En la aldea
02 diciembre 2024

El Béisbol en Venezuela: Un “Chico” con las estrellas

En la temporada de 1951 de las Grandes Ligas, este jugador impuso el récord de las mayores de más dobles matanzas por un campo corto novato con 113, así como la marca para criollos en el béisbol del Norte de 24 juegos consecutivos dando inatrapables; registro que, por cierto, permaneció incólume por 59 años. El protagonista del hecho que llenó de orgullo a la pelota criolla fue Alfonso “Chico” Carrasquel, que ese año se convirtió en el primer latinoamericano en ser elegido para un Juego de Estrellas del béisbol de las Grandes Ligas; y es considerado el primer gran jugador de cuadro hispano en llegar a La Gran Carpa.

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Aún no terminaba la primera quincena del tercer mes del año y ya 1951 había escrito la historia del sexto campeonato de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), la tercera Serie del Caribe y primera disputada en suelo venezolano, y los primeros Juegos Panamericanos donde el béisbol aficionado criollo terminó relegado en el quinto lugar. En el horizonte quedaban por venir la XII Serie Mundial de Béisbol Amateur a realizarse en noviembre en México y los III Juegos Bolivarianos que por primera vez organizaría Venezuela.

Sin embargo, el béisbol venezolano -y latinoamericano en general- recibiría en pocos meses una noticia histórica: Por primera vez un latinoamericano tomaría parte en un Juego de Estrellas en la Gran Carpa. El protagonista, el caraqueño Alfonso “Chico” Carrasquel.

El 15 de abril de 1951 inició la temporada de las Grandes Ligas en los Estados Unidos. Carrasquel, un muchacho de veinticinco años que doce meses antes había debutado en La Gran Carpa -el tercer criollo en lograrlo después del “Patón” Carrasquel y “Chucho” Ramos-, defendía por segundo año el campo corto de los Medias Blancas de Chicago. Ya en 1950 había terminado tercero en la votación al Novato del Año de la Liga Americana y décimo segundo en la votación al jugador más valioso del torneo. En aquella temporada debut, Carrasquel impuso el récord de las mayores de más dobles matanzas por un campo corto novato con 113, así como la marca para criollos en el béisbol del Norte de 24 juegos consecutivos dando inatrapables, registro que, por cierto, permaneció incólume por 59 años hasta que Víctor Martínez, vistiendo la camiseta de Boston, tejió en 2009 una cadena de 25 juegos bateando hits. El récord actual lo tiene Wilson Ramos con 26 en la campaña de 2019.

Estas cifras son impresionantes, claro que sí. En el caso de más juegos bateando hits, el tema hace recordar una hazaña que es aún más complicada: Turnos -que no juegos, sino turnos- consecutivos ligando inatrapables. ¿Apostaría usted a que este año algún jugador de La Gran Carpa, cualquiera de ellos, conecte más de diez hits de manera consecutiva? Piénselo bien. Estamos hablando de un arte en el que si un jugador durante su carrera fracasa el 70% de las veces es considerado una súper estrella. Para tener una idea de lo difícil que resulta hilvanar una seguidilla de ese tipo, basta con decir que el récord de las Grandes Ligas es de doce y lo ostentan tres jugadores de primera mitad del siglo 20: Johnny Kling en 1902 con los Cachorros de Chicago; Pinky Higgins en 1938 con los Medias Rojas de Boston; y Walt Dropo en 1952 con los Tigres de Detroit. Sí, en casi 70 años nadie ha llegado a esa cifra. Pues bien, nuestro José Altuve conectó en 2017 diez -se lee diez- inatrapables de manera consecutiva. Sin lugar a duda, este muchacho de treinta años y 1,68 de estatura vale su peso -multiplicado por dos- en oro.

“El ‘Chico’ Carrasquel se retiró de La Gran Carpa en 1959 dejando un promedio al bate de .258, 1.119 imparables, 474 impulsadas y un excelente porcentaje de fildeo de .969 en 1.241 juegos como campo corto”

