Con la designación del nuevo cuerpo rectoral del Consejo Nacional Electoral (CNE), se inaugura y espolea un nuevo ciclo político en nuestro país. Será una etapa que se inscribe en el guion que la historia ha escrito para Venezuela en este inicio del siglo XXI en que, hasta el momento, el argumento principal pareciera ser el desacoplamiento entre el paso del tiempo y la evolución de la realidad política.
A la manera la película “El Día de la Marmota” (“Atrapado en el Tiempo” la titularon en España) o del célebre cuento monofrasal de Monterroso (Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí), pareciera que no importa lo que hagamos -marchas gigantescas, campañas electorales multitudinarias, golpes de Estado, protestas pacíficas y no pacíficas, conspiraciones cívico-militares, apoyo a las sanciones internacionales, rezos a San Trump, invasión de mercenarios- el chavismo depredador sigue allí.
Y en verdad, esa interpretación fatalista, resignada y desesperanzada de nuestra triste circunstancia ha terminado por contaminar a muchos espíritus. Algunos de ellos, muy ilustrados, recurren al cinismo y al humor negro como medio para procesar y expresar su estado de ánimo. Por ejemplo, acabo de leer un tuit que canta esta nota jubilosamente triste: Del mantra del fin de la usurpación, pasamos al de “es un primer paso”.
Mi talante no es particularmente optimista, pero creo que en esta ocasión podemos comenzar a resolver sobre bases sólidas el enojoso problema del desacoplamiento arriba señalado. Objetivamente -y la calificada palabra de Vicente Díaz vaya alante– “Ese CNE tiene la mejor representación opositora de la historia”. En términos numéricos y cualitativos, la oposición democrática tiene unos excelentes representantes; es verdad que ello no es garantía de nada frente a un régimen despótico que dispone, por ejemplo, de unos “magistrados” del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que pueden decapitar cualquier esperanza cuando mejor les parezca. Sin embargo, a pesar de la punzante ironía del tuit citado, ES UN BUEN PRIMER PASO.
Es un buen primer paso porque es causa y efecto de importantes reacomodos en las placas tectónicas que definen las relaciones de poder. Es evidente que el voluntarismo inmediatista cede terreno ante la tenacidad creadora de acuerdos y consensos; que la sensatez está desplazando al irracionalismo heroico. En el plano internacional, la posición de Europa y de los Estados Unidos, contrasta vivamente con la intemperancia de Luis Almagro en la Organización de los Estados Americanos (OEA). En fin, la ruta pacífica, democrática, constitucional y electoral nuevamente (espero que definitivamente) deja al margen a la estrategia violenta e insurreccional.
Queda muchísimo por hacer, pero cada vez hay mejores condiciones para desarrollar y concluir un proceso de negociación eficaz que defina la hoja de ruta para la reinstitucionalización democrática y la reconstrucción económica de nuestra nación. No es descabellado imaginar a un Mariano Picón Salas redivivo que anuncie, por fin, la entrada de Venezuela al siglo XXI.