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02 diciembre 2024

José Antonio Páez (1790-1873) sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 19 de abril de 1888.

José Antonio Páez: guerrero, pacifista y republicano (y III Parte)

El Tratado de Coche puso fin a la Guerra Federal y se convocó la Asamblea Nacional en la ciudad de La Victoria el 15 de junio de 1863, integrada por número exacto de Federales y Conservadores. Ese mismo día renunció José Antonio Páez al poder. Un venezolano sorprendente y consciente de sus errores, cosa que dejó claramente expresada en su Autobiografía, que se publicó en Nueva York en 1869. Fueron tiempos de exilio, reconocimientos y enfrentamientos entre venezolanos. Pero siempre quería volver a Venezuela. Ese ser guerrero no superó su espíritu pacifista y republicano que la historia y sus propias palabras demuestran con gran valía.

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Rafael Arráiz Lucca | 10 octubre 2021

El prestigio del general José Antonio Páez, y en consecuencia la expresión de su voluntad, se impone sobre los Liberales. Concluía así la segunda presidencia constitucional del general Páez, quien influía de manera determinante sobre los destinos del país desde 1821, con lo que ya pasaban de veinte los años de su preeminencia. Comienza la segunda administración de Soublette: 1843-1847. Páez regresa a su hato.

El guerrero en campaña (1846-1849)

Al final de la presidencia de Carlos Soublette el clima de efervescencia política se exacerbó todavía más, ya que 1846 era año de elecciones y Antonio Leocadio Guzmán buscaba la presidencia de la República, en competencia con José Félix Blanco, Bartolomé Salom y José Tadeo Monagas. Guzmán agitaba a sus seguidores, al punto tal que los hacendados y los comerciantes le quitaron su apoyo, cosa que enardeció a muchos de sus partidarios, quienes optaron por levantarse, entre ellos Francisco Rangel y Ezequiel Zamora, saqueando las poblaciones de los Valles del Tuy, Barlovento y Villa de Cura, al grito de “¡Viva Guzmán, mueran los godos!”.

El gobierno de Soublette encomendó a dos jefes militares el control de los insurrectos, y así fue como los generales Páez y José Tadeo Monagas, primero y segundo comandante del Ejército, aplacaron los ánimos. A Guzmán se le neutralizó mediante una inhabilitación política, fundamentada en procedimientos judiciales, y luego se le propuso una entrevista de avenimiento con el general Páez, que no tuvo lugar; mientras la persecución del gobierno de Soublette contra los periodistas y los partidarios liberales en armas arreció, a tal punto que las cárceles se llenaron de presos políticos, con lo que el clima de la vida pública se enrareció sensiblemente.

José Antonio Páez (1790-1873) sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 19 de abril de 1888.

“El 24 de mayo de 1850 toma el vapor Libertador rumbo a Saint Thomas el general Páez, derrotado. El 2 de agosto está en Nueva York donde lo recibe el Alcalde de la ciudad y una multitud de admiradores de sus hazañas militares”


Todo este cuadro indica que el general Páez pasó de una política de paz a otra de hostigamiento, cerrándole el paso a la candidatura de Guzmán, en primera instancia, y a la de Salom, en segunda; decidiendo apoyar al general José Tadeo Monagas, que no pertenecía en rigor a sus filas y que había advertido que gobernaría de acuerdo con su conciencia, y sin seguir dictados de otra persona, por más influyente que fuera.

Las elecciones organizadas por los Colegios Electorales de las provincias ocurrieron el 1o de octubre de 1846 y, por primera vez, se presentó un universo completamente fraccionado. Los conservadores que apoyaron a Monagas obtuvieron 107 votos, mientras que los liberales divididos, el doble: 207; distribuidos así: Guzmán 57 electores, Salom 97, Blanco 46, José Gregorio Monagas 6, y Mariño 1. ¿Habría ganado las elecciones Guzmán de no haberse iniciado la persecución en su contra? Es probable. En todo caso, los números probaban que la política oposicionista de los Liberales había surtido efecto, y que el desgaste de tantos años en el poder de Páez y los Conservadores era un hecho evidente.

