El pasado 18 de diciembre del 2020 la fortuna, buena o mala -decida usted-, hizo que coincidieran dos hechos que en apariencia no tienen nada que ver pero que, leída la letra pequeña de la historia, tuvieron un vínculo que los marcará por siempre. Hablamos del fin de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y la muerte de José Vicente Rangel.
Detengámonos un momento en el experimento constituyente, clausurado aquel día, tras casi tres años donde se hizo de todo en su interior, menos su razón de ser: La redacción de una nueva Constitución. Según el discurso oficial, la ausencia de una nueva Carta Magna es una irrelevancia, un mero accidente histórico, si se le compara con su principal logro: La imposición de la paz política durante el convulso año 2017.
Ha explicado Nicolás Maduro, sin rubor ante las cámaras, que la ANC fue la forma en que la revolución retomó la iniciativa estratégica durante ese año, logrando que la política abandonase la violencia y volviera al cauce del parlamentarismo, ahora constituyente. Todo un logro de pacificación, obra y gracia del presidente rojo ascendido, en la parrilla de VTV, al rango de estadista democrático, hacedor de la paz en tierra venezolana. ¡Aleluya!, ¡Aleluya!
Lo que no suele decir nunca (o casi nunca) es que la idea de una Asamblea Nacional Constituyente tiene un origen previo a las revueltas de 2017, lo que confirma que la Constituyente fue siempre un proyecto antidemocrático, un ejercicio de malabarismo legal para recortar las competencias de la legítima Asamblea Nacional. En definitiva: Un acto de fuerza.
Traduciendo a Nicolás Maduro
Que sepamos, Nicolás Maduro lo reconoció sólo una vez, en la entrevista dada a José Vicente Rangel el 20 de agosto del 2017 (a partir del minuto 45 con 40 segundos), cuando reconoció que tuvo la idea de la constituyente, apenas 3 días después de que perdiera las parlamentarias de 2015, es decir, el 9 de diciembre de 2015.
Nunca más Maduro volvería a indicar ese detalle que desmiente, en un puñado de segundos, el argumento oficial según el cual, la ANC fue la respuesta “civilizatoria” para lograr la paz en Venezuela en el 2017. Estas palabras, olvidadas en el universo de declaraciones oficiales, siempre parecidas, nos demuestran que el alto mando político revolucionario manejó la opción “constituyente”, (o el “supra poder”, como les gustaba repetir a modo de amenaza) en el mismo momento en que creyeron posible que fueran desalojados del poder por vía pacífica y democrática.
Se nos dirá, con suficiente solvencia, que a estas alturas resulta pueril detenerse en ese minuto para desmontar otra mentira de Nicolás, su credibilidad, dirán, no requiere más desmentidos. Sin embargo, para aquellos con vocación de entomólogos por el análisis del discurso oficial, hay un valor esencial en todo lo que se muestra a partir del minuto 45: Las formas legales y los principios democráticos no son limitaciones para el régimen cuando se trata de defender aquello que los moviliza y amalgama: El poder. Lo saben y lo celebran, aunque luego nos mintieran por más de 3 años.
Para quienes calientan motores hablándonos de “terceras vías”, para aquellos que evangelizan con la necesidad de “volver a la política” y “ocupar espacios democráticos” (alcaldías y gobernaciones); para quienes (ahora) descubren el mundo de la asistencia humanitaria, siempre incansables ante el obturador de una cámara que oculta sus aspiraciones de candidatos en ciernes, habría que preguntarles si pueden dar su palabra de que las próximas elecciones serán distintas, si sus resultados serán respetados, si Maduro, al cabo de 3 días, no pondrá en marcha otro alambique legal que le mantenga a salvo. Estos apóstoles de una democracia adocenada, ¿se atreverán a regalarnos algún gesto de sinceridad?, ¿los cronistas del futuro dispondrán de algunos pocos segundos para documentar alguna honestidad de estos demócratas que le harán el juego a la revolución en los próximos meses?
La entrevista del 20 de agosto de 2017, unió de manera inédita a dos actores políticos que nos dejaron el 18 de diciembre del 2020: La Asamblea Nacional Constituyente y José Vicente Rangel; también nos regaló una de las pocas declaraciones de principios verdaderamente sinceras que le conocemos a Nicolás Maduro Moros: Su compromiso de no abandonar el poder por vías democráticas.