En 67 segundos perdió por knock-out ante su rival, el dominicano Euri Cedeño. Cayó a la lona y aunque se repuso, recibió un puñetazo contundente que hizo que el árbitro decidiera parar la pelea.
Al descender del cuadrilátero, visiblemente abrumado por los golpes que acabaron con su sueño, fue abordado por la periodista colombo-venezolana Andreína Solórzano quien le pidió una palabra para Venezuela. Eldric Sella miró a la cámara y respondió: “Disculpa”.
El video, compartido por la comunicadora en su cuenta de Twitter, tenía más de 120 mil visitas al momento de escribir esta nota. Las respuestas de la gran mayoría de los venezolanos que usan la red, fueron solidarias, de respaldo al momento que vive. Muchos estábamos pendientes de su actuación desde que supimos su incorporación al equipo de refugiados del Comité Olímpico Internacional, que permite la participación de atletas que han tenido que dejar sus países porque han sido perseguidos por motivos políticos, religiosos, étnicos o guerras.
Es la segunda vez en la historia olímpica que atletas con esta condición participan en diversas disciplinas. Ya había ocurrido en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. Para esta edición, 29 deportistas con estatus de refugiados desfilaron en la inauguración, y fueron saludados especialmente por el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, en su discurso de apertura: “Queridos atletas refugiados, con su talento y espíritu humano, demuestran el enriquecimiento que suponen las personas refugiadas para la sociedad. Han tenido que huir de sus hogares por violencia, hambre o simplemente por ser diferentes. Hoy, les damos la bienvenida con los brazos abiertos y les ofrecemos un hogar tranquilo. Les damos la bienvenida a nuestra comunidad olímpica”.
Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, destacó: “Ver a estos atletas refugiados recibiendo aplausos y honores en el escenario olímpico fue un momento significativo para la representación de los más de 82 millones de personas desplazadas en el mundo. Además, fue un recordatorio de que, si se les da la oportunidad de perseguir sus sueños y pasiones, las personas refugiadas pueden hacer grandes contribuciones a la sociedad”.
Eldric Sella Rodríguez, como describe la página de Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados: “A la edad de 18 años, obtuvo un lugar en la selección nacional de boxeo de Venezuela. Formó parte del equipo durante siete meses, hasta que él y los otros miembros más nuevos, fueron despedidos por falta de recursos”.
Eldric siguió preparándose como boxeador, siempre con la meta de estar en la más alta competición deportiva del planeta. La situación de violencia y pobreza en Venezuela hizo que decidiera irse.
“Cuando fue invitado a un torneo de boxeo en la cercana Trinidad y Tobago, en 2018, Eldric buscó asilo en la nación del Caribe, dejando atrás a sus amigos, familiares y prospectos olímpicos”, se lee en la página de Acnur.
Miriam Aertker, jefa de la oficina del Acnur en Trinidad y Tobago, dejó claro el significado del logro de Sella: “Su perseverancia y optimismo ante todos sus obstáculos, son inspiradores y creemos que será un símbolo de esperanza para todos los que se encuentran en situación de desplazamiento forzado, especialmente los más de cinco millones de venezolanos que han abandonado su país”.
Esta ha sido la primera vez que un venezolano y un latinoamericano forma parte del equipo de refugiados desde su creación en 2015.
Eldric Sella tiene un problema que tenemos muchos venezolanos que vivimos fuera de Venezuela, tenemos el pasaporte vencido, sin posibilidad de obtener un nuevo documento. Por esa razón, las autoridades de Trinidad y Tobago no le permiten regresar a ese país. En entrevista con el periodista Sergio Novelli, el padre de Eldric Sella, Edward Sella, explicó que Acnur “está buscando un país que reciba a Eldric, a mí y a su novia”.
Se está buscando un país para ellos, un país de acogida, porque no pueden regresar al nuestro. “Se está buscando un país” para un joven venezolano, la frase no puede ser más dolorosa y alegórica.
Además de las complicaciones que atravesó para poder llegar a Tokio, el boxeador tenía clara su situación y la de su familia, antes de subir al ring.
Lo ideal para un atleta es no tener otra preocupación distinta a su preparación para la competición. No es una justificación a su desempeño, es una realidad. Eldric no buscó excusas para su derrota: “Me siento mal. Quería hacer algo mejor”, dijo después. “Quería pelear por mi país, que la gente pudiera estar orgullosa de mí”.
Los venezolanos estamos orgullosos de su fortaleza de espíritu, de su dignidad y coraje, de su decisión de estar ahí, de haberlo logrado, por encima de los obstáculos y con Venezuela en su corazón aunque formalmente no estuviera representándola con su tricolor. Sin embargo, Eldric Sella Rodríguez, es un ejemplo de la situación de más de cinco millones de venezolanos que por diversas razones, han salido a buscar una mejor calidad de vida en otras tierras. Eldric es ese ingeniero que está trabajando en la construcción de algún edificio en cualquier parte del mundo; Edlric es el arquitecto que maneja Uber en Nueva York; el periodista que es mesonero en un restaurante en Madrid; las decenas de miles de personas que han salido caminando por la frontera con Colombia o Brasil, que dejan las suelas de sus zapatos en las carreteras del Continente; Eldric es como esos balseros que toman una precaria embarcación para ir a Trinidad y Tobago, o a Curazao o Aruba, arriesgando la vida, dejando todo atrás.
Eldric es ese joven que atraviesa el Río Grande para tratar de encontrar un mejor futuro en los Estados Unidos.
Eldric representa a una Venezuela que también existe fuera de sus fronteras, y que también sufre y sueña.
Eldric Sella, disculpa tú.