, cuyo gentilicio porta con orgullo. Tiene 46 años.

El día pautado para nuestra entrevista, su encargada de prensa pregunta cuánto tiempo tomará la conversación. Le explico que no menos de una hora. Me advierte que la agenda del alcalde está llena por los próximos meses; debo no solo ser puntual sino atenerme al tiempo asignado. Y ese día, precisamente, esa mañana, la computadora por donde nos comunicaremos vía zoom no arranca. La reinicio. Nada. La vuelvo a reiniciar. Me llaman: bueno, qué pasa. No sé explicar. Cuando aparece en la pantalla la cara del alcalde (los mismos cachetes de Eddy), él todavía está conversando con colaboradores. Hombres, seguro (en el Zulia es muy nítido el bilingüismo: se sabe cuándo los hombres hablan entre sí y también cuando se está en un ámbito privado o en uno público). La cara redonda de Eddy se vuelve hacia mí, pero me habla con tono de locutor. El acento ha desaparecido. Ofrezco disculpas. El alcalde Rafael Ramírez me tranquiliza (esa familia es así, el consultorio de su tío el doctor era famoso porque allí los niños no lloraban, aunque los cosieran a vacunas).

Por suerte, conservo la costumbre de anotar los cuestionarios de las entrevistas en fichas de cartulina, en cuyo revés tomo notas. Abro fuegos con una pregunta que el país tiene en la punta de la lengua: qué encontró. Ramírez sustituyó en el cargo al pesuvista Willy Casanova, quien vio frustradas sus aspiraciones de reelección.

-Nada.

-Cómo que nada.

-Sí, puede decirse que no encontramos nada -explica Ramírez-. Cuando los funcionarios salientes se fueron, se llevaron todo. Como si los haberes del municipio hubieran sido de su propiedad. Computadoras, muebles, automóviles, motos, una flota de 40 autobuses, los azules de [la empresa municipal] Bus Maracaibo… todo. Desde luego, de inmediato nos pusimos a la tarea de hacer un informe para consignar el masivo despojo del que había sido objeto la ciudad.

“El grueso de nuestros recursos proviene de la recaudación. Si queremos que se incrementen, debemos tener un sector privado sólido y próspero, que además genere buenos empleos”.
“El grueso de nuestros recursos proviene de la recaudación. Si queremos que se incrementen, debemos tener un sector privado sólido y próspero, que además genere buenos empleos”.

-Y en cuanto a la gestión, qué estaban haciendo. ¿Qué líneas de acción encontró usted?

-Nada.

-¿Nada?

-Le daré dos imágenes para ilustrar la indolencia de la anterior “administración”. La primera es que las calles de Maracaibo estaban alfombradas con toneladas de basura. No es un decir, eran toneladas de verdad; y la otra, igual de inverosímil, había oficinas habitadas por murciélagos. Tampoco es una figura retórica. Oficinas, como las dependencias de Deportes y la Protección del Niño y el Adolescente, arrasadas, completamente vacías, pero pobladas de murciélagos. ¿Usted se imagina cuánto tiempo deben estar vacíos unos espacios para que se instalen familias de murciélagos? Tenemos las fotos y toda la documentación.

-Además del inventario de lo arrasado, ¿qué hizo usted al llegar al cargo?

-Poner en práctica un plan muy bien detallado, que habíamos diseñado con antelación. Yo nunca había sido autoridad, pero tampoco llegué aquí a ver qué iba a hacer. Llegamos con un equipo de gente joven, muy bien formada en cada área, a trabajar desde el primer día. Cada quien sabe lo que tiene que hacer y todos trabajamos en coordinación. Además, sobre todos pesa una severa contraloría. Tenemos muchos proyectos y pocos recursos, cada centavo debe dar provecho.

Rafael Ramírez Colina es abogado, formado en la Universidad del Zulia (LUZ), con especialización en Negociación, Relaciones y Conflictos Laborales. No solo porque tiene la personalidad, franca, firme y sin rencores, del mediador, sino porque lo ha estudiado en diversos programas de posgrado, como el Modelo de Negociación de Harvard y el diplomado de Gerencia para Abogados del IESA, y otro de la Universidad Yale, en Connecticut. En cuanto a la política, su trayectoria, que había empezado como dirigente estudiantil, tuvo un hito en el año 2000, cuando empezó a militar en Primero Justicia; en 2012 fue electo diputado suplente al Consejo Legislativo del estado Zulia; y en las elecciones parlamentarias de 2015 se convirtió en diputado suplente de Elías Matta. El 22 de enero de 2016 fue seleccionado, en sesión plenaria de la Asamblea Nacional, como diputado al Parlamento del Mercosur.

«La transparencia es un valor fundamental para mí», sigue el alcalde, «no solo por lo antes dicho, sino porque lo aprendí desde chiquito. Mi padre, Ramón Ramírez, fue ministro de Agricultura y Cría en el segundo gobierno del presidente Caldera, y cuando dejó el cargo regresó, en el mismo carro que tenía antes, a la misma casa donde vivía con su familia. Yo siempre lo admiré por su rectitud y verticalidad; y quiero que mis hijos sientan el mismo orgullo por su padre».

