En la aldea
26 diciembre 2024

El caso de Novak Djokovic: un ejemplo del debate que se viene por las vacunas

Novak Djokovic, el tenista número uno del mundo, aún no sabe si podrá quedarse en Australia por no estar vacunado contra la Covid-19. Mientras, los antivacunas han aprovechado el episodio para decir que les están violando sus derechos. Ante las innegables evidencias de que la vacunación ha funcionado, los epidemiólogos y las autoridades de salud tienden a pensar en que el bien público priva sobre las decisiones individuales. Cada persona tiene la libertad de decidir si se vacuna o no, pero al no hacerlo debe asumir las consecuencias y cumplir con las reglas.

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¿Hasta dónde puede limitar un gobierno a una persona no vacunada para proteger a su población de la Covid-19? La pregunta, que han intentado resolver varios países del mundo en estos últimos meses, tiene mucho de fondo y ha generado algunos debates, sobre todo en un sector de la sociedad.

En Colombia, por ejemplo, la decisión de pedir el carnet de vacunación para entrar a restaurantes, salas de cine o de teatro, conciertos u otros sitios públicos fue aplaudida por muchos, pero generó resistencia en los movimientos antivacunas y en las personas que aún prefieren no vacunarse contra la Covid-19, quienes alegan que les están violando sus derechos.

Esto semana la discusión salió a la luz pública en todo el mundo debido al caso del tenista serbio Novak Djokovic, el número uno en su deporte, a quien en un inicio le fue revocada su visa para jugar el Abierto de Australia por no tener la vacuna justo cuando llegó a ese país, aunque este lunes (10 de enero) un juez revirtió esa decisión y le dio permiso de quedarse. Ahora no se sabe si jugará el torneo porque el Gobierno está pensando en expulsarlo.

El caso Djokovic, que ha despertado comentarios encontrados en las redes sociales y que los antivacunas han convertido en un caballito de batalla, ya había generado una gran controversia desde antes de su viaje a Australia.

La razón: los organizadores del torneo le otorgaron un permiso especial (una exención médica) para viajar al país sin vacuna. Una decisión que causó la ira de los otros competidores y de muchos australianos, quienes han estado sometidos a duras restricciones por la pandemia.

Esto escribió Djokovic una vez el juez revocó la decisión de quitarle el visado.

Muchos lo consideraron especialmente injusto porque al mismo tiempo, los organizadores le prohibieron participar a Natalia Vijliántseva, una tenista rusa que se vacunó con Sputnik V, una vacuna creada en su país que, sin embargo, no ha sido reconocida por el gobierno australiano. Que una persona no vacunada recibiera permiso mientras que otra vacunada no, sonaba a favorecimiento para el tenista más famoso del torneo.

Por eso, cuando a su llegada a Australia le fue revocado su permiso de entrada muchos aplaudieron, mientras que otros pusieron el grito en el cielo.

Para mí lo único claro es que si te has vacunado puedes jugar en el Open de Australia y en cualquier parte. En mi opinión, el mundo ha sufrido ya bastante como para no seguir las reglas. Él ha tomado sus decisiones, y es libre de hacerlo, pero eso tiene consecuencias”, dijo, por ejemplo, el gran rival de Djokovic, el español Rafael Nadal.

Mientras que Srdjan Djokovic, el padre del tenista, puso a su hijo al nivel de un símbolo de los oprimidos: “Esta es la lucha por la libertad del mundo, no es solo la lucha por Novak, sino una lucha de todos. Desde este momento, Novak se ha convertido en símbolo y líder del mundo libre, del mundo de los países y pueblos pobres y oprimidos”.

¿Chivo expiatorio?

Lo cierto es que desde el inicio de la pandemia, el serbio se ha mostrado cauto frente a las vacunas. “Personalmente no soy provacunas -dijo en abril pasado-. Y no quisiera que me obliguen a estar vacunado para poder viajar”. Y aunque luego, ante las críticas, intentó moderar su postura al decir que tenía la “mente abierta”, también dijo que no vacunarse era “la mejor opción para su cuerpo”.