Levantamiento en contra de Monagas

Durante todo el año de 1847 la tensión entre Páez y Monagas va creciendo, hasta que se produce la ruptura el 4 de febrero de 1848, cuando Páez entrega una proclama en Calabozo, y luego se traslada a Apure. Monagas encarga a  Santiago Mariño enfrentarlo, y este delega en el general José Cornelio Muñoz, antiguo paecista, batir sus tropas en contra de las de Páez. Ocurre la batalla en el sitio de Los Araguatos el 10 de marzo. Páez es derrotado, pero logra huir a Colombia acompañado por Soublette y Ángel Quintero, de allí se traslada a Curazao, desde donde invade a Venezuela por las costas de Coro el 2 de julio de 1849. Logra armar un ejército compuesto por 600 hombres, con grandes dificultades, ya que parte de sus recursos han sido confiscados por el gobierno de Monagas.

Esta nueva ofensiva concluye en otro fracaso. El general José Laurencio Silva lo hace preso en Cojedes, en el valle de Macapo Abajo, y lo remite a Valencia, donde es humillado con la colocación de grillos en los pies, trato que muchos consideraron inaceptable para un hombre que había acumulado sus méritos. Luego, es trasladado a Caracas, donde fue nuevamente humillado: el encargado de su prisión era Ezequiel Zamora. En los traslados callejeros del prisionero es zarandeado de nuevo, le gritan “Abajo el Rey de Los Araguatos”, haciendo alusión a la derrota en la batalla llanera. Después, es trasladado al Castillo de San Antonio de la Eminencia, en Cumaná, de donde parte al exilio, arruinado, el 23 de mayo de 1850.

Primer exilio (1850-1858)

Por solicitud expresa de su esposa, Dominga Ortiz, el Congreso Nacional decide la expulsión de José Antonio Páez del país. Recordemos que Barbarita Nieves ha muerto el 14 de diciembre de 1847. El 24 de mayo de 1850 toma el vapor Libertador rumbo a Saint Thomas el general Páez, derrotado. El 2 de agosto está en Nueva York donde lo recibe el Alcalde de la ciudad y una multitud de admiradores de sus hazañas militares. Recibe honores más allá de los imaginados y vive en Manhattan. Se traslada a Washington y lo recibe el presidente Millard Fillmore, en la Casa Blanca. En Baltimore, le rinden homenajes excepcionales. Durante estos años va a pasar por distintos estados de ánimo, que no excluyen los depresivos. Está muy lejos del terruño. En 1856 viaja por primera vez a Europa. Es recibido en París y Munich con las atenciones debidas a un exjefe de Estado. Se maravilla con el viejo mundo y regresa a Nueva York.

José Tadeo Monagas (1784-1868), militar y político liberal que manejó a su antojo el poder y sus privilegios.
José Tadeo Monagas (1784-1868).

La patria llama (1858)

En marzo de 1858 se alza el general Julián Castro contra José Tadeo Monagas y este finalmente renuncia. De inmediato, Castro y la Convención de Valencia mandan a llamar a Páez para que vuelva al país. El llanero llega en diciembre a Cumaná, luego va a Puerto Cabello y Valencia y, finalmente, arriba a Caracas a principios de 1859.

Por su parte, la Convención de Valencia designó de manera interina, el 6 de enero de 1859, hasta tanto se realizasen las elecciones pautadas, a Julián Castro como Presidente de la República, a Manuel Felipe de Tovar como Vicepresidente, y a Pedro Gual como Designado (segundo Vicepresidente). Ese mismo día es recibido por la Convención el general Páez con un aplauso prolongado. Los honores que se le prodigaron se extendieron hacia distintas sedes institucionales de la ciudad. Los celos de Castro por su antiguo jefe comenzaron a surgir, alimentados por la insidia de algunos de sus seguidores.

El primer alzamiento de la Guerra Federal va a tener lugar el 20 de febrero de 1859, cuando el comandante Tirso Salaverría toma el cuartel de Coro al frente de un contingente de hombres que abrazaban la bandera federal, y se hizo del parque que albergaba el cuartel. Los alzados tomaron dos goletas en la Vela de Coro y se dirigieron a Curazao, en ella regresaron Ezequiel Zamora y otros liberales. El 22 de febrero ya Zamora estaba al frente del Ejército Federal de Occidente. De inmediato se le sumaron muchos hombres en rebeldía frente al gobierno de Castro, y el 25 se lanzó la Proclama del “Gobierno Provisional del Estado Independiente de Coro”. Entre tanto, a Falcón en la isla de Saint Thomas lo tomó por sorpresa el adelanto de Salaverría y los pasos de Zamora, y navegó hasta Curazao, buscando estar más cerca de los acontecimientos. La guerra había comenzado.