La conversación se extiende. El alcalde desborda entusiasmo, así como buena memoria para las cifras. No esquiva ninguna pregunta. Está claro que forma parte de una nueva generación de políticos, no solo por el énfasis en la eficiencia y la transparencia de la gestión, sino por la naturalidad con la que se expresa de sus aliados y de los adversarios. Sus aliados son las fuerzas democráticas nucleadas en la Unidad; para los demás puede parecer una noción desvaída, pero para él es una realidad. Con la Unidad diseñó su campaña, con la Unidad gobierna, en coalición con 15 (de las 21) alcaldías del Zulia y para todos tiene una palabra de respeto y consideración. En cuanto al régimen, denuncia sus desmanes, documenta sus atropellos, pero no elude la búsqueda de canales de comunicación si con ello favorece los esfuerzos para mejorar los servicios públicos de Maracaibo, ciudad castigada hasta la extenuación por el chavismo.

“Cada quien sabe lo que tiene que hacer y todos trabajamos en coordinación”.
“Cada quien sabe lo que tiene que hacer y todos trabajamos en coordinación”.

-Los grandes flagelos, tal como lo dijimos hasta el cansancio durante la campaña, son: la basura, la falta de agua, así como de gas doméstico, los cortes de electricidad y el transporte colectivo. Desde luego, buena parte de la tragedia es estructural, me refiero a que rebasa con mucho las competencias municipales y es una cuestión nacional, pero a la gente no le interesa esto en lo absoluto. Yo no puedo aparecerme en una comunidad que tiene ¡dos años! sin agua corriente a decirles que van a seguir así porque es un problema estructural. A nosotros nos eligieron para dar soluciones, no explicaciones. De manera que hemos paliado la situación con pozos y otros recursos, que hemos aplicado en este primer tramo a las zonas más desesperadas. Tenemos, por supuesto, el proyecto de ir ampliando la zona de cobertura.

«Lo increíble es que tenían a la gente pasando trabajo sí, en parte por las carencias nacionales que tienen a todo el país precarizado, pero también porque era tanta la desidia, la insensibilidad con el sufrimiento de la gente, que dejaban de surtir el gas doméstico simplemente porque las tuberías estaban obstruidas (y había que desatascarlas soplándolas con un aparato muy sencillo para sacarles el agua). Impresionante la indiferencia, la falta de voluntad. Y lo mismo se aplica a la basura, que para nosotros era una tarea primordial, porque nada deteriora tanto la calidad de vida como un montón de basura al lado de tu ventana».

A esta afirmación sigue una exposición pormenorizada de cifras: los 12.700 trabajadores que encontraron en nómina, pagados por el Sistema Patria, muchos de los cuales no eran trabajadores de la Alcaldía y ni siquiera se encontraban en el país; los 118 millones de bolívares (algo más de 20 millones de dólares) que constituye el presupuesto anual de la Alcaldía de Maracaibo; las más de 1.300 toneladas por día que genera Maracaibo y las 20 mil toneladas que encontraron en las calles el primer día de la gestión… Y también la cantidad de medidas que aplicaron al llegar y las que tienen en proyecto, cuando las mayores urgencias hayan sido afrontadas: en Maracaibo hacía años que no se recogía la basura un día específico, era urgente instrumentar un esquema de recolección que, por ahora, es una sola vez a la semana, pero pronto la recogeremos dos días a la semana; el Plan Economía Naranja Maracaibo Creativa, para que los comerciantes que tuvieron que cerrar porque los tenían locos con impuestos altísimos y un esquema de acoso, que incluía extorsiones, y para que nuevos empresarios consideren a Maracaibo para sus próximos planes de inversión. «Es muy simple. El grueso de nuestros recursos proviene de la recaudación. Si queremos que se incrementen, debemos tener un sector privado sólido y próspero, que además genere buenos empleos».

Pero hay más. Está la línea de automatización de las diligencias que implican a la Alcaldía, «cuanto más sencillo sea el trámite, menos espacio hay para la corrupción».

Cuando respira, deslizo la pregunta obligada:

-De tanto esfuerzo, usted esperará un rédito político. ¿Cuál es su siguiente aspiración?

-La política es aparte de la gestión. Claro que yo hago política, pero fuera del despacho, en la calle, en los medios de comunicación (Ramírez tiene un canal de Youtube). Pero, sobre todo, hago política a mediano plazo, con hechos, y será la gente quien determinará si merezco un destino político más elevado, que solo llegará si convierto a Maracaibo, la maltratada y herida Maracaibo, en una muestra de lo que podemos lograr como país si entre todos, con una profunda unidad democrática, conquistamos el cambio político que los venezolanos demandan de nosotros.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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