José Tadeo Monagas le envía una carta a José Antonio Páez el 26 de enero solicitando su colaboración para restablecer la convivencia pacífica. Entonces, le atribuye la tragedia al desatino de la guardia del Congreso, que enardeció a las turbas. Exime a sus seguidores de la responsabilidad de los hechos. Páez le responde con otra misiva en la que se lamenta de haberlo llevado a la Presidencia de la República, y apela a la responsabilidad moral que siente por semejante error. La respuesta, obviamente, era una declaración de guerra.
Levantamiento del general José Antonio Páez
El 4 de febrero de 1848, Páez entrega una proclama en Calabozo, y luego se traslada a Apure. Monagas encarga a Santiago Mariño enfrentarlo, y este delega en el general José Cornelio Muñoz, antiguo paecista, batir sus tropas en contra de las de Páez. Ocurre la batalla en el sitio de Los Araguatos el 10 de marzo. Páez es derrotado, pero logra huir a Colombia acompañado por Carlos Soublette y Manuel Quintero, de allí se traslada a Curazao, desde donde invade a Venezuela por las costas de Coro el 2 de julio de 1849. Logra armar un ejército compuesto por 600 hombres, con grandes dificultades, ya que parte de sus recursos han sido confiscados por el gobierno de Monagas. Esta nueva ofensiva concluye en otro fracaso. El general José Laurencio Silva lo hace preso en Cojedes, en el valle de Macapo Abajo, y lo remite a Valencia, donde es humillado con la colocación de grillos en los pies, trato que muchos consideraron inaceptable para un hombre que había acumulado sus méritos. Luego es trasladado a Caracas, donde fue nuevamente humillado: el encargado de su prisión fue Ezequiel Zamora. En los traslados callejeros del prisionero es zarandeado de nuevo, le gritan “Abajo el Rey de los Araguatos”, haciendo alusión a la derrota en la batalla llanera. Luego, es trasladado al Castillo de San Antonio de la Eminencia, en Cumaná, de donde parte al exilio, arruinado, el 23 de mayo de 1850.
A partir de 1850, dos hechos de naturaleza económica tuvieron singular importancia. La recuperación de los precios del café y el hallazgo de las minas de oro en Yuruari, en la región de Guayana, que desataron una verdadera “fiebre del oro”, haciendo de la minería una nueva actividad lucrativa nacional. El poder de Monagas en Venezuela era omnímodo. Los Conservadores no sólo habían sido extrañados de la administración pública sino que su líder máximo había sido dos veces derrotado, hecho preso, y expulsado al exilio. El llamado “monagato” estaba en pleno apogeo. El Censo Nacional de 1847 anotaba la cifra de 1.267.962 venezolanos. La vicepresidencia de la República la ejercía desde 1849 Antonio Leocadio Guzmán. El cambio de elenco había sido completo.
Sería 1850, de acuerdo con la Constitución Nacional de 1830, año electoral. A los comicios convocados en agosto y octubre se presentan los nombres de Antonio Leocadio Guzmán (64 votos), Estanislao Rendón (30 votos), José Ángel Ruiz (20 votos), y el general José Gregorio Monagas (203 votos). La victoria fue para el hermano menor de José Tadeo, quien gobernaría para el período constitucional de 1851-1855. Por primera vez se perfeccionaba una dinastía en Venezuela. Un hermano le entregaba el poder a otro. El nepotismo alcanza entonces su epifanía. José Tadeo regresa a Oriente y apoya de cerca al gobierno de su hermano quien, no obstante, se esfuerza por hacer un gobierno propio. Concluido su período presidencial, vuelve el hermano mayor a la conquista del poder. A las elecciones de 1854 se presentaron dos candidatos que obtuvieron este número de votos: José Tadeo Monagas (397), Fermín Toro (1). La aclamación era total.
Segunda Presidencia de José Tadeo Monagas (1855-1858)
El 31 de enero de 1855 se juramentó José Tadeo Monagas en el templo de San Francisco como Presidente de la República para el período constitucional 1855-1859, de acuerdo con la Constitución Nacional de 1830. Era el séptimo presidente que gobernaba bajo el marco legal vigente, que impedía la reelección inmediata. Su gabinete estuvo constituido por Francisco Aranda en el Ministerio del Interior, Justicia y Relaciones Exteriores, Jacinto Gutiérrez Coll en Hacienda, y Felipe Esteves en Guerra y Marina.
“El espíritu autoritario, que lo llevaba a querer permanecer en la Presidencia de la República sin límite de tiempo, halló expresión constitucional. También, naturalmente, avivó las fuerzas de la oposición”
El 23 de abril de 1856 el Congreso Nacional sancionó una ley de reorganización del territorio nacional que estableció 21 provincias. Esta ley le permitía de manera temporal al Presidente de la República nombrar a los gobernadores de las provincias eliminando las diputaciones regionales, hasta que unas elecciones nuevas los eligieran. De tal modo que después de la promulgación de la ley el poder de Monagas era total, con lo que se podía permitir soñar con una reforma de la Constitución Nacional que materializara dos de sus sueños: Reconstruir Colombia y eliminar el Artículo 108 que impedía la reelección inmediata. Del delirio de la reconstrucción de Colombia, Monagas desistió, pero de lo otro no.