José Antonio Páez (1790-1873) sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 19 de abril de 1888.

“En 1856 viaja por primera vez a Europa. Es recibido en París y Munich con las atenciones debidas a un exjefe de Estado”


Por otra parte, los homenajes al general Páez que se le tributaban en distintas zonas del territorio nacional tenían nervioso al general Castro, ya que las elecciones que pautaba la Constitución Nacional de 1858 tendrían lugar pronto. Ignoramos cómo y por qué, se le vino a la cabeza una extrañísima táctica para catar la correlación de fuerzas de su gabinete. Renunció a la Presidencia de la República por causa de enfermedad, dejando el poder en manos del Vicepresidente Tovar. Esto lo hizo saber, cosa ya extraña, mediante un decreto publicado en la prensa del 7 de junio. La sorpresa para Tovar fue mayúscula, ya que no se esperaba esa conducta de Castro; tampoco esperaba que pocos días después el mismo Castro regresara al poder como si no hubiese pasado nada, provocando, como era lógico, la renuncia de los Conservadores de su gabinete, siendo sustituidos por los Liberales.

A todas luces, Castro buscaba congraciarse con el Partido Liberal con miras a mantener en sus manos el poder, pero los Liberales que nombró en el gobierno no eran los mismos que estaban en guerra, y estos últimos continuaron con el enfrentamiento. Con la amnistía que dictó, alcanzó sin proponérselo a facilitarles las cosas a los propios Liberales que conspiraban en su contra. Con todos estos torpes movimientos, el general Castro logró ganarse a los Conservadores de enemigos, y no se trajo para sí a los Liberales que estaban alzados. Su situación ahora, después de este extraño sainete, era más comprometida que antes. Por su parte, Páez que estaba al frente de la Secretaría de Guerra y Marina decide irse del país, ya advertido de la animadversión de Castro y de sus intenciones y extraños movimientos. Se embarca hacia Nueva York el 7 de julio de 1859.

Vuelta a Nueva York (1859-1861)

Páez se va un tanto incómodo con la experiencia de su regreso a Venezuela, en particular con las excentricidades de Julián Castro, como es lógico, pero también satisfecho con la aclamación de la que ha sido objeto, y desde Manhattan monitorea y participa epistolarmente en la diatriba venezolana.

En los meses finales de 1860 en la prensa comenzaron a publicarse artículos que clamaban por el regreso de Páez, a quien muchos veían como la posible solución a la crisis que planteaba el desafío de la guerra. El llanero, por su parte, respondía desde el exterior poniendo en duda que con la Constitución vigente se pudiera hacer frente a la situación. Le abría paso a la instauración de una dictadura que, obviamente, era imposible que la desempeñaran los civiles Tovar y Gual, sin ningún ascendente sobre el ejército. Esto, como vemos, presagiaba que Páez se tenía a sí mismo como el indicado para llevar adelante el trabajo dictatorial.

Carlos Soublette (1789-1870) un siglo después, en 1970, Rafael Caldera en su primer gobierno trasladó sus restos al Panteón Nacional.
Carlos Soublette (1789-1870).

Vuelta a la patria a participar en la Guerra Federal (1861)

Tovar le hizo saber a Páez que necesitaba de su colaboración para enfrentar la crisis y que volviera al país. Finalmente, Páez llegó el 14 de marzo de 1861, no sin antes despedirse del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, donde desempeñaba tareas de representación del Estado venezolano. En Caracas, tanto Ángel Quintero como Pedro José Rojas caldeaban los ánimos a favor de determinaciones severas en contra de los Federales, a todas luces en acuerdo con su jefe máximo: Páez, quien no escondía su deseo de asumir la dictadura para enfrentar los álgidos problemas del país.

El 3 de abril nombró Tovar a Páez como Jefe del Ejército, gracias a la renuncia del general Febres Cordero. El 3 de mayo el general llanero, por intermedio del secretario general del Jefe del Ejército, Ángel Quintero, lanzó una proclama en la que se excedía en sus atribuciones, creando un recelo natural en el seno del Gobierno. El ministro de Guerra y Marina, Febres Cordero, y Páez, intercambiaron misivas ventilando los pormenores de sus diferencias, hasta que el 8 de mayo de 1861 renunció el Jefe del Ejército, siéndole aceptada la dimisión por Tovar el día 10. Este reorganizó su gabinete el 14, pero la crisis seguía su curso.

