Amartya Sen (1933) nació en la ciudad india Santiniketan. Proviene de una familia de intelectuales, su padre fue profesor de la Universidad de Dhaka. Realizó sus estudios universitarios en distintas universidades de la India y luego se trasladó al Reino Unido, se doctoró en economía en Cambridge. Luego estudió filosofía. Fue galardonado con el Premio Nobel de Economía de 1998. Actualmente es profesor de la Universidad de Harvard.
Sen marcó un hito en la interpretación y medición del desarrollo de los países. Dio un vuelco a las teorías del desarrollo como crecimiento económico medido especialmente por variables como el Producto Interno Bruto (PBI). Centra su visión en la persona y conceptualiza el desarrollo humano como el proceso de ampliación de oportunidades y capacidades de todas las personas.
Su teoría e investigaciones han tenido repercusión mundial. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo incorpora su concepción e introduce el Índice de Desarrollo Humano con variables sociales: Expectativas de vida, educación y salud.
Ha escrito numerosos libros: “Sobre la desigualdad económica”, “Pobreza y Hambruna”, “Ética y Economía”, entre ellos el que más me ha impactado es “Desarrollo y Libertad”. Recuerdo la primera vez que lo leí, con gran inquietud no tanto por comprender la rigurosa argumentación y refutación económica sino con el deseo de llegar al meollo del asunto sobre la libertad de las personas como premisa del desarrollo.
Ahora releo a Sen y encuentro sus proposiciones de una gran vigencia. Para que cada persona desarrolle sus capacidades entendidas como potencialidades o libertades sustantivas se requieren tres condiciones: Primero decidir por sí mismo lo que se considera digno de ser vivido; segundo tener las oportunidades para desplegarlas en la manera como funcionamos socialmente; y tercero actuar proactivamente para alcanzarlas.
Sen confiere gran importancia a los derechos políticos y civiles y argumenta sobre “la importancia de la democracia” resaltando el impacto de las libertades políticas tanto en la persona como en la sociedad. Permite reconocer individualmente lo que somos capaces de ser y hacer de manera consciente y responsable, incluida la participación política social y el civismo; conlleva la fuerza del cambio que genera el debate público y contribuye a la conceptualización de las necesidades de la población.
“Sin democracia el desarrollo humano no es sostenible”, sostiene en entrevistas de gran sencillez. Puede haber crecimiento económico, construcciones de grandes obras, incluso eficacia en el control o intervención de políticas públicas como hemos visto en el caso de algunos países durante la pandemia de Covid-19 pero no la ampliación de las libertades humanas como fin colectivo.
Como resultado de una de sus investigaciones más citadas sostuvo que “nunca ha habido hambrunas en ningún país independiente, que celebrara elecciones con regularidad, que tuviera partidos de oposición para expresar las críticas y que permitiera que la prensa informara libremente y pusiera en cuestión el acierto de las medidas del gobierno sin una censura general”. Parafraseándolo, puedo decir: Cuando las cosas van bien no nos percatamos de ello, cuando van mal nos damos cuenta de lo que hemos perdido.
Algo que valoro profundamente en Sen es su ruptura con visiones predominantemente económicas del desarrollo. Introdujo fundamentos filosóficos y éticos de manera explícita en su entramado teórico y práctico.
Deepak Chopra (1946) nació en Nueva Delhi,India. Su familia pudo propiciarle una educación universitaria. Se graduó de medicina en la India y luego viajó y se residenció en California, Estados Unidos. Es un gran orador motivacional, conocido mundialmente, especializado en el misticismo cuántico. Sus libros se han convertido en best seller, entre ellos: “Mentes sin edad”, “Curación Cuántica”, “Las siete leyes espirituales del éxito” y “Sincrodestino”.
En su momento leí “Las siete leyes espirituales del éxito” con asombro y placer. Lo considero como proposiciones de sabiduría universal.
Durante estos meses de confinamiento, Chopra ha sido uno de los influencer mundiales más entrevistados. Vi varias conferencias en distintos canales televisivos, y escuché las 21 meditaciones para crear abundancia.
Chopra propone una tríada de momentos en el camino de transformación personal: Primero reconocer y conectarse con el “ser que somos”; segundo “pasar del ser al hacer”; tercero “movilizarse para conseguir lo que queremos ser”.
Me aventuro a equiparar esta tríada con las tres condiciones de Amartya Sen para el desarrollo humano, citadas al inicio del artículo. La ampliación de las libertades de las personas requiere que cada uno se asuma como sujeto de su historia y se movilice para conseguir lo que considera digno de ser vivido.
Quizás otros autores desde ángulos muy distintos coincidan en esta tríada propositiva donde se entrecruzan desarrollo y libertad. Identificarlos es una tarea abierta para el diálogo.