Él mismo era consciente de que esa decisión le iba a traer problemas y hasta hace unos meses aún decía que probablemente no iba a viajar a Australia por los requisitos impuestos por el Gobierno de ese país. Sobre todo el que exige a los visitantes extranjeros estar doblemente vacunados antes de entrar a ese país.

Pero todo cambió con el permiso de exención médica. Un sistema que permite entrar a los no vacunados luego de la evaluación de dos paneles médicos independientes. La razón por las que les permiten ingresar al país a pesar de no tener vacunas contra el coronavirus es tener una condición médica aguda demostrable. Aunque algunos dicen que también el haber estado infectados de Covid-19 en los últimos seis meses.

Esa habría sido la razón que el estado de Victoria (donde se juega el torneo) esgrimió para dejar entrar a Djokovic, aunque muchos creen que se trataba de una excusa para no perder al número uno del mundo, que traería gran audiencia en televisión y plata de los patrocinadores.

El problema fue que ante la indignación que generó la decisión, el Gobierno nacional se defendió diciendo que la infección reciente nunca ha sido una justificación para el permiso. Como en materia fronteriza las reglas nacionales están por encima de las de cada Estado, al llegar le revocaron la visa y lo mandaron a encerrarse a un hotel en Melbourne.

¿Hasta dónde va la libertad?

Djokovic y su círculo cercano dicen que lo cogieron de chivo expiatorio y que lo usaron como un caso de ejemplo ante el mundo, para obligar a la gente a vacunarse. Además dicen que muchos otros tenistas entraron a Australia usando la misma exención médica.

Otros, por el contrario, lo acusan de intentar saltarse las normas y de no asumir las consecuencias de sus propias decisiones médicas. De hecho, creen que el Gobierno estaba haciendo justicia (por lo menos hasta la decisión del juez que le devolvió la visa) luego de lo que había sido una decisión equivocada de los organizadores.

Con este trino, publicado el 4 de enero, Djokovic dio a conocer que había recibido una exención médica para jugar el Abierto de Australia a pesar de no estar vacunado. Eso generó la indignación de muchos jugadores y australianos.

En el fondo, muchos se preguntan si está bien que se establezcan límites y prohibiciones para las personas que no están vacunadas. En Colombia, justo cuando se tomó la decisión de exigir el carnet de vacunación, hubo una tutelatón de más de 100 ciudadanos en contra de esa decisión.

Los abogados de Djokovic también intentaron algo parecido en Australia, aunque apelando más a que la exención médica es legal y a que, según lo que le informaron en su momento las autoridades al tenista, él cumplía con las condiciones para entrar al país. Incluso filtraron a la prensa que había estado infectado de Covid-19 en diciembre. Eso a pesar de que unos días después, el tenista estuvo sin máscara junto con varios niños.

El juez del Tribunal del Circuito Federal y de Familia de Australia que tomó la decisión de devolverle la visa, de hecho, no basó su decisión en un tema de libertades individuales sino de procedimiento, porque las autoridades no le dieron a Djokovic el tiempo suficiente para defenderse antes de revocarle su permiso.

Aún así, su familia, su padre y muchos en las redes lo celebraron como un triunfo de la ‘libertad’. “Esta es una gran victoria para el mundo libre, todos somos humanos y tenemos derecho a decir lo que pensamos sin que haya consecuencias”, dijo Srdjan Djokovic.

El final del caso, no obstante, aún no está escrito. El ministro de Relaciones Exteriores de Australia aún tiene la potestad de expulsar al tenista si así lo desea, y algunos dicen que podría tomar la decisión pronto.

El debate de fondo, sin embargo, quedará abierto: ¿Hasta dónde va la libertad de los no vacunados en el caso de la salud pública y de una pandemia que ha cobrado la vida de millones de personas?

Ante las innegables evidencias de que la vacunación ha funcionado, los epidemiólogos y las autoridades de salud tienden a pensar en que el bien público priva sobre las decisiones individuales. Cada persona tiene la libertad de decidir si se vacuna o no, pero al no hacerlo debe asumir las consecuencias y cumplir con las reglas. 

La discusión, no obstante, está lejos de terminar.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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