Los militaristas de mano dura que clamaban por Páez no abandonaban su empeño. La discusión se concentró en el Congreso, en donde los seguidores de Páez establecían diferencias entre los de Tovar y ellos. Por su parte, Páez y los suyos comenzaron a establecer puentes con los Federalistas, y les ofrecían administrar en conjunto el gobierno, mientras las ofertas de Tovar eran contradictorias: antes mano dura, ahora conciliación, y todo ello en medio de un vendaval de presiones. El juego era peligroso: Páez presiona la salida de Tovar por la vía de azuzar la crisis, y lo logra. Tovar renuncia el 20 de mayo de 1861, ante el hecho insólito de la connivencia entre tropas del Gobierno y algunas de los ejércitos federales. Tovar se fue a su casa, no huyó del país, contaba con el respeto de muchos. Meses después viaja a Paris, en donde vivió varios años hasta que lo alcanzó la muerte. Sus restos reposan aún en un cementerio de la capital de Francia.

El mismo 20 de mayo asumió la Presidencia el Vicepresidente, como lo pautaba la Constitución vigente, y de inmediato nombró un gabinete que despejaba dudas acerca de quién detentaba el poder. En el Ministerio de Interior y Justicia, el sempiterno socio y amigo de Páez, el doctor Ángel Quintero; Pedro Hernández Romero en Hacienda; Rafael Seijas en Relaciones Exteriores, y el general Carlos Soublette en Guerra y Marina. El 21 asumió como Jefe del Ejército el general José Antonio Páez. Entonces, el presidente Pedro Gual tenía 77 años, y toda una vida de servicios civiles considerables para la República.

José Antonio Páez (1790-1873) sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 19 de abril de 1888.

“El llanero llega en diciembre a Cumaná, luego va a Puerto Cabello y Valencia y, finalmente, arriba a Caracas a principios de 1859”


De inmediato salió Páez a los valles de Aragua a pregonar su política de “Paz y Unión”, que la acogieron algunos jefes federalistas, pero que muy pronto fue desoída por otros seguidores de la causa federal. Por su parte, el doctor Quintero desde Interior y Justicia apretaba el puño contra los Federales, buscando que el conflicto se avivara y no prosperara la paz, al menos esto se desprende de sus acciones. Por otra parte, el general Falcón había regresado al país, procedente de Aruba, y el 8 de julio de 1861 entrega una proclama que aviva a las fuerzas federales revolucionarias. La propuesta de paz de Páez, recibía serias amenazas.

El presidente Gual intenta apaciguar las aguas, pero no lo logra. El país estaba fracturado en tres: los constitucionalistas que seguían a Gual, que era el factor menos influyente en un conflicto armado; los federalistas que buscaban el poder por las armas y seguían al general Falcón; y los que impulsaban al general Páez para hacer algo de lo que él mismo estaba convencido: la necesidad de su dictadura para enfrentar la guerra y la crisis política. Finalmente, el coronel José Echezuría hizo preso al presidente Pedro Gual en su casa, el 29 de agosto de 1861, de acuerdo con lo pautado con el mayor propulsor de la causa dictatorial: Pedro José Rojas.

De acuerdo con la Constitución vigente, al Vicepresidente en ejercicio de la Presidencia lo sustituía el Designado, es decir, Ángel Quintero, pero este al intuir que la voluntad íntima de Páez era la dictadura, se ausentó del país hacia Puerto Rico, saliendo de incógnito por el Puerto de La Guaira. Antes, ante la insistencia de Gual para que asumiera la Presidencia, Quintero había advertido que sólo lo haría si se le garantizaba un período suficiente al mando de la República, cosa que nadie podía garantizar. A los pocos días de haber sido apresado, Gual sale hacia las Antillas, y luego se muda a Guayaquil, donde fallece el 6 de mayo de 1862.

