En la aldea
26 diciembre 2024

Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

Borrell, el síndrome de la Gata Loca

En España los medios están muy ocupados en estos días con la trama Gürtel, que involucra a varios miembros del Partido Popular (PP); también con la trama Dina, que compromete a Pablo Iglesias; con el intenso asedio al Poder Judicial desde la coalición gobernante, y con esa otra trama que involucra al mundo entero, la Covid-19. En medio de ominosas perspectivas, Josep Borrell, ingeniero aeronáutico y ex ministro de Felipe González, sigue con esa piedrita en el zapato que es Venezuela vista desde el Parlamento Europeo.

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Sebastián de la Nuez | 20 octubre 2020

El Alto Representante (así le llaman) Josep Borrell tiene su mérito, no se le puede regatear. Insiste e insiste en un diálogo pero dentro de poco parecerá la Gata Loca (Krazy Kat) enamorada persistentemente de un ratón que lo desaíra, el ratón Ignacio, alias Maduro. Le responde a ladrillazos, el muy maluco, como en aquella famosa comiquita del inmortal George Herriman.

Borrell ha estado durante los últimos tres meses tratando de lograr un acuerdo para que las elecciones legislativas en Venezuela, cuando sea que se celebren, tengan unas condiciones mínimas dentro de los estándares internacionales. Todo para que pueda haber una participación de la oposición democrática. Cuando Borrell-Krazy Kat recibió de los representantes del G4 (AD, VP, UNT y PJ) cinco condiciones fundamentales para atender el reto chavista, el Canciller las recibió de buen grado y se dispuso a trabajar para que Maduro-Ignacio las aceptara. Pero no. Ladrillazo por la cabeza.

Apareció Henrique Capriles con renovados bríos, invitando a aprovechar la oportunidad que, teóricamente, se le presenta a la oposición democrática el 6 de diciembre para medirse frente al usurpador y sacar partido de la contienda. Capriles hizo un llamado a Europa y Borrell, de inmediato, capturó la pelota lanzada. El diplomático Fernando Gerbasi, exiliado en Madrid desde 2016 y quien ha seguido atentamente los acontecimientos, comentó para esta nota: «De eso [de la irrupción de Capriles con su llamado] se agarró Borrell porque él siempre ha sido partidario, frente a los Estados Unidos, de un diálogo entre oposición y gobierno para buscar una solución política; y fracasó, él mismo lo reconoció».

“Seguiremos de cerca la situación en Venezuela, e insistiremos en que se amplíen las sanciones selectivas hasta que se produzcan los cambios necesarios hacia una transición pacífica y democrática”

Dita Charanzová, eurodiputada liberal

Borrell había declarado para el diario El Tiempo (Bogotá): «Yo no he llegado a hablar directa y personalmente con el señor Capriles hasta hace muy poco. A partir del momento en que Capriles anuncia que él, que ha estado negociando por su cuenta, estaría dispuesto a presentarse, yo hablo con él. Hasta entonces sólo había hablado con el G4».

Gerbasi pone valor en las tareas del Alto Representante respecto a la coyuntura venezolana: No cree que se haya extralimitado con el envío de la misión a Caracas (calificada de «clandestina» por populares y liberales del Parlamento Europeo) sino que actuó dentro de sus competencias…, y dentro de un horizonte político. Agrega Gerbasi: «Las elecciones del 6 de diciembre van, creo que eso no lo para nadie. Porque el Gobierno, conjuntamente con una ley que acaba de sacar, un adefesio jurídico que permitirá privatizar todas las empresas del Estado y tomar otra serie de decisiones, cree que con eso va a poder mantener el estado de las cosas y no tendrá que reprimir».

Creen en Miraflores que en el futuro se le reconocerán en el exterior los resultados del 6D, pero Gerbasi no tiene dudas al respecto: La comunidad internacional no va a reconocer esas elecciones. El propio Borrell ya lo ha anticipado.

