En la aldea
26 diciembre 2024

Tepuyones

Canaima fue declarada Parque Nacional en 1962, y en el ‘92, Patrimonio Mundial Natural, administrado por el Reglamento Parcial de la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio sobre Administración y Manejo de Parques Nacionales y Monumentos Naturales, Decreto N°276, publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N°4.016 de fecha 09/06/89. Tras calmarse un poco las aguas, la autora apela a la ley mientras tipifica a una nueva categoría de personajes que gracias a la notoriedad de las redes sociales han pasado a formar parte de la realidad nacional.

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Sonia Chocrón | 24 febrero 2022

Como los perros que terminan pareciéndose a sus amos, se me ocurre que 22 años de mal gusto y ordinariez han terminado por permear algunos rostros de nuestra sociedad, en general. Lo cuento porque me viene a la memoria una amiga de mi madre, que en paz descansen las dos, que tenía una perra de raza Pomeranian cuyas facciones (olas de su dueña, no lo sé) terminaron por mimetizar de tal forma que era un asombro ver a ambas juntas, dueña y mascota, porque costaba distinguir qué había venido primero. Si el parecido o la adopción.

Ha cambiado tanto la composición de la sociedad venezolana. Ha mutado tanto que ha terminado pareciéndose a sus “dueños”. Hace unas semanas hacía yo dos distinciones que al día de hoy aún me parecen obvias: tenemos una nueva clase social llamada bodegón (socio heterogéneo de servicios de lavandería) y su contraparte femenina, las bodegonas (que ofrecen sus bondades en divisas con la ventaja de que pueden conseguirse en el mundo entero). Más recientemente se me ocurre que debo agregar una nueva categoría que no pretende juzgar, nada más lejos de mi intención, sino apenas dar cuenta, como simple observadora, de la evolución de nuestra imbricada y novedosa urdimbre social.

En suma, que además de bodegones y bodegonas, se me ocurre que hay una tercera tipología que bien podría llamarse con el vocablo genérico de:

“Tepuyones” /
los que chupan a borbotones /
y la ley les vale nones /.

No tienen cargo público alguno. Tampoco son bodegones (no son dueños de megatiendas), ni bodegonas (no es suya esa estética de abundancia erótica). Son los Tepuyones. Es decir, caras de roca con o sin certificado de origen, de variada y dispareja índole, pero allegados entre sí alrededor del eterno magnetismo del dinero, de saltarse la ley sin pudor y de paso compartirlo en redes. Es importante que quede claro que no pretendo ni por un segundo competir con el periodismo de farándula, tan afanoso y ducho en nuestra larga historia de misses, primeras damas y galanes de la TV, gerentes, zares, chismes, proxenetas.

No por pudor, sino porque ese es un relato que ya escribí en una novela negra, allá por el año 2013, cuando inventé para la Editorial Bruguera “Sábanas Negras”, una historia en la que una Señorita belleza Venezuela aparecía asesinada justo antes de entregar la corona a su sucesora en la mismísima noche del certamen. Lo demás detrás de la máxima belleza era trata de blancas, un gran celestino, complicidades secretas dentro de un canal de TV y en la organización del concurso, y los infaltables clientes, de altísimo nivel oficial, del amor de alquiler.

Por supuesto, mis “Sábanas Negras” era (y es) una novela: es decir, mera ficción. Sin embargo, debió publicarse en la colección internacional del género negro (Colección Trama) de Bruguera gracias al aprecio de su directora general para aquel entonces, Beatriz Rozados, y no dentro de la colección venezolana para donde estaba prevista pues quien coordinaba ese proyecto prefirió no incluir una historia donde todo parecía tan real que hasta era verosímil.

Por eso, porque no soy periodista de farándula, sino apenas una ciudadana, no me detendré a mencionar lo ya dicho: si tal o cual personajillo se vistió de Pepito Grillo, ni si otra señora parecía pez globo, mucho menos describiré la percepción que tuve (seguramente errada) de que el grupo se sentía exultante y vencedor cuando posaba feliz para las fotos como en las alturas de algún poder del Olimpo. Y sálveme Dios de comentar sobre la conveniencia o no de evacuar en un cuñete de pintura si se va de traje largo o de smoking, y menos aún de cuál será el trabajo que hacen los chicos a quienes se les dice en un video “a trabajar niñitos”. No. Esas son menudencias. Anécdotas de revistas del corazón.