Dictadura del general José Antonio Páez (1861-1863)

Después del golpe de Estado ejecutado por el coronel Echezuría al hacer preso a Gual, Páez recibe las primeras manifestaciones de adhesión en Valencia, y continúa recibiéndolas en camino hacia Caracas. En su residencia de la capital, La Viñeta, también recibe el respaldo de sus seguidores. El general manifiesta debatirse entre su demostrado institucionalismo y apego al régimen constitucional, y lo que reclama de él la nación. Otras tesis sostienen que no se encontraba en tal dilema, sino que la estrategia había sido diseñada de tal manera. En cualquier caso, el 10 de septiembre expide una alocución al país, en la que asume la dictadura.

La Constitución vigente ordenaba que ante la renuncia del Presidente (Tovar), asumía el Vicepresidente (Gual), y ante la renuncia de este, asumía el Designado (Quintero). Pues bien, Tovar renunció y asumió Gual, Quintero se ausentó del país, y Gual estaba preso. Si Páez hubiese querido mantenerse dentro de lo pautado por la Constitución, pues simplemente dejaba libre a Gual y le devolvía el mando, pero ocurre que quien puso preso a Gual, el coronel Echezuría, respondía a las órdenes de Páez. Esta breve explicación deja en evidencia que el dilema de Páez era fácil de resolver, pero él optó por obviar la Constitución vigente y asumir el mando al margen de ella, por eso se califica a este período de dictadura. Al final de la alocución antes señalada, emite un decreto donde se declara “Jefe Supremo Civil y Militar” de la República.

Páez forma gabinete designando a su principal asesor, Pedro José Rojas, al frente de Interior y Justicia; en Hacienda a José Santiago Rodríguez, en Relaciones Exteriores a Hilarión Nadal, y al coronel José Echezuría en Guerra y Marina. De inmediato inicia hostilidades en contra de los Conservadores constitucionalistas, a la par que se ocupa del tema que se argumentaba que lo llevó a la dictadura: la guerra.

Las contradicciones afloraron de inmediato: la gente lo aclamó para que buscara la paz, pero lo primero que hizo fue enviar a la cárcel a los Conservadores institucionalistas. A su vez, organiza su gobierno y toma medidas económicas y fiscales, propias de una economía de guerra; y designa comisiones redactoras de los códigos civil, penal y mercantil. La guerra, por otra parte, sigue su curso: Falcón desafía al gobierno en Coro, mientras otros federalistas lo hacen en Guarenas.

Pedro Gual (1783-1862).
Pedro Gual (1783-1862).

En septiembre de 1861 Páez designa diversas comisiones para dialogar con los federalistas, con el objeto de avanzar hacia un tratado de paz. En la acera de enfrente, Pedro José Rojas logra convencer a un grupo de empresarios de la necesidad de la creación de un banco, y así se crea el primer Banco de Venezuela, que quiebra al año siguiente, en medio de las calamidades económicas de la guerra. Por su lado, el avance de las comisiones de paz es de tal magnitud, y la esperanza de la gente tan grande, que finalmente se da una entrevista entre Páez y Falcón en Carabobo, el 8 de diciembre de 1861. Allí convinieron en seguir al día siguiente las conversaciones, por intermedio de sus secretarios, Rojas y Guzmán Blanco.

Finalmente, Falcón redactó un texto que establecía los parámetros del acuerdo, pero a Rojas le pareció que aceptarlo era reconocer a los federalistas un rango igual al que ostentaba la dictadura, y eso no era posible. La sangre no llegó al río, y quedaron en verse de nuevo al día siguiente, pero ese día no llegó, ya que Falcón no asistió debido a la noticia que le había llegado según la cual las fuerzas paecistas habían abierto hostilidades en su contra en otra región del país. Se intentó otra junta el 12 de octubre y tuvo lugar sin Páez y Falcón, pero ya la decisión de Páez y Rojas era la de continuar con la guerra. No había nada que hacer.

Las comunicaciones que ambos bandos le enviaron a sus seguidores, argumentaban a su favor la ambición del contrario, como si la propia no interviniese en el desacuerdo. Ambas facciones se preparan para la guerra cruenta. Páez organizó su gobierno dictatorial, mientras Falcón y Guzmán Blanco hacían lo mismo. Entre los hechos de 1862 destaca la toma de Maracaibo por parte de Venancio Pulgar, que no era de un sector ni de otro, y que declara la autonomía de la plaza. Al año siguiente, se adhiere a la causa de los federales.

