En la aldea
26 diciembre 2024

La fe y la política

La engañosa oferta del CNE versión 3-2: Con la mega elección, es obvio que la dictadura hará algunas concesiones que servirán de señuelos para dividir aún más a los opositores y confundir a la opinión pública nacional e internacional; pero nada que ponga en peligro la permanencia en el poder de Maduro, al menos hasta 2024. Mientras, los líderes de la oposición se debaten entre votar o no votar, negociar o no negociar, falsos dilemas que sirven para disimular el problema de fondo: La ausencia de unidad y de una estrategia para la toma del poder.

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Ezio Serrano Páez | 17 mayo 2021

Los emotivos llamados que algunos sectores políticos realizan, para que se reconozcan las bondades del novísimo Consejo Nacional Electoral (CNE) versión 3-2, colocan la política venezolana en el piadoso plano de la Fe. Lo vivido durante más de dos décadas, ha permeado negativamente la credibilidad del liderazgo opositor. Dividido, errático y a la defensiva, pareciera requerir de un milagro para reivindicarse. Lo actuado en los últimos años,  genera más dudas que certezas. Aunque los políticos deben mercadear la fe si desean permanecer en el oficio, nuestros dirigentes parecen vendedores de enciclopedias, con menos suerte que los distribuidores de la Atalaya.

El cruce de política y fe no es nada nuevo. Pero, ¿por qué apelar a la fe cuando se trata de recorrer un pantano plagado de serpientes y cocodrilos? La razón es muy simple: Enterados de lo que es capaz la satrapía, temerosos, burlados y humillados hasta el hartazgo, sin ninguna resistencia que oponer, los negociadores de la tal solución pacífica, democrática y absolutoria, ya no tienen argumentos convincentes para ofrecer a una feligresía que se hizo montarás con tanta mentira triunfadora. Colmado el recipiente que contiene los embustes, a nuestros flamantes líderes y sus influencers no les queda más remedio que apelar al autoengaño.

“Las elecciones regionales y municipales están pensadas, y ocurrirán, para dividir al máximo lo que resta de oposición organizada”

Ya el apóstol Pablo había hecho una clara advertencia al indicar que la fe es un don otorgado por el espíritu, en cuyo caso, no se trata de una fe cualquiera sino una muy particular. Se trata de la fe que es capaz de mover montañas, es decir, de hacer milagros1. Eso es lo que esperan los inocentes promotores del CNE versión 3-2. Ni más ni menos, el acontecimiento de un milagro que devuelva la credibilidad que alguna vez tuvieron. Quien tiene fe, puede prescindir de las pruebas pues nada sospecha del objeto que la inspira. Pero, ¿cómo pedir fe sin milagros para exhibir?

Para  hacer milagros se debe tener con qué. El apóstol Pablo habla de la auctoritas de un Jesucristo, crucificado, muerto, sepultado y resucitado al tercer día. En el reciente caso del doctor José Gregorio Hernández, la beatificación ocurrió tras la evaluación rigurosa de la verdad de sus milagros. Esto le da la auctoritas, las credenciales de mérito que algún soporte ofrece a quienes le profesan su fe. Muy diferente a la engañosa oferta del CNE versión 3-2. Se nos pide creer en personajes que han fracasado una y otra vez, que han permitido que la victoria se convierta en derrota, que hayan detestado las sanciones internacionales que ahora utilizan como única barajita en el tablero que controla la dictadura castrista. La coherencia tampoco aparece entre sus virtudes.

Los mercaderes en el templo del voto despliegan su data incuestionable: ¡Si votamos, ganamos!, como si la fe tuviese la apariencia de una mata de topochos que se riega con cada acto electoral, como si no existiesen hechos cumplidos  que introducen dudas razonables hasta en los más fieles creyentes.  Como si las caras lavadas de los aspirantes a milagreros no fuesen un motivo suficiente para espantar a la feligresía. ¡Si votamos, ganamos! Para luego declarar como “inaceptable” ante la OEA, Grupo de Lima o Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el arrebato del triunfo. O tal vez una bailanta seguida de un feroz cacerolazo remueva los cimientos de una dictadura que acude a la violencia mientras se tambalea y está a punto de caer lanceada por un certero recurso de amparo.

“Se nos pide creer en personajes que han fracasado una y otra vez, que han permitido que la victoria se convierta en derrota”

Creo que fue Bierce quien decía de la fe: Es la creencia sin evidencia alguna en lo que dice alguien a quien no le pedimos pruebas para saber si en realidad sabe lo que dice. Por supuesto que no es el caso de nuestros monjes opositores, siempre rodeados por los administradores del negocio electoral. Para darle sustento a la fe se crearon las encuestas, pilares tan firmes que hasta pueden contradecir la realidad, con lo cual la fe se hace aún más necesaria.

¿Qué somos de poca fe? Muy probablemente. Pero debería tomarse en cuenta que los promotores de las bondades del CNE versión 3-2, no han sido capaces de mostrar alguna evidencia de los milagros que pueden realizar. Y no es que uno se crea Santo Tomás para andar exigiendo los clavos de la crucifixión, ver para creer. Pero nuevamente se nos pide la fe del carbonero sin tomar en cuenta un hecho sustantivo: La fe cuando es ciega, excluye cualquier otra creencia, o lo que es igual, se aparta de cualquier verdad por muy evidente que  ésta sea:

a. Se nos vende como un “avance” un CNE 3-2, obviando la naturaleza técnica de una instancia arbitral. Demasiado pedir, pues con más de 20 años con un organismo bajo control ideológico del chavismo, se evidencia el acostumbramiento frente a una institución esencialmente dañada.

b. Las elecciones regionales y municipales están pensadas, y ocurrirán, para dividir al máximo lo que resta de oposición organizada.  La fe perdida no se recupera por esta vía. La dictadura tiene el mayor interés en “una amplia participación democrática”.

c. No hay ninguna novedad en el hecho de convocar a elecciones y admitir negociaciones que “devolverán la ruta democrática”. No se puede esperar la confianza de la gente cuando se juega con las mismas barajitas ya desgastadas. Votar o No votar, negociar o no negociar, son falsos dilemas que sirven para disimular el problema de fondo: La ausencia de unidad y de una estrategia para la toma del poder.

d. Con la mega elección, es obvio que la dictadura hará algunas concesiones que servirán de señuelos para dividir a los opositores y confundir a la opinión pública nacional e internacional. Pero no expondrá nada que ponga en peligro la permanencia de Nicolás Maduro, al menos hasta el 2024.

e. La fe perdida sólo puede recuperarse con la ocurrencia de un milagro de base: La formulación de una estrategia funcional, creíble para desalojar a Maduro del poder. La salida del usurpador es el elemento combustible para reunificar al país. Pero la dictadura ha procurado demostrar que está dispuesta a todo para mantener su dominio. El milagro no ocurrirá si no estamos dispuestos a todo para recuperar la libertad. 

(1) De la Serna E. La Fe en los Escritos de Pablo. Actualidad Teológica, Ano XVII nº 43, Río de Janeiro a abril/2013, p 77 y ss.

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