En la aldea
22 diciembre 2024

Brindaré por ustedes

En esta época del año donde parece que los abrazos se extrañan mucho más, la autora recuerda a tres venezolanos, presos políticos desde el 19 de abril de 2003. “Han pagado 18 años por algo que no hicieron, y el dolor de la prisión de ustedes es también el dolor de sus familiares”. Finaliza otro año, y qué mejor regalo para Héctor Rovain, Luis Enrique Molina y Erasmo José Bolívar que puedan compartir en familia. “Así sea para fingir ante el Fiscal de la Corte Penal Internacional, para que el mundo crea que son magnánimos, les concedan indultos a ustedes y a otros presos políticos”. ¡No los olvidamos!

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Mari Montes | 24 diciembre 2021

A Héctor Rovain, Luis Enrique Molina y Erasmo José Bolívar.

Cuando se los llevaron presos el 19 de abril de 2003 para favorecer la trama inventada por Hugo Chávez sobre lo ocurrido el 11 de abril de 2002, todos los que fueron a esa marcha y llegaron a las inmediaciones del Puente Llaguno y El Silencio, supieron que se cometió una injusticia, que los acusaron de crímenes que no cometieron.

Ustedes fueron condenados a 30 años luego de un proceso que se hizo para darle apariencia de justicia a un juicio viciado. A ustedes los condenaron mucho antes de conocida la sentencia.

Han estado 18 años presos, soportando todo tipo de maltratos, lejos de sus familias, de sus amigos, de su gente querida. No hay reparo para todo el daño que han padecido por cumplir con su deber aquel día.

Esta carta no es una crónica de lo ocurrido el 11 de abril de 2002 (yo no marché, estaba por dar a luz), pero tengo que recordar un testimonio común en toda mi gente que estuvo ahí: Los policías metropolitanos salvaron la vida de muchos.

Son muchos los testigos que coinciden en decir que ustedes resguardaron a las personas que no esperaban la emboscada de los pistoleros de Puente Llaguno, como siempre serán recordados.

Han pagado 18 años por algo que no hicieron, y el dolor de la prisión de ustedes es también el dolor de sus familiares. No imagino lo que piensan o sienten, pero cada vez que es liberado un preso político, luego del alivio por su libertad, la pregunta es inmediata: ¿Y qué pasa con los policías del 11 de abril?

No entiendo por qué no los liberan, ya han estado presos por más de la mitad de la sentencia, deberían darles beneficios procesales para que puedan regresar a sus hogares, y tratar de reconstruir sus vidas. Eso debería ser un clamor de todos nosotros, y no lo hacemos. Me incluyo entre quienes no hemos hecho lo suficiente para alzar la voz por lo que ustedes padecen.

Se los llevaron a una cárcel de presos comunes, en Barquisimeto, estado Lara, lejos de sus familias, porque si en algo se destacan es en maldad. Ellos, que tenían vida de celebridades el ratico que estuvieron presos.

Ha sido demasiado, dieciocho años tras las rejas, sentenciarlos a la pena máxima; cuando a ellos, que dejaron centenares de muertos, civiles desarmados, en las dos intentonas de 1992, apenas estuvieron un par de años detenidos antes de que la causa fuese sobreseída. En esos dos años recibieron visitas de políticos y amigos, dieron entrevistas para la prensa, radio y televisión, y al menor malestar eran llevados al Hospital Militar. Esos derechos que ellos no respetan, los tuvieron, y es historia que consta en las hemerotecas.

Esta semana condenaron a cinco años a los policías señalados del asesinato de Fernando Albán, un hombre que estaba detenido y en manos de ellos y a quien arrojaron por una ventana, una sentencia que es otra burla a la justicia, y nuevamente uno piensa en ustedes y en el infierno que les han hecho vivir todo este tiempo.

Quise escribirles estas líneas para que decirles que ustedes nos importan, que somos muchos los venezolanos que valoramos lo que hicieron, que sabemos que son inocentes y no los olvidamos aunque a veces parezca que sí.

Tengo un amigo preso desde hace más de año, Roland Carreño, y cada día lo recuerdo y me entristece pensar en lo injusto de la situación que está viviendo, así que puedo apenas imaginar lo que deben sentir sus familias, sus amigos, la gente que los aprecia. Es un dolor que se acentúa con la impotencia.

No basta un día de “tuitazo” para recordar que desde hace 18 años, Erasmo José Bolívar, Héctor Rovain y Luis Enrique Molina están presos, que en lugar de recibir beneficios procesales que les corresponden, sus condiciones han empeorado.

Erasmo Bolívar, contó su tía María Isabel, tuvo Covid-19 y debió superarlo en la prisión. De la cárcel de Ramo Verde los llevaron a “Fénix”, un penal de delincuentes comunes en Barquisimeto, a unas seis horas de Caracas en carro. Con el problema de abastecimiento de combustible, para sus familiares y abogados es muy difícil ir a verlos.

Sabemos que quienes gobiernan Venezuela no son capaces de tener gestos, pero no perdemos la ilusión de que, así sea para fingir ante el Fiscal de la Corte Penal Internacional, para que el mundo crea que son magnánimos, les concedan indultos a ustedes y a otros presos políticos.

Confío en la fortaleza de ustedes y de sus familiares, porque estos días pegan muy duro cuando la familia está lejos en condiciones normales.

No les voy a escribir ¡Feliz Navidad! para terminar estas líneas porque sé que hay motivos para estar tristes, pero ustedes tienen la consciencia tranquila y eso es bastante para sentirse bien.

Espero que sientan paz en sus corazones en esta celebración que reconcilia con la esperanza a quienes creemos que nació el Niño Dios.

Esta Nochebuena los voy a recordar, brindaré por ustedes, por sus familias y por las vidas que salvaron.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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