Por otra parte, los generales federalistas Antonio Guzmán Blanco y Francisco Linares Alcántara se destacan en sus acciones. Los federalistas y las tropas del Gobierno van sumando y perdiendo territorios. La balanza no se inclina decididamente hacia ningún lado, aunque las conquistas territoriales de los ejércitos federales son puntos a su favor, y pérdidas para el Gobierno. El ascendente de Rojas sobre Páez se incrementa ante los ojos del país, al lograr ser electo como Sustituto, en caso de ausencia del general Páez. Esta figura extraña no figuraba en la Constitución, pero ya sabemos que la dictadura se ejercía al margen de ella.

En septiembre de 1862 el general Guzmán Blanco es designado por Falcón como jefe de los ejércitos del centro y entrega una proclama en Guatire. El nerviosismo en Caracas iba en ascenso ante la cercanía del ejército de Guzmán Blanco, mientras la facción conservadora constitucionalista no perdía oportunidad de adversar a la dictadura. Falcón avanzaba en occidente, mientras la destitución del mando del general Rubín, por parte de sus segundos descontentos con sus extremos procedimentales, fue un duro golpe para el ejército occidental de la dictadura. Semanas después fue reincorporado al mando.

Mientras Guzmán Blanco rodeaba a Caracas y se acercaba a ella, se abrían dos posibilidades: una batalla en las inmediaciones de la ciudad, lo que sería catastrófico o, lo que Guzmán Blanco había planteado repetidas veces: un avenimiento. Finalmente, la dictadura convino en conversar y se buscó un lugar neutral, cercano a Caracas: la hacienda Coche, de la familia Madriz. La conversación tendría lugar el 23 de abril de 1863.

El Tratado de Coche: Pedro José Rojas y Antonio Guzmán Blanco negocian la paz (1863)

Una vez convenidas las partes fundamentales del Tratado, Rojas y su comitiva se trasladaron a Caracas y se reunieron con Páez y sus consejeros. Todos estuvieron de acuerdo con lo pautado en el Tratado, y Rojas y su comitiva regresaron a la hacienda de Coche al día siguiente. Entonces, la familia Madriz brindó un almuerzo y se celebró por todo lo alto. Se movilizaron a Caracas tanto Rojas como Guzmán Blanco y sus comitivas y se reunieron con Páez en La Viñeta a departir. Al día siguiente partió hacia Coro, vía La Guaira, Guzmán Blanco en busca de la ratificación del Tratado por parte de Falcón, cosa que termina de ocurrir en Nirgüa, el 27 de mayo, después de que Falcón propusiera dos modificaciones menores y Páez las aceptara, gracias al incesante ir y venir de Guzmán Blanco. Las acciones bélicas cesaron en abril, después de lo acordado en el Tratado, aunque la noticia llegó después a algunas lejanas provincias, y en alguna hubo un intento infructuoso de desconocer lo convenido.

José Antonio Páez (1790-1873) sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 19 de abril de 1888.

“Los homenajes al general Páez que se le tributaban en distintas zonas del territorio nacional tenían nervioso al general Castro, ya que las elecciones que pautaba la Constitución Nacional de 1858 tendrían lugar pronto”


De acuerdo con lo pautado, se convocó la Asamblea Nacional en la ciudad de La Victoria el 15 de junio de 1863, integrada por número exacto de Federales y Conservadores. Ese mismo día se recibió la carta de renuncia del general Páez y la Asamblea la aceptó. De inmediato pasó a designar como Presidente Provisional de la Federación Venezolana al general Juan Crisóstomo Falcónmientras que reunida la Asamblea Constituyente que él ha de convocar, se organice definitivamente el país”. Allí se nombra a Antonio Guzmán Blanco Vicepresidente.

El general José Antonio Páez sale de Venezuela el 13 de agosto de 1863 y no regresaría jamás al país. Concluía la Guerra Federal con un tratado negociado por un civil (Rojas) y otro que conocía el mundo civil y militar (Guzmán Blanco), no con una batalla que la decidiera, la victoria estaba en manos de los Federales. Se abría el período de mando del general Falcón, que precedió a la larga influencia de Guzmán Blanco en el país.