Venezuela desde Estrasburgo

En el Parlamento Europeo las cosas deben parecerse al Congreso de los Diputados en Madrid, aunque puede que allá guarden las formas con mayor rigor que en la capital del Reino (aquí están por irse a las manos en cualquier momento). Lo cierto es que hay unos cuantos corazones chavistas dentro de ese paisaje multilateral de Estrasburgo. El grupo de los liberales siempre ha hecho más ruido y se ha comportado de una manera más vehemente frente a la tragedia venezolana. Desde 2014 han estado exigiendo sanciones selectivas. Poco a poco, otros grupos, incluso el de los socialistas, han apoyado tales iniciativas. Por ejemplo, la última resolución de julio 2020 es un texto conjunto entre el grupo liberal, el grupo popular y el grupo socialista. En él piden, entre otras cosas, ampliar tales sanciones selectivas, e incluso allí se afirma que Nicolás Maduro no puede ser parte de un gobierno de transición.

Dita Charanzová es una checa nacida en 1975, rubia y bella, que habla perfecto español. Es una aguerrida eurodiputada liberal. Forma parte de ALDE, una coalición de partidos (allí ha estado integrado el Ciudadanos español, por ejemplo). Ha tenido y sigue teniendo Charanzová gran relación con Latinoamérica desde sus trabajos con la delegación en Mercosur y en la Euro-Latin American Parliamentary Assembly (EuroLat). La semana pasada fue muy vista su intervención desde su curul en redes, cuando increpó agresivamente a Borrell por la misión enviada a Venezuela. Consultada para esta nota en relación a lo que ahora viene, contestó escuetamente: «Seguiremos de cerca la situación en Venezuela, e insistiremos en que se amplíen las sanciones selectivas hasta que se produzcan los cambios necesarios hacia una transición pacífica y democrática. Tenemos que insistir también en que no reconoceremos elecciones legislativas antes de que se celebren elecciones presidenciales libres y creíbles».  

“El Gobierno, conjuntamente con una ley que acaba de sacar, un adefesio jurídico que permitirá privatizar todas las empresas del Estado y tomar otra serie de decisiones, cree que con eso va a poder mantener el estado de las cosas y no tendrá que reprimir”

Fernando Gerbasi, diplomático exiliado en Madrid

También se le preguntó acerca de las acciones que debería tomar el Parlamento Europeo a partir del informe sobre Derechos Humanos que dio a conocer Naciones Unidas hace pocas semanas, pero no soltó nada en concreto sino que voló como una mariposa sobre el tema: Que los informes de la ONU, por supuesto, son muy importantes, y que su Parlamento ha apoyado y apoya una investigación en la Corte Penal Internacional sobre crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Ella misma escribió una carta, dijo, a la fiscal Fatou Bensouda, firmada por varios eurodiputados en ese sentido.

Volviendo a Borrell, hay dos elementos que deben tenerse en cuenta cada vez que dé un paso en la misma dirección por la cual ha venido hasta ahora: El compromiso entre Sánchez e Iglesias para jugar unidos y ese otro compromiso del cual se habla menos, el de las empresas españolas con serios intereses dentro de Venezuela.

Fernando Gerbasi piensa que Sánchez trata de no provocar, o provocar lo menos posible, a su socio de gobierno en esta materia. Y en el PSOE, además, tienen clara una cosa: Lo fundamental son las elecciones presidenciales. «No creo que el PSOE tenga una postura contraria a Guaidó, pero sí quieren mantener una distancia con respecto a Estados Unidos y su presidente. En eso sí anda Borrell».

Distancia y categoría respecto de Donald Trump. Eso es muy propio de la España progre, allí donde milita y se retrata la izquierda caviar, con Unidas Podemos como reluciente gema contemporánea (pero hay otros partidos en el mismo bote). «Yankee go home» sigue siendo una consigna que puede leerse en algunos muros de Madrid en 2020 y en plena pandemia. En las afueras del estadio de fútbol que es sede del tradicional equipo Rayo Vallecano, por ejemplo. El PSOE carga todavía esa esquirla, ese callo calcificado en su pie izquierdo, esa diminuta muesca que no le impide, sin embargo, ser o haber sido un gran factor de avance en la España postfranquista.

Pero allí está, casi imperceptible, un foco ligeramente purulento. El que quizá le haga al Alto Representante dirigirse otra vez a Nicolás Maduro para insistirle en un diálogo que conduzca hacia las condiciones más o menos ideales en unos comicios decentes, dentro de unos parámetros transparentes aceptables por la comunidad internacional. Ignacio o Ignatiuz, el ratón, le responderá a la Gata Loca con otro ladrillazo, seguro. Las comiquitas siempre repiten la misma historia.

@sdelanuez

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