El 6 de mayo pasado amanecimos con la sorpresiva noticia del fallecimiento de Humberto Maturana, a los 92 años de edad. Breves días antes lo habíamos visto junto a Ximena Dávila en la presentación virtual de su último libro “La Revolución Reflexiva. Una invitación a crear un futuro de colaboración”, enseguida confirmamos la información en el portal web del Instituto de Formación “Matriztica”.
Humberto Maturana Romesin (1928-2021) fue biólogo, filósofo y escritor chileno, Premio Nacional de Ciencias 1994. Escribió junto a Francisco Varela “El árbol del conocimiento” y con Ximena Dávila “El árbol del vivir”, entre otros numerosos artículos científicos.
Me quiero referir a un libro que recoge algunas conferencias sobre un tema al cual se aludió desde distintas tribunas: La convivencia democrática. Todo comienza en la manera cómo distinguimos “democracia” y las preguntas que nos hacemos acerca de cómo podemos convivir juntos, sostiene.
La palabra democracia fue acuñada por los atenienses para referirse a su forma de gobierno instaurada en los últimos años del siglo VI a.C., significa el “gobierno del pueblo”. Con esto queremos señalar que es una construcción humana con una larga historia.
“La democracia es un modo de convivencia, un acuerdo en el cual haremos distintas clases de gobierno según las circunstancias históricas en que nos encontremos. Si esos acuerdos de gobierno rompen ciertas condiciones fundamentales, no se vive en convivencia democrática”, Humberto Maturana.
Esta perspectiva nos centra en una mirada donde todos somos responsables: Personas, familias, organizaciones e instituciones, y releva algunas dimensiones poco tomadas en cuenta como el sustrato emocional que la acompaña y las narrativas que le dan sentido.
Maturana distingue ciertas nociones operacionales que constituyen la posibilidad de una convivencia democrática:
- El querer convivir
Esta es la pregunta inicial: ¿Queremos convivir? La interrogante está planteada como un deseo, una aspiración que parte de cada persona sin ninguna imposición y requiere una voluntad propositiva. No se puede imponer sin el asentimiento del otro. Viviremos en democracia en tanto queramos hacerlo. Esto es clave para observar e interpretar algunos conflictos donde una parte no reconoce a la otra parte. Hay que preguntarse qué estamos haciendo de modo que nos encontramos en situaciones conflictivas.
- Mutuo respeto
Significa reconocer al otro como un legítimo otro que merece ser escuchado aún en las diferencias. La convivencia democrática implica aceptar la diversidad en la coexistencia cultural que generemos en cada momento.
- Honestidad
Actuamos con honestidad al cumplir las normas de convivencia ciudadana y ser confiables en el cumplimiento de nuestros acuerdos.
- Equidad social
La equidad es la justicia aplicada al caso concreto. Es la aplicación del derecho de manera justa a las personas independientemente de su clase social. El límite entre la equidad y la inequidad suele ser un borde, una línea difusa que hace la diferencia no legítima. La equidad también es un asunto personal en nuestro diario convivir.
- Colaboración
La colaboración o cooperación es la interacción fundamental de la convivencia democrática; cooperamos en nuestros espacios de socialización primaria: La familia, los vecinos, los grupos de referencia y también aún sin conocernos en grupos donde compartimos valores de solidaridad. Para que se dé la cooperación tiene que existir confianza. Atravesamos la calle, dejamos los niños en la guardería, vamos a la escuela o al supermercado porque tenemos una confianza implícita en la convivencia y en el respeto a los acuerdos.
- Ética Social
Somos responsables de las consecuencias de nuestras acciones. Este es un aprendizaje autocrítico fundamental. Cada vez que hacemos algo que puede ser dañino para el otro, alguien nos va a decir que no es ético y esta conciencia la tiene cada quien. La ética es parte de nuestra convivencia cultural. Los seres humanos nacemos en la confianza implícita de que seremos acogidos de manera amorosa por el micro sistema que inicialmente nos socializa.
- Responsabilidad reflexiva
Finalmente, la autonomía reflexiva nos hace sujetos libres para escoger en cada momento nuestra deriva y asumirla. La capacidad autocrítica con nosotros mismos, nuestras tradiciones y resultados en el convivir nos convierte en agentes propositivos de nuestras aspiraciones.
Si no se dan estas nociones operacionales no podemos tener un proyecto de convivencia democrática. ¿No están acaso presentes estas nociones en nuestras vidas personales, familias y grupos referenciales?