En la aldea
26 diciembre 2024

¿El juego de la política o el juego electoral?

Para que las próximas elecciones regionales produzcan un verdadero cambio, estas deberían suponer la posibilidad de construir contrapesos políticos reales al régimen, y que estos tengan poder efectivo en la institucionalidad del Estado. ¿Es esto una posibilidad? No. El régimen, con tal de mantenerse en el poder destruyó la economía interna, la industria petrolera y la moneda; y ni pestañeó ante lo que esto ha significado en términos de pobreza, migración y muertes. Toda esta estrategia se inscribe dentro de la guerra que el régimen lleva a cabo contra los ciudadanos, y que pretende culminar en dominio y sumisión. Según Carl von Clausewitz, general prusiano, la guerra es la continuación de la política por otros medios.

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Juan Pablo Olalquiaga | 03 junio 2021

Las elecciones regionales de noviembre han pasado a ser tema de debate político que se piensa medular. El régimen puede obtener ganancias, o no; la ciudadanía trata de entender si serán beneficiosas o perjudiciales, y el elenco de los que dicen luchar por la recuperación de la democracia y representar al ciudadano que sueña con el cambio político conforma un saco de gatos. Entre estos gatos hay aquellos que se oponen a estas elecciones, aquellos que creen que pueden conseguir un puesto, que por chiquito que sea es mejor que nada, aquellos que entienden la política únicamente desde lo electoral y, por tanto, no saben qué más hacer, aquellos miran esto como una oportunidad para exhibirse y aquellos que uno siente son tarifados del régimen, por señalar a algunos. 

Dentro de la sociedad y sus múltiples organizaciones, más allá de las dudas, también hay posiciones encontradas. Los que creen que se debe tratar de convivir con el régimen son vistos como colaboracionistas y los que se oponen a la visión de convivencia obligada son calificados de radicales. Las organizaciones que propusieron candidatos al Consejo Nacional Electoral (CNE) son vistas como sensatas por unos y como ingenuas por otros, por decir lo menos. Los debates en los que he tenido oportunidad de participar repiten los mismos argumentos que llevamos años discutiendo. Como en la definición de locura de Einstein, creemos que las mismas acciones nos pueden traer resultados diferentes, suponiendo o deseando que alguna de las variables haya cambiado un poco.

Para que las próximas elecciones realmente produjesen un cambio, estas deberían suponer la posibilidad de construir contrapesos políticos reales al régimen y que estos contrapesos gozaren de poder real en la institucionalidad del Estado. Es decir, el uso real de un sistema de justicia funcional para enfrentar al gobierno central, autonomía en el uso de las fuerzas públicas, personalidad real en la interactuación con instituciones que deberían ser autónomas como la Fiscalía, la Defensoría o la Contraloría, y que los elegidos pudiesen dictar políticas públicas propias a nivel estatal o municipal. ¿Creo yo que esto es una posibilidad? No.

“No son las botas y las balas las que ganarán las guerras del siglo XXI, sino el pensamiento estratégico y la decepción, para lo cual la desinformación es un arma vital”

Según Sean McFate, estratega militar

Más aún, las experiencias electorales previas han demostrado que cuando la elección la gana alguien que realmente adversa al régimen, este desconoce la autonomía político territorial nombrando un protector, como le sucedió a Antonio Ledezma con la Alcaldía Metropolitana, o a Laidy Gomez con la Gobernación del estado Táchira. O simplemente se desconoce el resultado como le sucedió a Andrés Velásquez en Bolívar. La más obvia fue la elección de la Asamblea Nacional de 2015, que a lo más que llegó fue a hacer uso del edificio. 

¿Cómo entonces puede esta vez ser diferente? La respuesta que uno cree entender, de los que defienden la tesis electoral, es que la variable que ha cambiado esta vez son las sanciones norteamericanas y la necesidad que tiene el régimen de desmontarlas. Tan desesperado está el régimen, en opinión de los que impulsan estas elecciones, que hasta se puede conseguir que algo de las mismas se respete. Y esto, señalan ellos, sería un pequeño pero firme paso en el largo camino de la recuperación de la institucionalidad democrática. Yo quisiera creer que esto es cierto. 

