Este 17 de agosto se cumplieron dos años de la muerte de Cayito Aponte, uno de los venezolanos más admirados de la segunda mitad del siglo XX. Es probable que, si se hubiera hecho un referéndum para preguntarle a la población si estaba de acuerdo con un traslado de sus restos al Panteón, hubiera ganado la opción afirmativa. Y no muchos se hubieran escandalizado ante la propuesta de poner un cómico al lado del Padre del Patria, porque Cayito era una especie de compadre de la Patria, el que la hacía reír sin faltarle el respeto, el que no hacía chistes para escarnecer de un sector del país y, en suma, quien era el prócer del humor.
Rafael José Aponte Álvarez había nacido en La Victoria, estado Aragua, el 22 de abril (día de San Cayo) de 1938. Por cierto, el nombre de Cayo es una derivación del término en latín “Caius”, que significa “Aquel que es señor”. En la Pila le marcaron el destino. Cayito Aponte era un señor y así era visto. Abonaron a esa percepción su voz de barítono, su estampa física y el hecho de que, además de comediante, Aponte era cantante lírico, lo que le otorgaba una reputación de artista serio. No solo era el intérprete del tema que cerraba Radio Rochela en sus inicios (“Se va la audición / que le vaya bien / pedimos perdón / por lo de recién”) sino que se desempeñaba como cantante lírico (con un repertorio de más de veinte zarzuelas) y de ópera, de la que hizo infinidad de temporadas en el Teatro Teresa Carreño, en el Municipal y en el Nacional. Y también hizo papeles en el cine y en una telenovela, donde hizo el papel de un personaje aludido como Viejo ‘El Carrizo’.
En 2007, cuando Hugo Chávez mandó a cerrar Radio Caracas Televisión, fui a su casa a entrevistarlo. Cayito Aponte había empezado a trabajar en esa planta el 16 de septiembre de 1959, en el Show de las 12, conducido por Víctor Saume. Y, en 1961, estuvo en el elenco fundador de La Gran Cruzada del Buen Humor, que luego sería Radio Rochela. Al entrar en su casa, en Vista Alegre, tuve la impresión de que alguien había pasado por allí con una mandarria tumbando paredes. Pronto me enteraría de que el propio Aponte, quien había residido allí por más de cincuenta años, y además había estudiado cuatro años de Arquitectura en la UCV y tenido una empresa constructora, había echado abajo todos los muros posibles para ampliar las áreas comunes y propiciar un ambiente que integrara el bar (con barra diseñada por Carlos Cruz-Diez) con el comedor y la cocina. La idea era tener espacio para que él, que era un gran cocinero y, desde 1963 había sido propietario de cinco restaurantes en Caracas, tuviera espacio para lucir su talento y recibir amigos por decenas.
En la nota que escribí entonces, lo describí como “un hombre muy afable, de risa fácil y una genuina sencillez […] un talante naturalmente bondadoso, pacífico al tiempo que vital y orientado al disfrute de la vida. Es probable que también tenga un carácter fuerte y en ocasiones se muestre impaciente. De hecho, confiesa ser severo con sus cinco hijos, todos varones, cuyas edades van entre 39 y 18 años”.
Gran parodiador de políticos, sobre todo de Carlos Andrés Pérez, declaró que en sus imitaciones había sido siempre muy respetuoso. “Nunca he abusado de la caricatura. Siempre he llegado hasta un límite: Que no sea ofensiva y que sea graciosa. El humor debe estar regulado por una medida que uno mismo se impone, para no pasar la línea del respeto hacia la persona imitada y hacia el público. Ésa es la cuerda floja en la que se desplaza el caricaturista fonomímico, porque es muy fácil caer en la ridiculización y el escarnio”.
Dado que había ido a entrevistarlo a propósito del cierre de RCTV y la consecuente pérdida del empleo en el que había estado por medio siglo, le pregunté cómo mantenía el buen humor del que hizo gala a lo largo de la conversación. “No es que esté disociado de la realidad”, dijo. “Es alegría, porque la sonrisa es el arma de la esperanza. ¿Cómo va a morir Radio Rochela? No se puede pasar un suiche a la memoria del venezolano ni a su parte inteligente, que es el humor. Desde luego, aquí se ha suspendido una concesión no sólo a una empresa sino a más de tres mil trabajadores y a millones de televidentes, que tenían un hábito de sintonía que iba a cumplir 54 años. Nosotros jamás hemos trabajado para una clase social o en sector de la sociedad. Y la prueba es que nuestra audiencia se encuentra en todos los estratos y en todos los rincones del país. Ese ha sido nuestro apostolado: Sembrar sonrisas. Nosotros luchamos con alegría, el que lucha triste tiene la mitad de la pelea perdida”.
Una de las caricaturas fonomímicas que Aponte hacía con más respeto y admiración era la del escritor Uslar Pietri, quien tenía un espacio de divulgación cultural en RCTV llamado “Valores humanos”. Aponte confesó que se le daba muy fácil esta imitación y la hacía con tanta fidelidad que Uslar contó, en cierta ocasión, que una mañana, cuando estaba afeitándose, escuchó una promoción, con su voz, de su programa en RCTV, y que se había preguntado: “Cuándo grabé yo eso, que no me acuerdo…”. Hasta que cayó en cuenta de que no podía ser sino Cayito Aponte, quien había hecho la promoción, porque la necesitaban con urgencia en un momento en que Uslar no estaba en el canal.
-Siempre he respetado mucho la investidura del presidente de la República, sea quien sea- me dijo en aquella entrevista de 2007-. Nunca he hecho caricaturas de los presidentes durante su ejercicio. Solo antes y después.
Al preguntarle cuál era el chiste que le había funcionado por décadas, contó: “El del hombre de 40 años que va a casa del médico, porque estaba presentando disfunción eréctil, como dicen ahora. Apenas tenía 40 años y ya, nada de nada. ‘A qué edad empezó usted a hacer el amor’, le pregunta el médico. ‘A los veinte años’, responde el hombre. ‘Bueno, le voy a explicar’, dice el médico, ‘los hombres tenemos diez mil cohetes y si los gastamos, pues, nos quedamos sin cohetes. Usted, ¿qué promedio de veces al año hacía el amor?’. ‘Como 350 veces al año’, contesta el paciente. El médico saca la cuenta y le dice: ‘Eso nos da como 7.500’. ‘Ajá’, dice el hombre, ‘entonces me quedan 2.500’. A lo que el médico le dice: ‘Ah, pero usted tiene que contar también los que le explotaron en la mano’.
-Ese chiste -concluyó Cayito– no falla porque, dentro de todo, es muy inocente. Y muy verdadero”.
Tras el cierre RCTV, la Rochela, que tenía el Récord Guinness como programa humorístico más longevo de la historia, se mantuvo por un tiempo hasta que también sucumbió a la demolición del país.
Cayito Aponte falleció en Caracas, el 17 de agosto de 2018. Era un muchacho ‘el carrizo’ de 80 años.