Segundo exilio y muerte (1863-1873)

Este segundo exilio lo inicia un hombre de 73 años al que le esperan otros acontecimientos. Estimamos que en 1865 comienza a redactar su Autobiografía, que finalmente se publica en Nueva York en 1869, con el título Autobiografía del general José Antonio Páez. En ella, concluye los hechos de su vida pública en 1850, y no en 1863, como en efecto ocurrió. Es evidente que no estaba orgulloso de los años 1861-1863, cuando ejerció la dictadura y comandó el bando conservador en la Guerra Federal. Afirma en la Conclusión del libro: “Termino, pues, la historia de mi vida donde debió haber acabado mi carrera pública. Las alternaciones de la política me llamaron después a la patria para luchar con nuevos inconvenientes, y recoger cosecha de desengaños, hasta que volví a la tierra de Washington, resuelto a pasar en ella el resto de mis días” (Páez, 1946:487). La obra, por lo demás, es única entre los hombres de su tiempo. Un documento de gran valía y utilidad.

En 1868, ya concluida la obra y en proceso de edición, Páez abre una puerta en Buenos Aires y se va a vivir a la capital de Argentina con un proyecto en la mano: una máquina para desollar ganado. Allá llega el 8 de agosto de este año y en diciembre el presidente Domingo Faustino Sarmiento lo designa Brigadier General de la República Argentina. Nada menos. Lleva una vida grata: estudia inglés para perfeccionarlo, pasea su perro Pinky, y es distinguido y considerado con grandes honores. Por otra parte, cuando llegó a Buenos Aires el aparato de desollar ganado no funcionó adecuadamente, de tal modo que el proyecto industrial del general exiliado, no comenzó.

En 1870 se desató una epidemia de fiebre amarilla y el general Páez considera que ha llegado el momento de regresar a los Estados Unidos. Allá va a estar hasta marzo de 1872, cuando atiende una invitación para irse a vivir a Perú, ya que su situación económica en Nueva York era poco menos que desesperada. “No tenía un maíz que asar”. El gobierno de Perú le asigna una casa y una pensión y puede vivir decentemente, pero comienza a experimentar afecciones bronquiales y decide regresar a Nueva York en diciembre de 1872.

Su nieto, Francisco de Paula Páez, le escribe diciéndole que el general Antonio Guzmán Blanco lo invita a regresar a Venezuela de inmediato, pero la salud no se lo permite todavía. Anhela regresar a su país con una ilusión enorme, manifestada por cartas, pero la muerte se lo lleva el 6 de mayo de 1873.

Páez fue múltiple, contradictorio, sorprendente, consciente de sus errores (“Termino, pues, la historia de mi vida donde debió haber acabado mi carrera pública”), un ejemplo de superación personal como ha habido pocos entre nosotros. Todo un personaje.

Escultura que preside el sepulcro de José Antonio Páez en el Panteón Nacional, en Caracas.
Escultura que preside el sepulcro de José Antonio Páez en el Panteón Nacional, en Caracas.

Bibliografía:

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-Arráiz Lucca, Rafael (2009). Colonia y República. Ensayos de interpretación. Caracas, editorial Alfa. Biblioteca Rafael Arráiz Lucca.
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-Bolívar, Simón (1970). Itinerario documental de Simón Bolívar. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República.
Obras Completas (1950). La Habana, editorial Lex.
-Cunninghame Graham, R.B (1959). José Antonio Páez. Caracas, ANH.
-Gil Fortoul, José (1930). Historia constitucional de Venezuela. Caracas, Parra León hermanos editores.
-Hernández, Ramón (2007). José Antonio Páez. Caracas, BBV N° 69, El Nacional-Banco del Caribe.
-Mondolfi Gudat, Edgardo (2005). Páez visto por los ingleses. Caracas, ANH.
-O’leary, Daniel Florencio (1981). Memorias del general O’Leary. Caracas, Ministerio de la Defensa.
-Páez, José Antonio (1946). Autobiografía. Caracas, Ministerio de Educación.
Las razones del héroe (1990). Caracas, Monte Ávila Editores.
-Polanco Alcántara, Tomás (2000). Páez. Caracas, editorial Ex Libris.
-Porter, Robert Ker (1997). Diario de un diplomático en Venezuela. Caracas, Fundación Polar.
-Zuloaga, Nicomedes (1897). Páez. Estudio histórico político. Caracas, Imprenta Bolívar.

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