Venezuela está frente a un momento decisivo y, nuevamente, la oposición se encuentra dividida. Una posible negociación con Nicolás Maduro, la designación del nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) por parte del régimen y la convocatoria a elecciones regionales y municipales en noviembre de 2021, tiene a la dirigencia democrática partida en tres pedazos.
El primer tolete está compuesto por los partidos que conforman el llamado G4: Voluntad Popular (VP), Primero Justicia (PJ), Acción Democrática (AD) y Un Nuevo Tiempo (UNT). Estas cuatro organizaciones son la columna vertebral del gobierno interino que preside Juan Guaidó, quien, hasta la fecha, es reconocido por Estados Unidos como presidente encargado e interlocutor fundamental; y son el sector que apuesta por una negociación que tenga a la comunidad internacional con un rol estelar, para de esa forma obtener condiciones electorales que permitan unas elecciones verdaderamente libres.
Los representantes del interinato no formaron parte de las conversaciones y acuerdos con el régimen que se tradujeron en la designación del nuevo CNE con representación opositora; y han dejado entrever, en distintos comunicados, que no participarán en las venideras elecciones convocadas para noviembre, si estas no entran en el paquete de la negociación.
Sobre esta primera visión surgen varias preguntas: ¿Hay claridad de ruta, tiempos y objetivos para ese eventual proceso de negociación?, ¿cuál será el rol de Noruega y Estados Unidos en la misma?, ¿esto significa que el Gobierno interino se seguirá prolongando en el tiempo?, ¿los partidos que conforman el interinato de verdad están dispuestos a no participar en las elecciones de noviembre o están jugando en las dos aguas?
Estados Unidos respalda a Juan Guaidó y ha hecho saber que cualquier negociación que los incluya debe tener al jefe del Gobierno interino en un rol protagónico.
II
Otra parte de la oposición la está encabezando Henrique Capriles Radonski, quien junto a dirigentes como Stalin González y activistas de la sociedad civil, como el ex rector Vicente Díaz, buscan una negociación interna con el régimen, que no tenga como protagonista a la comunidad internacional. El ex gobernador de Miranda hizo importantes gestiones al margen del Gobierno interino y de los aliados internacionales para que se conformara el nuevo CNE, y apuesta por la recuperación de espacios políticos en el país a través de las venideras elecciones regionales y municipales.
No es un detalle menor decidir si la comunidad internacional tendrá un rol central en el eventual proceso de negociación o si, por el contrario, será un observador a distancia. Capriles ha sido un duro crítico del Gobierno interino y de Juan Guaidó, así como también de las políticas de Estados Unidos y de la pasada administración de Donald Trump hacia Venezuela en los últimos años. Recientemente, en una entrevista en El País de España, el ex candidato presidencial señaló que “un presidente interino sin poderes en la política interna, a pesar del respaldo internacional, ha permitido a Nicolás Maduro mantener su poder y ha debilitado a la oposición”.
Aquí también caben varias interrogantes: ¿Capriles y quienes lo acompañan tienen la fuerza para, sin la comunidad internacional, torcerle el brazo a Maduro en decisiones que involucren verdaderos espacios de poder?, ¿cómo podría este grupo lograr una flexibilización de las sanciones si Estados Unidos a quien reconoce como interlocutor es a la oposición que está dentro del Gobierno interino?, ¿es lo mismo invitar a la comunidad internacional a participar como observadores en las elecciones regionales que hacerlos parte formal de todo el proceso de negociación?, ¿es posible convencer al país de meterse otra vez en una dinámica electoral sin incluir unas presidenciales en el cronograma?, ¿por qué no le han hablado con claridad al país sobre las gestiones que vienen llevando a cabo?
III
La tercera porción es la llamada oposición radical que lidera María Corina Machado, su partido Vente Venezuela y la Fracción 16 de Julio, que no apoya ningún proceso de diálogo con el régimen que no incluya la salida de Nicolás Maduro del poder en el corto plazo. Ya Machado, en una entrevista en La Gran Aldea, dejó claro que este CNE y las venideras elecciones regionales son una estrategia del oficialismo para ganar legitimidad internacional y lograr una flexibilización de las sanciones. Así como también señaló que para ella, en este momento tan coyuntural, “la ingenuidad puede ser igual de letal que la complicidad”.
Quienes están en este grupo creen que el camino es una mayor presión internacional de Estados Unidos, Europa y las democracias de la región para que Maduro entregue el poder, pero esta opción no luce muy realista, porque los aliados extranjeros la consideran agotada y están apostando por intentar una negociación.
Reflexiones
La verdad es que las tres partes quieren ir a un proceso de negociación, solo que de manera distinta: El primer grupo quiere que la comunidad internacional tenga un rol protagónico; el segundo no, y apuesta por un proceso liderado por ellos mismos desde adentro del país; y el tercero, simplemente se quiere sentar cuando el punto principal sea el desalojo de Maduro y toda su camarilla del poder.
La otra cosa en la que también coinciden es en que una salida inmediata no existe; sin embargo, es bueno que la dirigencia entera no pierda de vista que hay millones de venezolanos esperando que se les proponga un camino serio y realista que desemboque en un cambio político.
Ojalá este momento crucial que transita el país se convierta en una verdadera oportunidad, y no termine siendo una nueva pelea de egos; ni mucho menos una competencia estéril por ser el interlocutor del régimen, sin que eso represente algún beneficio real para los venezolanos.