En la aldea
26 diciembre 2024

Carta abierta al profesor José Ignacio Hernández

Nuestro columnista, el pasado mes de agosto, basó su artículo en un reporte publicado por el Wilson Center sobre “cómo reorientar la estrategia para la transición democrática en Venezuela”. El autor tanto de aquel planteamiento como de este escrito es el profesor Abraham F. Lowenthal, quien hace una serie de precisiones, a José Ignacio Hernández, para buscar puntos coincidentes que permitan a los venezolanos allanar el camino a una transición democrática, “enfatizando lo que los une y trabajando para superar las diferencias restantes”.

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Abraham F. Lowenthal | 16 septiembre 2021

Un colega me ha llamado la atención sobre su columna del 27-08-2021 en La Gran Aldea, comentando mi reciente publicación del Woodrow Wilson Center, “Venezuela’s Elusive Transition: Toward a New Path”. Ese ensayo propuso una estrategia y primeros pasos ilustrativos para lograr una transición pacífica y negociada de manera consensuada en Venezuela, con el fin de restaurar la democracia constitucional, proteger la seguridad ciudadana, preservar los Derechos Humanos fundamentales y reconstruir la economía. Espero que compartamos estos objetivos. Mi ensayo enfatiza un enfoque hacia Venezuela basado en comprender las realidades de poder y desarrollar una estrategia que tome en cuenta por qué los esfuerzos hasta la fecha han sido infructuosos.

Respeto sus calificaciones, experiencia y su participación activa para restaurar la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela. En un momento en que los esfuerzos comunes para perseguir estos objetivos son vitales, lamento que haya optado por subrayar que la oposición venezolana intentó infructuosamente todos estos pasos, como para descartar su relevancia.

Como sabe, mi ensayo presenta principios extraídos de múltiples casos  históricos de transiciones democráticas exitosas, para aplicar a Venezuela las lecciones relevantes aprendidas de estos casos anteriores.

Creo que sería constructivo apoyar los enfoques en los que aparentemente estamos de acuerdo; considerar abiertamente por qué en el pasado no se han logrado resultados positivos y concentrarnos en identificar qué aspectos de los intentos anteriores deben repensarse. Mi ensayo sugiere que los intentos anteriores fueron afectados adversamente por tres fallas importantes: La insistencia de la oposición en poner fin a la “usurpación de la presidencia” como primer paso, en lugar de proponer un cambio de régimen como un objetivo eventual a alcanzar en etapas mediante procedimientos acordados; confiar en las sanciones internacionales y la posible intervención militar extranjera para forzar el colapso del gobierno de Maduro; y exigir elecciones presidenciales libres y transparentes en menos de un año sin explicar cómo podría alcanzarse ese objetivo. El enfoque que esbozo y, mucho más importante, el Memorando de Entendimiento publicado el 14 de agosto de 2021, aborda  precisamente estos y otros puntos que hacen que la idea de una transición acordada sea ahora mucho más concebible, aun cuando no asegurada. Este enfoque se basa en demandas razonables y propuestas alcanzables, al mismo tiempo que propone concesiones recíprocas, mediado por experimentados negociadores internacionales.

Un enfoque viable de las negociaciones en Venezuela no requiere conceptos o disposiciones que sean nuevos bajo el sol, sino más bien los principios probados y comprobados en otros casos. La aplicación persistente de estos principios puede marcar la diferencia, con el tiempo, en lugar de intentar demandas maximalistas y una retórica polarizadora, esperando que la otra parte capitule.

Creo que usted y yo, y muchos otros, podemos estar de acuerdo en algunos puntos centrales. La situación actual de Venezuela es trágica y destructiva. Los propios venezolanos, no los actores internacionales, deben dar los principales pasos necesarios para reducir la polarización y la violencia, reconstruir la armonía social, lograr una gobernanza efectiva y comenzar a reconstruir la economía del país. Una visión inclusiva atractiva y comunicada consistentemente del futuro de Venezuela es imperativa, y debe basarse en una amplia consulta, participación y deliberación. Es evidente que es necesario garantizar y proteger unas elecciones libres, justas y creíbles, con normas y procedimientos acordados y una supervisión adecuada, pero ello sólo puede lograrse por etapas. Hacer posible la convivencia pacífica entre venezolanos de diferentes perspectivas y garantizar una protección adecuada de los Derechos Humanos fundamentales son prioridades urgentes.

Creo que también estamos de acuerdo en que los principios y procedimientos de justicia transicional cuidadosos y reflexivos, que tengan en cuenta las circunstancias específicas de Venezuela, requerirán una negociación confidencial recurriendo a expertos judiciales calificados y representantes de las fuerzas de seguridad, así como a las víctimas de la represión.

El Memorando de Entendimiento y el anuncio más reciente de la oposición de que participará en las elecciones del 21 de noviembre (así como su explicación de los procesos y principios que produjeron esta decisión) sugieren que en realidad se está avanzando para construir un camino hacia lo que usted llama con razón una “transición compleja”. Espero sinceramente que usted y otros venezolanos de diferentes perspectivas, así como los participantes y observadores internacionales, estén dispuestos a reforzar este impulso, enfatizando lo que los une y trabajando para superar las diferencias restantes.

Abraham F. Lowenthal
3 de septiembre de 2021

*Profesor Emérito, Universidad del Sur de California.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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