El 16 de abril de 1857 el Congreso Nacional sancionó la nueva Constitución de la República de Venezuela, y el 18 José Tadeo Monagas firmó el Ejecútese. La nueva carta magna introducía dos cambios que satisfacían la voluntad de Monagas: Extendía el período presidencial a seis años y no prohibía la reelección inmediata. Los parlamentarios aprobantes fueron los nombrados a dedo por Monagas, gracias a la Ley del año 1856 de reorganización del territorio. El círculo estaba cerrado.
De inmediato, Monagas y el Vicepresidente nombrado (su sobrino y yerno), el coronel Francisco Oriach, se hicieron elegir para completar el período de seis años recién decretado, es decir, por dos años más: 1859-1861, con los que se completarían sus primeros seis en el gobierno. La gente entonces tuvo claro que el general Monagas buscaba permanecer durante muchísimos años en el poder. El nepotismo ya era total, y la paciencia de sus adversarios había llegado al colmo. El espíritu autoritario, que lo llevaba a querer permanecer en la Presidencia de la República sin límite de tiempo, halló expresión constitucional. También, naturalmente, avivó las fuerzas de la oposición.
La revolución de marzo
El 5 de marzo de 1858 el general Julián Castro se alzó en contra de José Tadeo Monagas en Carabobo, se sumaron pronunciamientos en Cojedes y Guárico y, en pocos días, los mismos seguidores de Monagas lo dejaron solo. Su personalismo había llegado a exasperarlos. Es sorprendente la manera expedita como fue obligado a abandonar el poder. Ello prueba que aquel “hombre fuerte” no lo era tanto, y que la trama de poder que había tejido en su respaldo no funcionó, ya que se vino abajo en una semana, como un castillo de arena. La reforma constitucional a su favor dejaba desnudas sus aspiraciones de eternizarse al mando de la República, y la alternabilidad había sido norma consagrada, y respetada, desde la Constitución Nacional de 1830.
Decide renunciar el 15 de marzo de 1858 y se refugia en la Legación de Francia en Caracas. Después de semanas de negociaciones, bajo la luz del llamado Protocolo Urrutia, Monagas puede salir al exilio. Su hermano José Gregorio no corrió la misma suerte y fue hecho preso en el Castillo de San Carlos en el estado Zulia, donde ya enfermo de cáncer falleció cuando iba a ser trasladado hacia Maracaibo para recibir atención médica. Otros funcionarios cercanos a los Monagas fueron apresados. La caída del presidente autoritario fue rápida y sin posibilidades de ofrecer resistencia. Al momento de conocerse la carta de renuncia de Monagas enviada al Congreso, centenares de personas salieron a las calles de la capital a manifestar su regocijo. Entre ellos, Antonio Leocadio Guzmán, quien le debía la vida a Monagas y fue altísimo funcionario de su gobierno y, sin embargo, cabalgaba gritando “Abajo los Monagas. Mueran los ladrones”.
Exilio (1858-1861)
Nos informa su biógrafo, Carlos Alarico Gómez, que Monagas partió de inmediato hacia Martinica, que allá estuvo unos meses y se desplazó hasta Trinidad, donde se estableció junto con su familia y allegados, formando una colonia de venezolanos aventados por razones políticas. Para entonces, la Guerra Federal había comenzado y era obvio que Monagas respaldaba a los Federales, que antes habían sido Liberales en su mayoría, y que se oponían a los adversarios históricos de Monagas: Los Conservadores.
“A partir de 1850, dos hechos de naturaleza económica tuvieron singular importancia. La recuperación de los precios del café y el hallazgo de las minas de oro en Yuruari, en la región de Guayana”
En plena Guerra Federal Monagas vuelve a sus tierras orientales, en 1861, recupera sus haciendas y va reconstruyendo su poder local. Una vez concluida la Guerra Federal y ya al mando Juan Crisóstomo Falcón, Monagas recibe reconocimientos y reparaciones en cuanto a las sanciones que padeció en 1857. Comienza así a reconformar su fuerza local para futuras oportunidades. Y precisamente se presentará una de ellas ante la crisis política que ocurre en 1868, frente a la debilidad del gobierno de Falcón, su separación del mando y la sustitución que se personifica en Manuel Ezequiel Bruzual. Monagas no va a desperdiciar la coyuntura.