Y hablando de pequeños, en la temporada que nos ocupa -la de 1951- debutó el jugador de menor tamaño en la historia de las Grandes Ligas. Se trata de Eddie Gaedel, de 1,09 metros de estatura y un peso de 27 kilogramos. En realidad, el debut de Gaedel fue también la despedida. Resulta que la Liga Americana estaba cumpliendo 50 años de fundada y el propietario de los St. Louis Browns, Bill Veeck, conocido durante su carrera en el negocio del béisbol por sus maniobras publicitarias para atraer fanáticos al estadio, armó un plan para que el pequeño Eddie tomara un turno oficial en el segundo juego de una doble tanda contra los Tigres de Detroit. El juego se realizó el domingo 19 de abril. Veeck envió el contrato de Eddie a la oficina del Comisionado la tarde del viernes 17, de manera tal que fuese poco probable que el documento entrara a revisión antes del domingo y, así, mantener en secreto todo el plan alrededor de Gaedel para evitar que la liga pudiese abortarlo. Cuando en la parte baja del primer inning el mánager de los Browns, Zack Taylor, contrato en mano anunció como bateador emergente a Gaedel, al umpire principal no le quedó otra opción sino aceptar que el jugador con el número 1/8 en la espalda tomara el turno. El resultado fue una base por bolas y Eddie recorrió los noventa pies del plato a primera dando saltos y agitando los brazos hacia el público que aplaudía enloquecido. Gaedel fue sustituido por un corredor emergente y así culminó su cortísima carrera en las mayores: Al día siguiente su contrato fue anulado por el comisionado y, de inmediato, se creó la norma de que ningún jugador podía ingresar a un encuentro de Grandes Ligas sin que su firma fuese antes revisada y aprobada por la Oficina del Comisionado.

¡Pero, bueno!, ¿cómo nos desviamos tanto de Alfonso Carrasquel? Decíamos que ese año 1951 la buena noticia de su elección al Juego de Estrellas de las Grandes Ligas alegró al mundo del béisbol en Latinoamérica.

Carrasquelito había arrancado la temporada de 1951 ratificando las condiciones de jugador estelar que había exhibido el año anterior durante su debut en las mayores. Ese año el guante del “Chico” desplegó todo su esplendor. En mayo, a tan solo un mes del juego inaugural, el venezolano inició una nueva seguidilla, pero esta vez de lances o jugadas en el campo corto sin cometer errores. Esta marca la rompió dos meses más tarde -el jueves 19 de julio de ese año- cuando realizó la jugada impoluta 289 al hilo. El récord lo ostentaba nada más y nada menos que el hoy miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, el “Scooter” Phil Rizzuto. El nuevo registro del venezolano se detuvo en 297 lances sin pecados en 53 juegos consecutivos, cifra que permaneció dieciocho años sin ser batida.

Alfonso “Chico” Carrasquel.

Nueve días antes de esa fecha, el martes 10 de julio de 1951, Carrasquel saltó al terreno como el campo corto abridor del décimo octavo juego de las estrellas de las Grandes Ligas. Junto a él en la alineación brillaban los nombres de cuatro futuros miembros del Salón de la Fama: Nellie Fox, George Kell, Ted Williams y Yogi Berra. Por su parte, la Nacional también tenía lo suyo, con los hoy inmortales Richie Ashburn, Stan Musial, Jackie Robinson, Roy Campanella y Robin Roberts.

Si bien no se trata de un miembro del Salón de la Fama, es justo mencionar en la alineación abridora de la Liga Americana a DiMaggio, pero no Joe, sino su hermano menor Dom. Aunque pocos lo conozcan, Dom jugó once años en la Gran Carpa y dejó un promedio al bate de .298 con cinco temporadas sobre .300 y siete Juegos de Estrellas. Eso sí, toda su carrera la jugó en la acera de enfrente con respecto a su hermano, es decir, en Boston. El tercer DiMaggio en jugar en las Grandes Ligas fue Vince, el mayor de la camada, pero también el de números más discretos durante sus diez años de servicio.

El desafío de las estrellas del ‘51 se jugó en el Briggs Stadium, hogar de los Tigres de Detroit. Para llegar ahí, el “Chico” tuvo que vencer en la votación a propio Rizzuto y su legión de fanáticos de la ciudad de Nueva York. El juego de ese año fue apenas la quinta ocasión en la que los fanáticos eligieron a través del voto a sus jugadores estrella. Rizzuto era ya un veterano de diez años en las mayores, todos con los Mulos de Manhattan, y venía de ser nombrado el jugador más valioso de la temporada anterior. ¿Cómo pudo un novato latino en aquellos años pasar por encima de una figura como la de Phil Rizzuto? Bueno, físicamente no era tan difícil: Carrasquel medía 1,83 y Rizzuto 1,68. Pero sabemos que no hablamos de eso. En realidad, el juego del “Chico” destacaba por su calidad y además jugaba para Chicago, cuyos fanáticos tampoco eran tres “pelagatos”. Sin embargo, había un aspecto de la personalidad de Carrasquelito que sin duda resultó determinante: Su carisma. Alfonso llegó a los Estados Unidos sin saber hablar inglés. Su tío el “Patón” fue llevado a Chicago para que le ayudara con el idioma, que era algo que causaba problemas en la comunicación con el cuerpo directivo -aunque no con su juego, como el mismo Carrasquel lo expresó en alguna oportunidad: “Ni el bate ni la pelota hablan inglés”. Sin embargo, aquello no parecía constituir una barrera importante para que el muchacho venezolano generara empatía con sus compañeros y con la fanaticada.