Tufo a emboscada

La elección del CNE, que unos califican como victoria derivada de una lucha, luce más bien como una concesión muy fácil otorgada por el régimen, y el tufo a emboscada no puede ser más intenso. Aquí cabría hacer una caracterización del régimen para pretender entender a qué aspira este. El régimen, con tal de mantenerse en el poder, destruyó sus fuentes de ingreso, es decir la economía interna, la industria petrolera y la moneda y ni pestañeó ante lo que esto ha significado en términos de pobreza, migración y muertes

El régimen ha entregado parte del territorio nacional a bandas de delincuencia narco-militares con las cuales se presume este participa; para muestra los recientes sucesos de Apure. El régimen ha causado uno de los mayores ecocidios en su afán de obtener oro. El régimen se ha esforzado en mantener el dominio mediante la sumisión de muchos ciudadanos, para ello el uso de las misiones, o del Sistema Patria y las bolsas de alimentos CLAP. Y cuando esto no ha sido suficiente, hace uso de la represión y la tortura, por lo cual tiene juicios por delitos contra la humanidad en la Corte Penal Internacional. La palabra clave aquí es “sometimiento”, y en su comprensión histórica radica el trabajo que se debe realizar para evitarlo.

Adicionalmente, el régimen opera como socio, cuando no títere, del régimen colonizador cubano, cuyas ambiciones no son meramente locales sino regionales y de ahí, todo lo que se presume ser su influencia en sucesos vecinales como lo aparentan haber sido Chile, Ecuador, Colombia y Perú.  Toda la organización del Grupo de Puebla y sus acciones forman parte de una discusión más amplia, en la cual no entraré aquí, pero que no se pueden desconocer. 

“La legitimidad que el régimen puede construir derivada de una concurrencia significativa en dichos comicios lo puede estabilizar, mientras se debilitan las oportunidades de cambio”

Como el régimen no da puntada sin dedal, en paralelo con el debate electoral está la Ley de Comunas, mediante la cual se puede cambiar totalmente el mapa político territorial venezolano desde el punto de vista gobernado-gobernante, aun cuando las alcaldías y las gobernaciones permanezcan en el uso de sus simbólicos edificios. Y esto sin mencionar las Zonas Operativas de Defensa Integral, o Zodi, que son entes con poder real y que no responden ni a alcaldías ni a gobernaciones.  

Haciendo un mapa de fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas, pareciera que el régimen cuenta entre sus fortalezas el tener una sociedad fragmentada y en debate consigo misma, sociedad que incluye los partidos políticos de oposición. Ahora bien, esta fortaleza fue construida hábilmente por el régimen. Entre sus debilidades está la falta de aquellos fondos que está dispuesto a poner para el sostenimiento del Estado, más no la falta de fondos de los cuales puede disponer para otras necesidades, como la defensa de Alex Saab o el financiamiento de la revueltas en los países vecinos ya mencionados, fondos estos que el desmontaje de las sanciones norteamericanas pudiese flexibilizar de manera importante.

Entre sus debilidades también están la falta de legitimidad que le impide acceder a los sistemas financieros internacionales, o al oro depositado en Inglaterra, o al manejo de la petrolera Citgo, por mencionar sólo algunas limitaciones. Por otro lado, una elección con algunas garantías es una gran oportunidad, el mundo occidental la pide y ese mundo occidental, que otrora fuere una amenaza en su contra con iniciativas como las del Grupo de Lima,  la Comunidad  Europea o los mismos norteamericanos, lucen cansados de nosotros y dispuestos a cerrar el capítulo venezolano a un costo alto para los venezolanos mismos. Difícil entender a la comunidad de naciones democráticas y sus limitadas herramientas diplomáticas, a la vista de los instrumentos mucho más sofisticados y efectivos que utiliza el Grupo de Puebla.

