El subsidio de la gasolina en Venezuela es histórico. El rentismo petrolero nos hizo creer que la gasolina podía regalarse. Pero esa política económica ha sido, probablemente, la más perniciosa, irracional y destructiva de todas las decisiones posibles. La inestabilidad macroeconómica, la destrucción de PDVSA y hasta la hiperinflación que hoy atraviesa el país están vinculadas a ese error histórico de subsidiar hasta el regalo el combustible.
Los costos han sido enormes para la República y PDVSA tanto en términos fiscales como operativos. La firma Ecoanalítica estima en más de 5.000 millones de dólares anuales las pérdidas por regalar la gasolina, una fuga que durante la etapa del boom petrolero llegó, incluso, a los 15.000 millones de dólares, ya que el consumo interno era mayor.
A pesar de lo anterior, es posible advertir que el esquema de precios diferenciados (subsidiado vs. dólares), adoptado recientemente por Nicolás Maduro, es probablemente el peor diseño para salir de esa política de subsidio de la gasolina. ¿Las razones? En primer lugar, el esquema sugerido no tiene impactos positivos sobre el fisco, al contrario, con Venezuela atravesando su peor momento en materia energética y con su capacidad de refinación destruida, el costo de dar gasolina subsidiada es mucho mayor hoy que lo que ha sido en el pasado. Hoy PDVSA está importando combustible a precios internacionales para luego comercializarla a un precio irrisorio. En el pasado, con las refinadoras operativas, no había que asumir ese costo de importación que ahora enfrentamos, ni sacrificar reservas de oro para comprarla en mercados internacionales. Es por ello que el nuevo esquema impuesto por el Gobierno no tendrá efectos fiscales positivos. Todo intento de reforma energética en Venezuela tiene necesariamente que aliviar, al menos parcialmente, el problema del hueco fiscal que genera el subsidio, que ha sido la fuente de muchos de los males macroeconómicos que padecemos.
En segundo lugar, el otro factor para considerar es la equidad. Todos los casos exitosos de diseño de una reforma al subsidio a los combustibles han establecido esquemas apropiados para compensar a los sectores más vulnerables ante la medida de shock que significa un aumento del precio. En este caso, la equidad no es precisamente lo que prevalece. Aunque se haya anunciado un precio subsidiado de “protección al pueblo”, con una cuota hipotética de 120 litros por mes, lo que terminará pasando en un país que no produce gasolina y con capacidad de importación limitada, es un previsible severo racionamiento de combustible subsidiado en el mercado. En los próximos meses veremos lo que tantas veces hemos sufrido con los controles de precios: El producto no estará disponible para la mayoría y reinará en un mercado negro con un precio igual o mayor al precio anunciado como “premium”. En definitiva, un esquema que se anuncia para “compensar” a los pobres terminará por profundizar la brecha de equidad que caracteriza la Venezuela actual.
Un tercer factor que permite anunciar el fracaso de las medidas oficiales está ligado a lo anterior. El diferencial entre los precios de la gasolina subsidiada y premium es tan exorbitante, que crea todas las condiciones para el surgimiento automático de un mercado negro, la extracción de rentas y el arbitraje. El establecimiento de dos precios oficiales, con una diferencia tan gigantesca, hará que desviar combustible de un mercado a otro se convierta en una actividad tan lucrativa como lo era obtener dólares preferenciales en Cadivi. Desviar combustible subsidiado, ya no hacia Colombia o Brasil, sino hacia la parte del mercado interno que ya tiene legítimamente un precio de 0,50 dólares por litro, será el nuevo gran negocio de esta época.
De esta forma el mercado negro será no solo de “bachaqueo al detal”, sino que tendremos un mercado cuya demanda cautiva serán las de gasolineras “premium”, que tendrán incentivos para comprar toda la gasolina que puedan conseguir por debajo de 0,50 dólares por litro. Es la historia continuada de precios diferenciales y la captación de rentas: Una pequeña élite económica seguramente multiplicará su riqueza a costa de un subsidio del Estado.
Sepa el lector que los países que han logrado desmontar efectivamente el subsidio del combustible lo han hecho siempre sobre dos pilares: Un solo precio de mercado, que se acerque al precio internacional, para poder desmontar el contrabando a países vecinos o evitar los mecanismos de arbitraje entre un mercado y otro. Y la definición de esquemas de transferencias directas, con énfasis en sectores que realmente lo necesitan, para devolver a la sociedad una parte de lo recaudado. Estas son las premisas fundamentales para el diseño de una política de reforma que tenga impactos fiscales positivos, que cuide la equidad y evite la corrupción. Lamentablemente, el nuevo esquema propuesto por Maduro no parece tener nada de lo que se necesita para tener éxito.