El carisma natural del “Chico” le ganaba el cariño de propios y extraños. Carrasquel tenía buen porte además de buenos modales, resultaba atractivo para las mujeres, y conectaba rápido con sus colegas. En una época en la que las personas de piel negra no podían entrar a ciertos locales en los Estados Unidos, el “Chico” tenía detalles con compañeros como la estrella cubana Orestes “Minnie” Miñoso, a quien le compraba comida y se la llevaba al autobús cuando en la carretera el equipo paraba en alguno sitio de comida al que Miñoso, por el color de su piel, no podía ingresar. Carrasquel tenía ese Don. Quizás una de las muestras más contundentes de ello es el reconocimiento que el “Chico” obtuvo en su pasantía por las menores con los Gatos de Fort Worth en la Liga de Texas, donde él, un recién llegado que según sus propias palabras solo podía hablar consigo mismo frente al espejo de su habitación porque no sabía decir ni una palabra en inglés, fue reconocido como uno de los personajes más populares de la ciudad.

Cuando Carrasquel fue seleccionado al Juego de Estrellas, el columnista del Washington Post, Shirley Povich, escribió lo siguiente:

Si usted se está preguntando cómo Carrasquel entró en el Juego de las Estrellas con un promedio de bateo por debajo de .300, la respuesta es sencilla. No hay otro campo corto con mejor promedio y no existe un rival que merezca ser mencionado en el mismo aliento en el que se mencione a Carrasquel como jugador defensivo”.

El “Chico” tomó dos turnos al bate en aquel juego antes de salir y ser remplazado por quien fue su segundo aquel día: Phil Rizzuto. Su puesto en el orden al bate fue octavo detrás del titular de la primera base Ferris Roy Fain. La primera aparición de Carrasquel se produjo en la parte baja de la segunda entrada con un out en la pizarra y luego de un triple de Fain que había traído a la goma a Yogi Berra. El “Chico” conectó un imparable al center field que Fain creyó que podía ser atrapado por el jardinero, por lo que arrancó tarde hacia el plato y fue puesto out tratando de anotar. Carrasquel se metió hasta la segunda en la jugada. Luego el lanzador Ned Garver se ponchó para finalizar el inning. El segundo turno del venezolano se produjo en la cuarta entrada también con un out y con Fain, que se había embasado por error, corriendo en primera. En esta oportunidad Carrasquel la rodó por el campo corto y forzaron a Fain en segunda. El “Chico” llegó a primera por jugada de decisión. Luego Larry Doby, que entró como emergente por el lanzador, elevó la pelota por tercera terminando la entrada. Carrasquel fue sustituido al bate en el sexto inning culminando su actuación con un hit en dos turnos y tres asistencias a la defensiva. El juego lo ganó la Liga Nacional 8 carreras por 3.

El “Chico” es considerado el primer gran jugador de cuadro hispano en llegar a La Gran Carpa, así como también uno de los primeros en conseguir un contrato publicitario en tierra norteamericana, cuando la Nocona Athletic Goods Company de Texas utilizó su imagen para promocionar artículos de béisbol, como aquel que rezaba: “Chico maneja los batazos calientes con facilidad usando su guante Nokona 59, hecho especialmente para él”.

Alfonso “Chico” Carrasquel participó en otros tres Juegos de Estrellas en las Grandes Ligas (1953, 1954 y 1955) en su carrera de diez años en el béisbol norteamericano. Los cuatro años en los que el venezolano participó en el clásico de mitad de temporada los Medias Blancas ganaron el banderín de la Liga. Carrasquel se retiró de La Gran Carpa en 1959 dejando un promedio al bate de .258, 1.119 imparables, 474 impulsadas y un excelente porcentaje de fildeo de .969 en 1.241 juegos como campo corto, la mayoría de ellos luciendo el diecisiete en la espalda, número que eligió por ser la cantidad de letras de su nombre: Alfonso Carrasquel.

Cuando los fans miran cada año el juego de las estrellas y ven a los grandes jugar, deben recordar que ‘Chico’ Carrasquel fue el primero de América Latina en llegar a ser estrella” (Extracto del comunicado de la organización de Chicago White Sox en memoria del gran Alfonso “Chico” Carrasquel).

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