La Revolución Azul y muerte (1868)
En Antímano tuvieron lugar las conversaciones entre el Gobierno interino de Bruzual y un grupo importante de los revolucionarios, para que los primeros entregaran el poder con arreglo favorable a ambos grupos, pero el general Monagas lanzó una proclama el 20 de mayo de 1868, obviando los convenios asentados. Emprendió su marcha desde Oriente y el 12 de junio llegó a Guatire. El general Bruzual, dentro del espíritu de las conversaciones de Antímano, le propuso a Monagas un avenimiento. El líder oriental aceptó conversar, cosa que ocurrió en la residencia de Sans Souci, pero los ánimos de los seguidores de Monagas apuntaban hacia una batalla, y no hacia un entendimiento. Finalmente, la refriega tuvo lugar entre el 21 de junio y el 25, en las inmediaciones de Chacaíto, hasta que el general Monagas entraba triunfante a Caracas con el pabellón azul.
Terminaba el gobierno de los Federales, regresaba al poder el viejo Monagas, que había sido aventado del mismo en 1858, cuando el general Julián Castro avanzó desde Valencia hacia Caracas, sellando el fin del nepotismo y el continuismo de los Monagas. Ahora ocurría un nuevo cambio de mano. Regresaba el autoritarismo de Monagas, que había demostrado ejercerlo en forma nepótica, buscando la perpetuación en el poder, y contribuyendo con sus afanes a que Venezuela siguiera sumiéndose en un caudillismo anárquico, que le impedía alcanzar una mínima paz para su desarrollo.
El Presidente encargado por Falcón, el general Manuel Ezequiel Bruzual, partió hacia Puerto Cabello una vez que Monagas entró triunfante a Caracas. Hasta allá fue a perseguirlo el general José Ruperto Monagas, hijo de José Tadeo, y en refriega fue herido de muerte, falleciendo en Curazao, hasta donde alcanzó a llegar. Bruzual era conocido con el mote de “El soldado sin miedo”, y le tocó defender la República en los estertores del período constitucional del mariscal Juan Crisóstom Falcón (1864-1869).
Conviene recordar que la llamada Revolución Azul se articula a partir de la intención que tuvo el mariscal Falcón de modificar la Constitución para reelegirse. Fue entonces cuando se unieron los Conservadores y un amplio sector de los Liberales, con el objeto de impedirlo, tomando el poder por las armas. Así fue como Monagas se puso al frente de una revolución que otros habían iniciado.
“El Censo Nacional de 1847 anotaba la cifra de 1.267.962 venezolanos”
Lo primero que hace al tomar el poder en la capital de la República es refrendar la Constitución vigente, la de 1864, y nombrar gabinete, del cual se escogería el Presidente provisional, recayendo esta responsabilidad en el doctor Guillermo Tell Villegas, nombrado para tal fin el 27 de junio de 1868. Obviamente, el doctor Villegas estaba a las órdenes de quien lo había designado, al igual que el ministro de Guerra y Marina, el general Domingo Monagas, hijo de José Gregorio, sobrino de José Tadeo. Como vemos, la dinastía de los Monagas volvía por sus fueros.
Las primeras acciones de Monagas señalaban un camino de magnanimidad y olvido del pasado. Buscaba algo históricamente difícil: Reunir a Conservadores y Liberales en un solo partido nacional, cosa que no fue posible, creándose muy pronto dos bandos: Los seguidores de José Ruperto, y los de Domingo. La situación se complicó todavía más con el deterioro de la salud de José Tadeo Monagas, quien después de una campaña de pacificación en Valencia, contrajo una afección pulmonar que terminó por disminuirlo. Sumaba 84 años y una fortaleza física única en nuestra historia guerrera, pero el cuerpo no le daba para más. Murió el 18 de noviembre de 1868 en Caracas. Al día siguiente de su muerte comenzaron las diatribas entre los seguidores de los dos Monagas en línea de sucesión. Esto, finalmente, se resolvió en febrero de 1869, cuando el general Domingo Monagas declinó a favor de su primo hermano José Ruperto.
Imposible no anotar la paradoja según la cual José Tadeo Monagas toma el poder después de Falcón, y este se ve obligado a abandonar el poder por pretender lo mismo que condujo a Monagas a perderlo en 1858: La reforma constitucional con miras a hacerse reelegir indefinidamente. Para colmo de simetrías históricas: Monagas alcanza el poder y desarrolla la misma política magnánima que Falcón adelantó cuando llegó al mando. Pero ya estaba viejo el general Monagas, y el destino dictó su última sentencia.
Bibliografía:
-Arraiz Lucca, Rafael (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas, editorial Alfa, Biblioteca Rafael Arráiz Lucca N°1.
–Venezuela: 1728-1830. Guipuzcoana e Independencia (2011). Caracas, editorial Alfa, Biblioteca Rafael Arráiz Lucca N°6.
-Bolívar, Simón (2010). Bolívar esencial. Bogotá, ediciones Revista Número.
-Castillo Blomquist, Rafael (1991). José Tadeo Monagas: auge y consolidación de un caudillo. Caracas, Monte Ávila Editores.
-Gómez, Carlos Alarico (2006). José Tadeo Monagas. Caracas, BBV de El Nacional y el Banco del Caribe.
-Rodríguez Mirabal, Adelina (1997). Entrada José Tadeo Monagas en el Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas, Fundación Polar.