Dominar sin pelear

En su obra “Anatomía de la melancolía”, Robert Burton, clérigo y erudito Inglés, quien murió en 1640, señala que una de la principales características de la estupidez es confundir causa con efecto. Tomando, nuevamente, la palabra sumisión como clave, hay que entender que a esta se llega como consecuencia de un proceso y las elecciones del 21 de noviembre no son sino una táctica dentro de ese proceso, un efecto y no una causa. Este proceso se inscribe dentro de la guerra que el régimen lleva a cabo contra los ciudadanos y que pretende culminar, como toda guerra, en dominio y sumisión. Según Carl von Clausewitz, general prusiano, la guerra es la continuación de la política por otros medios.

La guerra más inteligente y mejor planificada es aquella en la cual el enemigo ni tan siquiera se percibe a sí mismo en una. Según Sun Tzu,  famoso autor de “El Arte de la Guerra”, el verdadero arte de esta es dominar sin pelear. La guerra, según Sun Tzu, es decepción, atacar cuando se luce débil y aparentar actividad cuando se está inmóvil. Los guerreros victoriosos ganan primero y luego van a la guerra. 

“Una de la principales características de la estupidez es confundir causa con efecto”

Robert Burton, en su obra “Anatomía de la melancolía”

La historia es rica en ejemplos de guerras ganadas por usar tácticas distintas de la fuerza. Quinto Fabio Máximo, nombrado dictador por el senado romano en el año 217 a.C. para enfrentar al Aníbal de Cartago, uno de los grandes generales y estrategas militares de la historia, entendiendo sus propias debilidades, cabalgaba de noche con más antorchas que jinetes, haciéndole creer a Aníbal que este tenía superioridad numérica, mientras quemaba las rutas de suministro de las que Aníbal dependía por estar lejos de su ciudad. 

Quemar las rutas de suministro es lo mismo que hizo William Tecumseh Sherman, comandante de la “Unión” en la guerra civil americana en 1862 y a quien se le atribuye la conquista de Atlanta, éxito militar que contribuyó a la reelección de Abraham Lincoln. Sherman desarrolló el “Enfoque Indirecto” que socavó la voluntad y la capacidad de los “Confederados” al punto de disminuir significativamente sus propias bajas mientras este conseguía victorias.  Tal vez la victoria que los venezolanos debemos tener más presente es la del cubano Fidel Castro, quien conquistó a Venezuela sin disparar una sola bala.

Ir a unas elecciones con una ciudadanía dividida y confundida, con la maquinaria electoral del lado del régimen, sin fe en que estas sean pólvora para el cambio, lo que se traduce en muy baja moral, y con unos mecanismos de desconocimiento de resultados como los Consejos Comunales o las Zonas Operativas de Defensa Integral (Zodi); llevan a presumir que las probabilidades de que estas elecciones sean un nuevo fracaso más para la sociedad son muy altas. Por otro lado, la legitimidad que el régimen puede construir derivada de una concurrencia significativa en dichos comicios lo puede estabilizar, mientras se debilitan las oportunidades de cambio.

Y como que el sol sale todas las mañanas por el este, las elecciones se darán. Qué hacer para que estas sean solo una escaramuza más dentro de la guerra es lo que nos debemos poner a reflexionar. Según Sean McFate, estratega militar, no son las botas y las balas las que ganarán las guerras del siglo XXI, sino el pensamiento estratégico y la decepción, para lo cual la desinformación es un arma vital.

Parafraseando a un respetado amigo: Todo lo que desestabilice al régimen es bueno para la transición, y todo lo que estabilice al régimen es malo para la transición. Y el juego de la política, que puede incluir la estrategia electoral, realmente va mucho más allá de esta.

@jpolalquiaga

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