La realidad es que estas montañas son las formaciones expuestas más antiguas del planeta; su origen data del período Precámbrico. Su nombre proviene de una voz del idioma pemón que significa montaña o morada de los dioses. Los tepuyes tienden a estar aislados en vez de formar parte de una cadena común. Y esta característica hace precisamente que cada uno de ellos desarrolle formas evolutivas únicas tanto animal como vegetal. Actualmente los tepuyes están protegidos por las leyes venezolanas bajo la figura de Monumentos Naturales, y solo a algunos de ellos está permitido el ascenso y con condiciones estrictas.

Y aquí viene entonces, a mi juicio, el verdadero meollo de todo el número: ¿Y la ley? Dice la RAE, simplísimamente, “Ilegal”: contrario a la ley.

Así que lo único cierto, lo único que es objetivo como un dos más dos es que esa celebración de altura fue ilegal. De acuerdo a una somera pesquisa por Internet, el festejo de los tepuyones viola varias leyes. Canaima fue declarada Parque Nacional en 1962, y en el ‘92, Patrimonio Mundial Natural, administrado por “el Reglamento Parcial de la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio sobre Administración y Manejo de Parques Nacionales y Monumentos Naturales, Decreto N°276, publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N°4.016 de fecha 09/06/89.

“Además de la filosofía y conceptos de las figuras que los protegen, el festejo viola los siguientes artículos del Reglamento 276:

Artículo 19 de las Actividades Prohibidas dentro de los parques nacionales: Por ser totalmente incompatibles con los fines de su creación, se consideran, entre otras: las aglomeraciones de personas y cualquier actividad en densidades de más de una persona por cada treinta (30) metros cuadrados, así como el aterrizaje de aeronaves civiles en áreas no autorizadas para ello.

Artículo 20 de las Actividades Restringidas: Aquellas que pueden ser autorizadas siempre que no deterioren el paisaje o los recursos naturales y que deban estar sujetas a las limitaciones y condiciones que para cada caso concreto imponga Inparques, a fin de garantizar que no ocurra tal deterioro; incluso, tal autorización podría estar condicionada a la realización de un estudio previo de impacto ambiental. En este artículo expresamente se consideran “restringidos” las siguientes actividades, entre otras: el uso de vehículos aéreos; el campamento con pernocta (siempre que sea en forma individual o en bajas densidades de personas) cuando ello se realice fuera de los sitios acondicionados para tal fin; la producción de sonidos o ruidos por parte de los visitantes (especialmente fuera de sitios expresamente zonificados como Zona de Recreación o Zona de Servicio) y que no podrá exceder los 57 decibeles (dBA) a 2 metros de distancia de la fuente sonora (salvo de 9:30pm hasta las 5:00am, lapso durante el cual estarán totalmente prohibidos el uso de cualquier fuente que genere tales ruidos o sonidos y deberá hablarse solamente en voz baja); actividades recreativas (siempre y cuando no se exceda, en un mismo momento y lugar, de la relación de una persona por cada 30 metros cuadrados); el expendio, tenencia y consumo de bebidas alcohólicas; el vuelo de aeronaves a una altura inferior a los 1.000 pies, 305 metros”; explica en detalle la página de SOS Orinoco.

¿Pero, pero, pero entonces, y la ley? La ley, me parece, últimamente no hace caso. O va en reversa de toda lógica. O simplemente es discrecional.

¿Qué podríamos esperar nosotros, en este país a la deriva y sin instituciones, si en los Estados Unidos de América al Tuerto Andrade, ex tesorero de Hugo Chávez, convicto y confeso por haber participado en una asociación ilícita para lavar más de mil millones de dólares en sobornos, le han dejado libre y con su fortuna hace pocos días después de haber cumplido apenas 2 años de los pocos 10 de su condena?

Según los titulares, le redujeron el 65% de la pena por haber colaborado con la justicia norteamericana en sus investigaciones sobre la corrupción en Venezuela. ¿Y qué hacemos nosotros con esas investigaciones?, ¿cuándo les llega la ley a los investigados culpables?, ¿es que al final todos van a poder celebrar sus aniversarios, bodas y bautizos en algún atareado tepuy?

Con razón dijo Pepe Grillo que si lo vuelven a invitar vuelve a ir.

Qué miedo, qué tristeza, terminar pareciéndonos a todo lo grotesco, cínico, chabacano e ilícito de quienes desde hace 22 años socavan hasta los huesos de nuestros muertos. Y venir a mimetizar con lo más hortera del “legado”: los Tepuyones, garimpeiros en traje de etiqueta.

Ave María.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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